La familia
La pareja es el miembro de tu no-familia más importante que existe y aunque se rompa, mientras duró, así debió ser
Cada uno cuenta la feria según como le va en ella, pero creo no equivocarme si manifiesto que el orden de relevancia e influencia de ... los miembros de una familia sea el siguiente: madre y/o padre, hermanos, abuelos, tíos, primos y sobrinos y, cuando así fuere, los hijos y nietos, que pueden llegar a ocupar el lugar más prominente de todos. Hay varios factores que pueden trastocar esta escala de valor y es la influencia que cada uno de ellos ha tenido en nosotros (para bien o para mal) y también si ha habido o hay personas más desvalidas o desprotegidas que requieran más dedicación, tiempo, apoyo o afecto. Con toda intención posiciono a la pareja en un lugar muy diferente, ella o él no son familia, conforma un rango diferente; es la persona que amas, con la que construyes tu proyecto de vida y que debe ser lo más importante en la tuya (aunque muchas veces, equivocadamente, se la ubica detrás de los hijos). La pareja es el miembro de tu no-familia más importante que existe y aunque se rompa, mientras duró, así debió ser, aunque en el momento presente ya no forme parte de tu vida.
De pequeños nos decían, ¿a quién quieres más, a papá o a mamá? A los dos igual, decíamos siempre. La realidad es que uno de los dos se convertirá en nuestro referente, con independencia del cariño y del afecto que nos otorgue. El referente es aquel padre o madre en el que nos vemos reflejados, el que nos ha marcado como personas, al que más admirábamos. Y lo será siempre, aunque tomemos referentes prestados como abuelos, tíos o primos, porque padre o madre no supieron estar a nuestra altura, demandas o deseos. Estos son los miembros de nuestra familia que más influencia ejercen en el subconsciente, que se crea en los primeros seis-siete años de vida y que luego permanece en el 95% de nuestros comportamientos no conscientes.
¿Qué decir de los hermanos? Como en los helados, hay de todos los gustos y, en muchos casos, suelen mediar como padres putativos, con o sin poderes otorgados; en muchos otros median las envidias, los complejos, las peleas que duran toda una vida y los celos con respecto a alguno de los padres. También hay muchos, muchísimos, que sirven de guía (en lo bueno y en lo no permitido), a los que admiramos y con los que nos sentimos, muchos años después, como en casa. Los padres nos dan la vida; los hermanos, unas veces la potencian y en otras la frenan. Y no me olvido de miembros «menores» en el escalado familiar, pero que son «mayores» en el afecto y el cariño; los afectos no siempre los garantiza la sangre más cercana. La genialidad no siempre está en el gen.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión