Cálculos conservadores
Boris Johnson está en la cuerda floja pese a superar la moción de sus propios diputados, de los que depende su incierto futuro
La mayoría de los diputados conservadores se puso del lado de Boris Johnson en la moción a causa del 'partygate': 211 votaron a favor de ... su continuidad al frente del Gobierno británico y 148 pidieron su dimisión. Pese a la elevada contestación que refleja ese resultado, el primer ministro se salvó contando con que no estará obligado a someterse a otro juicio interno hasta dentro de un año si no concurren causas añadidas de censura. Pero el día 23 los 'tories' afrontan elecciones en dos circunscripciones tras la renuncia de un parlamentario condenado por abusos sexuales y de otro que fue descubierto viendo pornografía en una sesión de Westminster. Bastaría que sus escaños pasasen a manos de laboristas o liberales para que electos conservadores reclamen repetir la votación del lunes por la noche. A ello se suma el juicio pendiente en los Comunes sobre si Johnson mintió a la Cámara al negar su participación en las bochornosas fiestas que se sucedieron en Downing Street mientras la población estaba confinada por la pandemia.
Johnson sabe que si se libró de la moción fue sobre todo porque ningún dirigente significado del conservadurismo se ha animado por ahora a postularse como relevo; no porque no pudiera obtener más apoyos que el discutido 'premier', sino porque debería hacerse cargo de su legado hasta el final de la legislatura sin garantía alguna de poder corregir una muy adversa tendencia de los sondeos ante las elecciones de 2024. Dos años de mandato con Johnson en la cuerda floja podrían dar lugar a que opte por sortear sus apuros políticos exacerbando la desconexión con la UE en la frontera de Irlanda del Norte, convirtiéndose en el líder occidental más comprometido contra la Rusia de Putin o ideando fórmulas de intervención sobre la economía que palíen la inflación en una suerte de revisión populista del programa conservador. Mientras, pierde enteros cada día para poder representar a su partido en los próximos comicios. Tampoco se descarta que sus correligionarios acaben sustituyéndole en Downing Street por un sacrificado para estar en condiciones de salvar en 2024 el máximo de escaños. O la eventualidad de un adelanto electoral para cortar la hemorragia demoscópica siempre que el primer ministro se haga a un lado.
El Reino Unido lleva ya más de seis años de devaluación de sus estándares democráticos en fondo y forma. Sus ciudadanos y las sociedades libres necesitan que se restablezca la credibilidad institucional.
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