El bailarín que llevó la enseñanza de la danza clásica a Torrelavega

Por su edad -ya bien cumplida la treintena- habían desechado seguir con su carrera profesional activa. Alquilaron una vivienda en la calle Consolación de Torrelavega, teniendo como primeras alumnas a dos torrelaveguenses, entonces jóvenes madres de familia. Pronto se unieron otras mujeres hasta formar un grupo de alumnas, algunas de las cuales, hoy, casi 45 años después, siguen recibiendo clases, ahora de Alberto Pineda. En las clases que impartía, Akamine, a quien sus alumnas definen como «riguroso, profesional y estricto en la enseñanza», utilizaba el método Vagánova de ballet, un sistema creado en 1920 en la capital rusa.

Al tiempo que daban las clases particulares, comenzaron a impartir esta disciplina en el colegio María Auxiliadora, propiedad de Esther Rocamora, un centro ya desaparecido que gozó de gran prestigio. Allí aumentó el número tanto de madres como de alumnos que se introdujeron en la danza llegando a ser algunos grandes profesionales. Uno de los más conocidos es el popular coreógrafo Javier Castillo 'Poty'.

Su prestigio les llevó a dar el gran salto, abriendo en la calle Lasaga Larreta la Escuela Superior de Ballet. Fue semillero de grandes bailarines y llevó el nombre de Torrelavega por toda España, dando en su centro clases magistrales, entre otras, la gran Maya Plisétskaya (1925-2015). En 1994 Eduardo Akamine regresó a Argentina. Es autor de un imprescindible libro para la enseñanza del ballet clásico, 'Reflexiones para la danza. Educación en danza. Nuevas miradas, nuevos modelos'. En alguna ocasión regresó a Torrelavega, reuniéndose siempre con quienes fueron sus primeras alumnas. Ya descansa en la paz del Señor en su Argentina natal.