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El Ángel Exterminador de Llimona y la verja de Domènech, en el viejo cementerio de Comillas
Cirugía para el Ángel de Comillas

Cirugía para el Ángel de Comillas

El Instituto Cultural de Patrimonio evalúa el estado de la escultura y la verja

lucía alcolea

Domingo, 2 de abril 2017, 08:32

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El Ángel Exterminador del cementerio de Comillas, del escultor Josep Llimona, y la verja de entrada, del arquitecto modernista Lluis Domènech i Montaner, necesitan cirugía urgente. Técnicos del Instituto de Patrimonio Cultural Español visitaron el camposanto de la villa modernista el pasado jueves con el fin de evaluar el estado de conservación de estos dos elementos y realizar un informe para llevar a cabo un proceso de restauración, dado que se encuentran bastante deteriorados. La visita responde a una petición realizada por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, en base a un informe realizado por el musicólogo y director del Museo Diocesano Regina Coeli, Enrique Campuzano.

Los técnicos tomaron muestras de ambos elementos, que analizarán con el fin de poder realizar un informe sobre el estado del Ángel y de la verja. A partir de ahí, detalló Campuzano que acompañó a los técnicos en su visita, «se realizará un proyecto de restauración y se determinará si es el propio Instituto, el Gobierno de Cantabria o las instituciones quienes se encarguen de sufragarlo». Ambos elementos, declarados Bien de Interés Cultural (BIC), «sufrieron las consecuencias del ciclón que afectó a la costa en el año 1941 y que produjo el gran incendio en Santander». Concretamente, al Ángel Exterminador, que es uno de los grandes atractivos turísticos de la villa, «se le partieron las alas, un brazo y los dedos de la mano, así como una parte de la espada», relató Campuzano.

El problema es que la reconstrucción, tanto en el Ángel como en la verja, se realizó sin tener en cuenta cómo podían afectar a ambas estructuras los materiales utilizados. «En el Ángel se hizo con cemento portland (compuesto de una mezcla de caliza y arcilla), que ha dañado las juntas de mármol». Además, «el proceso químico que se produce por estar tan cerca del mar ha hecho que las grapas de hierro se oxiden, por tanto se ensanchen y rompan el mármol, de forma que la figura se deteriora mucho más, por lo que es relativamente urgente abordar la restauración».

En cuanto a la verja, «el problema es aún más grave, porque en las restauraciones que se realizaron en los años 40, se sustituyó el hierro original por un hierro de fundición que no era compatible, por lo que el original se ha deteriorado muchísimo». Como consecuencia de ello «va a ser muy difícil recuperarlo, a no ser que se aborde con mucho criterio y mucha urgencia», determinó Campuzano. El problema, según explicó, «es que se abordan las restauraciones sin tener en cuenta qué materiales se emplean, porque no se investiga, y eso es lo que ha facilitado el deterioro de las dos piezas».

Análisis previos

Campuzano explicó que «con el paso de los años se ha sabido que el cemento portland es muy nocivo para el mármol así como que no se deben mezclar hierros de distintas composiciones», como han hecho con la verja del arquitecto modernista, que lleva años en muy mal estado. Por eso, «los buenos restauradores lo primero que hacen son análisis para comprobar la compatibilidad de los materiales». Y aquí no se hizo.

La ubicación del Ángel en el camposanto complica aún más la situación. Un problema añadido, ya que no es fácil acceder a él y es necesario emplear un camión grúa. «Todos estos problemas hacen más difícil todo el proceso, lo que no quiere decir que no se pueda llevar a cabo». Así, una vez los técnicos valoren los daños,«habrá que ver si los trabajos de restauración se pueden ejecutar en una sola fase o cuál puede ser la solución definitiva», dijo Campuzano, que, a pesar de todo, conserva el optimismo, sobre todo porque el Instituto de Patrimonio, una institución a nivel nacional de gran prestigio, ha posado sus ojos en Comillas. «Quiero agradecer su interés a la Consejería de Cultura y también al Ayuntamiento de Comillas, que nos dejó el camión grúa para obtener las muestras. Y al párroco de Comillas, don Antonio Gutiérrez, que estuvo presente durante todo el proceso».

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