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Un Harrier de la Armada despega del portaaviones Juan Carlos I en los ejercicios de las maniobras Trident Juncture que la OTAN en aguas del Golfo de Cádiz, las más importantes de la última década. EFE
Francia abre una crisis diplomática con EE UU y Australia por los submarinos

Francia abre una crisis diplomática con EE UU y Australia por los submarinos

Llama a consultas a sus embajadores allí por la «excepcional gravedad» de los hechos, mientras Washington trata de suavizar las tensiones

Miguel Pérez

Viernes, 17 de septiembre 2021, 21:07

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El remedo de guerra fría que, según China, busca Estados Unidos al aliarse militarmente en la región indopacífica con Reino Unido y Australia parece haberse trasladado de pleno a Occidente. El anuncio de esta coalición, hecho el miércoles por el presidente Joe Biden, mantiene aún sumidos en la estupefacción a la Unión Europea y otros organismos internacionales que desconocían en absoluto su existencia. Pero, sobre todo, exaspera al Gobierno francés porque pierde un ambicioso contrato de construcción de doce submarinos diésel con destino a la fuerza naval australiana.

Ahora será Estados Unidos quien provea a Canberra de sumergibles equipados con tecnología de propulsión nuclear aparcando el compromiso adquirido con el Ejecutivo galo de realizar una inversión de 31.075 millones de euros en sus astilleros. Una «puñalada por la espalda», en gráfica expresión del ministro de Exteriores, Jean-Yves Le Drian.

El presidente Francois Macron ha decidido hacer de ello cuestión de Estado y abrir una crisis política impensable entre socios transatlánticos. Ayer ordenó al titular de Exteriores llamar a consultas a los embajadores galos en Washington y Canberra. Le Drian justificó esta medida diplomática severa por la «excepcional gravedad» de los hechos y la «inaceptable» decisión de Australia, secundada por EE UU. Fuentes de la Casa Blanca «lamentaron» la decisión y añadieron que «trataremos de resolver nuestras diferencias en los próximos días».

Pero además de elevar la tensión, París quiso devolver la pelota este viernes al gabinete del australiano Scott Morrison donde más duele: en la cartera. El secretario de Estado de Asuntos Europeos, Clément Beaune, intervino en varios medios de comunicación para enviar a la Comisión Europea el mensaje de que Francia cuestiona ahora la negociación abierta hace cuatro años entre la UE y Australia en busca de un sustancioso acuerdo comercial. Su argumento es que no ve «cómo podemos confiar en un socio así» tras el fiasco de los submarinos.

«Las relaciones internacionales no tienen que ver con la ingenuidad o los buenos sentimientos. La palabra, la firma de un contrato, vale algo. Si ya no tenemos confianza, no podemos avanzar», señaló Beaune, en sintonía con las declaraciones efectuadas un día antes por su compañero en el gabinete Le Drian: «Habíamos establecido con Australia una relación de confianza. Hoy está confianza ha sido traicionada».

Más que por su presunta capacidad de remover las negociaciones comerciales, las manifestaciones del secretario de Estado se interpretan como una nueva muestra del enfado francés ante Canberra y, especialmente, Washington, que parece haber olvidado que París posee intereses en el Pacífico suficientes como para haber estado en la coalición.

Francia, además, no quiere que el asunto pase fugazmente por el seno de la Unión, que en este asunto parece anteponer la cautela al enojo ante el trato dispensado por Estados Unidos. Peor, si cabe, cuando Joe Biden viajó hace pocos meses a Europa para destacar el papel de la UE como aliada y curar las heridas infligidas a la relación mutua por el anterior mandatario, Donald Trump.

La Comisión Europea se apresuró a descartar que ni la polémica de los submarinos ni la postura francesa vayan a tener un eventual «efecto inmediato» en la negociación con las autoridades australianas. Es más, se reafirmó en su interés de profundizar la colaboración en materia de seguridad y defensa con Reino Unido. «Es un país europeo y estamos interesados en cooperar. Necesitas dos para bailar un tango y por nuestra parte estamos preparados», dijo el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.

La cuestión comercial

La Comisión entabló conversaciones en 2018 con Australia y Nueva Zelanda para sellar un acuerdo de libre comercio con el ánimo de eliminar los aranceles sobre las mercancías y reducir los obstáculos al tránsito y venta de productos. De este pacto se beneficiarían principalmente los sectores de la automoción y maquinaria, así como la alimentación y la industria química. La UE es uno de los socios comerciales más fuertes de Australia y las empresas europeas tienen inversiones allí superiores a los 150.000 millones de euros.

Pero Bruselas no es el único interesado en las posibilidades económicas de las antípodas. Uno de los socios de la triple alianza militar, Reino Unido, firmó en junio un ambicioso acuerdo de libre comercio con el Gobierno de Canberra, un balón de oxígeno en el escenario 'posbrexit' que ha abierto a las empresas y a los consumidores británicos el apetecible mercado indopacífico.

«Unas posibilidades fantásticas», según dijo entonces Boris Johnson en presencia de su homólogo Scott Morrison, en un discurso donde defendió su deseada «Global Britain», la Gran Bretaña de influencia mundial que, por cierto, el secretario de Estado de Asuntos Europeos francés se encargó también este viernes de cuestionar. Según Beaune, Londres se está colocando en una posición de «socio menor» de EE UU, pese a la estrategia «Global Britain».

Resulta indudable que el peso de Francia en el escenario continental obliga a inquietarse a la UE y a la OTAN, con la que ha mantenido una relación históricamente plagada de giros. Además, si ya existía resquemor por la negativa de Biden a prorrogar la salida de Afganistán y evitar el caos de la evacuación, el tripartito del Pacífico ha acentuado entre los socios comunitarios una sensación favorable al futuro Cuerpo de Defensa europeo, cuyo debate volvió a activarse precisamente a raíz de las complicaciones sufridas por los aliados para sacar a su gente de Kabul.

El debate definitivo sobre esta fuerza militar se celebrará en pocos meses, cuando a Francia le corresponda la presidencia rotatoria de la UE. El escenario será curioso, con París como sede de la decisión final en torno al contingente mientras Australia acoge la base de la alianza tripartita.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, intentó este viernes limar asperezas con el Gobierno galo, al que calificó como «socio vital» en defensa. «Quiero enfatizar que cooperamos estrechamente con Francia en muchas prioridades compartidas en el Indo-Pacífico, pero también más allá, en todo el mundo», subrayó antes de llamar a los países europeos a «jugar un papel importante» en esta región. Por su parte, el primer ministro australiano dijo comprender la «decepción» del Ejecutivo de Macron, pero afirmó que ya sabía que su acuerdo podía suspenderse.

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