Los encuentros de los tres castreños
MI SAQUE DE ESQUINA ·
Qué bonito es Castro, y no sólo por las castreñas, como dice la canción. En estos tiempos de igualdad irrefrenable habrá que pensar también en ... los castreños, más que para bailar con ellos, para verlos bailar en un campo de fútbol con el balón en los pies, como ocurrió el 10 de abril de 1966 en los Campos de Sport. Allí se citaron ese día tres de los mejores futbolistas de Castro Urdiales de todos los tiempos, comenzando por el más grande, Peru Zaballa, que como jugador del Barcelona visitaba los Campos de Sport para disputar a su antiguo equipo, el Racing, el pase a los octavos de final de la Copa. Zaballa, que ya era un jugador que había debutado con la selección nacional y sabía lo que era ser campeón de Copa, tuvo como rivales en aquel partido a dos paisanos que vestían la camiseta racinguista: José Antonio Zamanillo y José Manuel Ucelay.
El Racing ya había terminado el campeonato liguero clasificándose en la mitad de la tabla del Grupo Norte de la Segunda División y la afición recibió la llegada del Barcelona con una expectación que completó el aforo del campo. El entrenador racinguista, Valdor Sierra, alineó a Solana, Ucelay, Iglesias, Chisco, Zamanillo, Gutiérrez, Gento II, Paquito, Camuesco, Juan Carlos y Mario Vega.
Antes del partido, los jugadores de ambos equipos mantuvieron una cordialidad poco habitual, e incluso llegaron a hacerse una foto conjunta, donde varios de ellos se abrazaban como buenos amigos. Hay que tener en cuenta que el Barcelona alineó en su once a tres jugadores que habían vestido la camiseta del Racing: Rifé, Zaballa y Montesinos.
Ucelay, defensa lateral, había jugado en el Castro, pero se había incorporado al Racing en 1965 después de haber jugado en el Portugalete y el Baracaldo, club este último de donde procedía cuando llegó a Santander. Por su parte, Zamanillo, que había nacido en Gerona por motivos relacionados con los vaivenes de la guerra civil, pero que era castreño de los pies a la cabeza, también jugó en el Castro, aunque eligió el camino de la Gimnástica para progresar deportivamente, lo mismo que le ocurrió a Zaballa, y luego pasar por el Burgos y el Atlético de Madrid antes de llegar al Racing para fortalecer la media, también en 1965.
Casi nadie esperaba que el Racing superara la eliminatoria, y tampoco que saliera victorioso de El Sardinero. El Racing hizo lo que pudo. Saltó al terreno de juego con vocación defensiva, le puso ardor y disciplina a la lucha y recibió con resignación los dos goles de los catalanes. El primero en el minuto 14, obra precisamente de Zaballa tras una jugada del extremo Rifé; y el segundo en el minuto 26, obra de Rifé que aprovechó un mal cálculo en la salida del guardameta Solana. Los santanderinos llegaron a inquietar la portería defendida por Reina un par de veces, con llegadas de Gento II, una de las cuales pudo haberse castigado con penalti que el árbitro no quiso pitar. Fue lo más cerca que se estuvo de marcar un gol al conjunto catalán.
El público no encajó bien la derrota, e incluso la prensa habló de una «derrota digna». Otra cosa sería el partido de vuelta en Barcelona, donde también coincidirían los tres castreños. El Racing encajó aquel día el lamentable resultado de ocho a cero en contra. En los primeros veinte minutos, los racinguistas controlaron la pelota, dominaron a su rival y llegaron a dar una sensación de solidez. Pero el primer gol, marcado por Pereda desde fuera del área, cambió las cosas. Zaballa acentuó la nueva tendencia con su segundo gol, y el Racing se desmoronó a partir del tercer tanto, marcado por Rexach, en una jugada individual donde se deshizo de tres defensas. Fue el mayor descalabro del Racing en la Copa, tras las derrotas, también en dieciseisavos, sufridas en Oviedo y Gijón en 1944 y 1946, respectivamente, contra los equipos locales, encajando sendos resultados de ocho a uno en contra.
La palabra humillante se repetiría más de una vez en las crónicas de los periódicos santanderinos. Uno de ellos titulaba: «El Barcelona no tuvo piedad del Racing». Y eso que además las mismas crónicas aseguraban que los jugadores azulgranas no se esforzaron demasiado, limitándose a usar el partido como un entrenamiento para el partido de la Copa de Ferias que cuatro días más tarde disputarían contra el Chelsea. Valga como atenuante de la derrota racinguista el hecho de que el Barcelona se impuso a los ingleses y en aquella edición resultó campeón, con lo que Peru Zaballa sumó a su palmarés un título más, el de campeón de la Copa de Ferias.
No fueron para el Racing felices aquellos encuentros de los tres castreños, pero verlos jugar juntos fue una estampa para recordar qué bonito es Castro.
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