«El modelo actual de pensiones no se adapta a los nuevos tiempos»

-¿Qué hemos aprendido de esta crisis inesperada?

-Que nos puede ocurrir cualquier cosa. Hacemos previsiones e intentamos reducir la incertidumbre para tomar decisiones económicas y personales, pero vemos que en el mundo en el que vivimos puede ocurrir lo imprevisto. Se nos ha venido encima con un impacto enorme. Ha sido algo inesperado, así como la forma de resolverlo. Eso de dejar a todo el mundo en casa en todos los países... Lo hemos gestionado como se ha podido y creo que hemos aprendido de los errores. Ahora se abordan las cosas de una forma más secuencial. En España sólo ha habido un trimestre peor que el segundo de 2020, cuando empezó la Guerra Civil.

-¿A qué se refiere con recuperación imprevista?

-Hace unas semanas tenía una impresión distinta a la de ahora mismo. Otra vez todo ha cambiado. Estamos impactados de forma global. Cuando una economía se hunde tanto, en principio la salida iba a ser progresiva. Sin embargo, la demanda arrancó a toda pastilla. Ahora ha sucedido algo previsible, la crisis de los suministros porque la oferta no llega a ese ritmo. La economía no es como un interruptor que puedes apagar y encender. Además, no hemos vuelto a la economía de antes, se hacen cosas diferentes. Da la impresión de que ahora se compran más bienes físicos y antes estábamos más en una economía de más servicios. Estos bienes físicos requieren contenedores que vengan de Asia. Ahora estamos cuestionando la idoneidad de deslocalizar empresas y los procesos 'just in time'. Vamos a asistir al debate de la dimensión vertical de las empresas: No sólo ensamblar el coche, sino producir más piezas para no parar producciones.

-¿Cómo cree que se va a resolver esta crisis de suministros?

-Poco a poco (Ríe). La economía se ajusta así. Si los precios suben habrá gente que vea que es un buen negocio y montará fábricas para producir chips. Las materias primas, hay una presión muy fuerte con el cambio de modelo de China elevando su consumo interno. Tiene que haber muchos otros países que se pongan a producir estos bienes. Pero eso no es de hoy para mañana, sino de forma progresiva. Cultivar más hectáreas de tierra. Buscar minerales, combustibles, gas... Creo que de aquí al verano las cosas se irán regulando. La cuestión es si regresaremos al modelo de antes o alguien va a pensar que era una fórmula demasiado volátil, con muchos riesgos.

-En esta recuperación juegan un papel importante los fondos europeos, que exigen unas contraprestaciones. ¿Qué le parece el pacto para subir las cotizaciones con el objetivo de proteger las pensiones?

-Después del pacto tocarán muchas otras cosas. Vamos poco a poco. No es algo que se arregle con sólo decirlo. Hablamos de pirámides de población y segmentos que se van jubilando. Dentro de 30 años no habrá esa dificultad porque los 'babyboomers' no estarán. Habrá otros problemas. La cuestión es que yo creo que el modelo actual no se adapta a los nuevos tiempos, con menos trabajo en horas y en menor mano de obra al utilizar la robótica. Estamos financiando el sistema con los trabajadores. Si encima subimos las cotizaciones quitamos el incentivo de contratar más trabajadores e incentivamos otros sistemas de robots. Eso es de lógica, no hace falta estudiar economía. Lo que están haciendo es tocar pequeñas cositas. La hucha de las pensiones no es tal, es una bañera. Tiene un grifo y un desagüe. El problema es que las pensiones aumentan y el grifo ha ido a menos con las últimas crisis. El Gobierno llega todos los años con una jarra vía Presupuestos para rellenarla. Europa dice que así no se puede seguir. El desagüe se hace más pequeño retrasando la edad de jubilación. También es verdad que no todos los trabajos son iguales. Las subidas con el IPC, si baja y te equivocas no se compensan. Europa dice que sólo se habla de subir gasto. De momento se aumentan los años cotizados para calcular la pensión. Eso baja directamente la pensión. Están tocando teclas y en ello estamos.

-¿Hacia dónde nos lleva este nuevo camino digital?

-Nos afecta a cómo somos y cómo vemos las cosas. Vamos a vivir con unos avatares que van a tener incidencia en la vida real. Con la pandemia, el hogar se ha convertido en un espacio mucho más importante. Por eso ahora somos más sostenibles. El espacio digital ha servido de defensa, como ejemplo el teletrabajo. Eso implica cambios en la demanda de oficinas, transporte... Son muchos cambios. El espectro digital funciona muy diferente. Ahí sólo funciona la masa crítica, por lo que acaba con los pequeños. Esto va a golpear al comercio. O se meten en el espacio digital o a ver qué van a hacer.

-¿Qué puede hacer Cantabria para blindar su competitividad en esta coyuntura cambiante y compleja?

-Es complicado pensar en un espacio concreto que se pueda mover de forma autónoma respecto a lo que tiene alrededor. Creo que lo fundamental es tirar de los factores que tienes. En los tiempos de calentamiento global vas a tener buen clima; un lugar donde la gente va a querer vivir gracias al teletrabajo. Hay que atraer gente que quiera vivir allí haciendo cosas. A nivel interno, fomentar la transformación digital. Que el tejido productivo se meta en esa línea para no perderlo. Lo importante es mantener lo que se tiene ahora en la nueva realidad digital. Pensábamos que el turismo era invencible y la pandemia lo ha dejado como lo ha dejado. Hay que prepararse para todo.