Desde el año 2008, Torrelavega convoca un certamen de Cartas de Amor. Con motivo de la última edición se ha publicado en el sello Septentrión ... Ediciones un libro que recoge todas las premiadas. Pero si ya nadie escribe cartas, pensarán los lectores. ¿Quién sabría decir hoy cuál es el franqueo de una carta normal? Poco a poco el género epistolar ha sido desplazado por los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp y las videollamadas por su inmediatez. Claro, estamos hablando de un acto íntimo, casi secreto, que pocas veces se comenta, tanto quien escribe la carta como quien la recibe. Los textos reunidos reflejan las diferentes perspectivas desde las que se puede vivir el amor, tan plural como son las experiencias personales, como es la vida, como señalan los indicadores de salida de las ciudades: todas direcciones. Cartas por despecho de la persona abandonada por su pareja, que se fue con otro(a), pero a quien pese a todo se sigue queriendo y, paradójicamente, se le desea lo mejor, de los que se van «harto de amar sin que me amen», que escribía el poeta Malo Macaya; declaración de amores secretos, llevados íntimamente y que por timidez no se han atrevido a confesar; de arrepentimiento, pasado el tiempo, por decisiones equivocadas, tratando de recuperar el amor abandonado y nunca olvidado; desde el ámbito de enfermedades terminales para expresar lo que la costumbre, el egoísmo o simplemente no detenerse un rato a pensar lo que no se dijo y pudo ser importante; de celebración de una trayectoria vital compartida: bodas de oro o plata; desde situaciones límites, como los conflictos bélicos, sintiendo cercana la muerte, a su mujer que se quedará con los hijos. ¿Qué inspira más, el amor o el desamor? Da la impresión de que se escribe mejor desde el desamor. También, evidentemente, se sufre más.
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