Ser tú mismo
En la novela de John Updike 'Corre, Conejo', el protagonista, Harry 'Rabbit' Angstrom, es un exjugador de baloncesto, casado y con un hijo, que trabaja ... como vendedor de electrodomésticos. Un buen día, harto de su vida monótona, decide dejar todo atrás para emprender una huida sin rumbo en búsqueda de la libertad. Pide consejo al sacerdote Jack Eccles, que resume su situación en una sentencia: «Si tienes las agallas para ser tú mismo, alguien pagará el precio por ti». El libro profundiza en esa tensión entre la autenticidad personal y la responsabilidad moral hacia los otros. La valentía de seguir tus ideales y obrar en consecuencia se puede volver insensatez si se mira desde el punto de vista del familiar cercano.
Pienso en todos esos amenazados por ETA que no se achantaron y se mantuvieron firmes en su sitio hasta que fueron asesinados cobardemente en una muerte anunciada; en Berta Cáceres y Juan López, defensores ambientales hondureños que fueron asesinados solo por defender bosques y ríos frente a intereses empresariales; en el opositor ruso Alexei Navalny, muerto en una cárcel del Ártico ruso; y recientemente en el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, que forma parte de una lista interminable de asesinados que se enfrentaron a los cárteles. Todos murieron injustamente, pero sus familias siguen aquí, destruidas por la pérdida.
Luego me hago preguntas. ¿Debe uno liarse la manta a la cabeza sin pensar en nadie si cree que su vida no es lo que había planeado? ¿Debe uno pensar en posibles perjudicados cuando la amenaza de su vida por no claudicar es más que real? ¿Tendríamos nosotros el suficiente valor para no titubear cuando nos dan a elegir entre plata o plomo? Y solo puedo dudar.
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