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Quim Torra sentado ayer en su escaño del Parlament durante la votación sobre los seis diputados suspendidos por el Supremo. EFE
El Gobierno rechaza el ultimátum de Torra y le pide distensión y calma

Sánchez da un portazo a Torra

Rechaza su ultimátum para hacer un oferta de referéndum de autodeterminación en un mes | El presidente catalán amenaza con retirar el apoyo en el Congreso de las fuerzas soberanistas al Gobierno socialista

Ramón Gorriarán y cristian reino

Madrid

Martes, 2 de octubre 2018

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Pedro Sánchez tardó poco más de dos horas en dar ayer un portazo al ultimátum de Quim Torra. El presidente del Gobierno anunció que ni en un mes ni nunca presentará una oferta de referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña. Era su respuesta al emplazamiento de que tenía hasta noviembre para poner sobre la mesa una propuesta de una consulta secesionista pactada, vinculante y reconocida internacionalmente. De no ser así, las fuerzas soberanistas retirarían su apoyo en el Congreso al Gobierno socialista y provocarían su caída.

La portavoz del Gobierno se dirigió al presidente de la Generalitat para decirle que volvía «a equivocarse, lanzando amenazas que no conducen a ninguna parte». Además, no tendrá que «esperar al mes de noviembre para conocer» la respuesta: «Se la damos ahora mismo, y es autogobierno y no independencia, convivencia y no independencia». Isabel Celaá avisó de que el Gobierno de Sánchez «no acepta ultimátums» pero tampoco iba a romper los puentes a duras penas levantados con la Generalitat. La oferta, añadió, es la que ya conoce Torra, «distensión y calma».

El presidente catalán cogió al vuelo el aviso lanzado la semana pasada por Sánchez en Nueva York en el sentido de que si las fuerzas soberanistas, PDeCAT y Esquerra, optaban por «el conflicto» no podría contar con su apoyo parlamentario y convocaría elecciones. Torra se arrogó el papel de portavoz de ambas formaciones, aunque no milita en ninguna, y anunció que si no recibe en noviembre una oferta convincente sobre el referéndum de autodeterminación se acabaría la colaboración, y no habría ni Presupuestos ni posibilidad de sacar leyes adelante.

En realidad, el presidente de la Generalitat practicó hoy la máxima de que la mejor defensa es un buen ataque. Está acorralado por el segundo gran incendio de su mandato (el primero fue por las acusaciones de supremacista), motivado por sus ánimos a los CDR para seguir «apretando» en las calles. Una arenga tan eficaz que acabó en un intento de asalto al Parlamento. Torra tuvo que escuchar el lunes por primera vez frases de los manifestantes como «dimisión» o «desobedece o dimite».

Celaá afirma que entre el salto al vacío soberanista y el 155 perpetuo del PP hay sitio para la convivencia

Tampoco logra amalgamar el movimiento independentista civil, más dividido que nunca, ni consigue cerrar la brecha entre el PDeCAT y Esquerra, abierta en buena medida por los movimientos desde Waterloo de su predecesor, Carles Puigdemont, y tiene los Presupuestos en el aire por el rechazo de la CUP. Necesitaba un golpe de efecto y lo dio en la mesa de Pedro Sánchez en forma de ultimátum.

Pero sus palabras llegaron sin fuerza a la Moncloa. Sánchez sabe que los 17 diputados soberanistas, ocho de PDeCAT y nueve de Esquerra, son vitales para mantener la mayoría de la moción de censura, pero por conservarlos, asegura, no va a abjurar de sus planteamientos. Un final anticipado de la legislatura por la intransigencia de los independentistas no es, por otra parte, una mala baza electoral, según los cálculos de dirigentes socialistas cansados del pasteleo con la Generalitat.

El pasado y el futuro

La portavoz gubernamental instó a Torra y a las fuerzas independentistas a que recapaciten porque «las decisiones desmedidas tomadas en el pasado», en referencia al referéndum del 1-O y la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre pasado, «no pueden condicionar el futuro». Dicho de otro modo, que este Gobierno catalán no puede ser esclavo del rumbo que tomó Carles Puigdemont hace un año. Las salidas dialogadas que «exige» Europa, subrayó Celaá, «son las únicas deseables en una sociedad avanzada y democrática».

La ministra pidió al presidente de la Generalitat que no se autoengañe ni tampoco engañe a los catalanes porque conoció de primera mano la posición de Sánchez en la reunión que tuvieron en la Moncloa el 9 de julio pasado. En aquella conversación quedó claro que la única votación que puede haber en Cataluña será sobre el autogobierno de la comunidad, nunca sobre la autodeterminación. Pedir ahora un cambio en las reglas del juego es un brindis al sol destinado a alimentar el victimismo soberanista.

El presidente de la Generalitat buscó dar un golpe de efecto en la mesa de Pedro Sánchez

En este nuevo clima que ha propiciado Torra, apuntó la portavoz, la reunión que iban a mantener ambos presidentes este mes en el Palau de la Generalitat ha quedado en el aire. «No es el momento más adecuado para fijar una fecha», apuntó Celaá, aunque el presidente catalán, antes de conocer la respuesta de la Moncloa, había anunciado que enviaría una carta a Sánchez para acordar una reunión.

Pero en la intervención de la portavoz gubernamental no solo hubo mensajes para el presidente catalán, PP y Ciudadanos fueron también destinatarios de algunas advertencias por su insistencia en reclamar la aplicación de nuevo del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. «Entre el salto al vacío», que propone el soberanismo, «y el 155 perpetuo», por el que aboga el líder popular, Pablo Casado, hay «terreno para la convivencia», razonó la portavoz. La Moncloa, y ayer lo ratificó Celaá, considera que no hay razon para intervenir el Gobierno y las instituciones autonómicas de Cataluña. No hay motivos porque las palabras no generan efectos jurídicos.

El Gobierno desea que PP y Ciudadanos se comporten en estos momentos como lo hizo el PSOE con Mariano Rajoy durante la crisis de hace un año, cuando apoyó sin fisuras al Ejecutivo a pesar de que tenía serias diferencias de criterio sobre la forma de encarar el conflicto. Pero está casi resignado a no contar con ese respaldo porque cree que populares y liberales han olido la cercanía de las elecciones y se han embarcado en una guerra sin cuartel aunque sea a costa de Cataluña. «Hay muchos intereses que pretenden agudizar el conflicto», lamentó la portavoz.

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