El oro
El problema del oro es el efecto que causa, la gente se vuelve loca. Lo decía Michael Caine en la película 'Rey de ladrones'. Con ... esa resonancia de autoridad que poseía su tono de voz más o menos impostado. Porque el dinero nos vuelve locos, sí. Y lo sabemos. Cuando ya se tiene mucho más que suficiente, se sigue ambicionando aún más y más. Qué infausta servidumbre. No hay sosiego. La pulsión del dinero es el motor y a la vez el combustible del sistema, ¿cómo escapar? Ni idea.
Pero bueno, estamos un día más ahí, en la terraza del Torino, Lucho y yo, hablando de lo que estábamos haciendo el día que murió Franco, y entonces me sale con que, en aquella época, no había corrupción. Y con que la gente vivía de maravilla. Y con que la justicia funcionaba. Y con que no había inmigrantes. Si no le digo nada, se embala. Se entusiasma él solo. Y no es el único. Lo estoy viendo en mucha gente, últimamente. Debe de estar de moda. Por supuesto, yo no le contesto. Que diga lo que quiera hasta que se canse. No obstante, qué casualidad, la corrupción también está de moda. Se empieza a cuestionar el tema de los aforamientos. Y a la vez, el tema de la impunidad de las empresas que untan. Cultivar ambas opacidades es añadir muchos alicientes a los corruptos, Lutxo, le digo. Y entonces me sale con que, precisamente, un día de estos, Michael Caine ha vendido su voz a precio de oro, para que una empresa de Inteligencia Artificial la comercialice. Y le digo que eso, seguramente, a partir de ahora, empezarán a hacerlo todos. Venderse a trozos. Yo te vendo mi voz, yo te vendo mis ojos, yo te vendo mis piernas. Y me suelta: pues esperemos que sea para bien.
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