El gran corruptor
La corrupción política vuelve a sacudir la opinión pública española y con una violencia tal que compromete gravemente el prestigio de nuestra democracia
En la discusión sobre la responsabilidad histórica de las figuras de autoridad que mantuvieron en su correspondencia el arzobispo anglicano Mandell Creighton y el historiador ... católico John E. Dalberg-Acton, este argumentó en contra de que el historiador exonerase de sus responsabilidades morales y jurídico-políticas a los poderosos, y a tal fin dejó escrita su consabida fórmula: «El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres son casi siempre malos, incluso cuando ejercen sólo influencia; más aún, como tú añades, cuando ejercen autoridad y con ella la tendencia o la certeza de la corrupción».
El liberal Lord Acton se refería al poder absoluto de Papas o Reyes, no sometido a ninguna autoridad o ley de este mundo, y tal vez cargó las tintas al afirmar que el poder corrompe siempre y a cualquiera. Pero no le faltaba razón al señalar como corruptor al poder, ni al identificar el poder corruptor con los poderosos que lo ejercen. El gran corruptor no es una entelequia, ni un parámetro funcional de un sistema corrupto, sino la autoridad que por acción u omisión es responsable último de una trama de corrupción.
Conviene recordar esto en tiempos como los nuestros, en que la corrupción política vuelve a sacudir la opinión pública española y con una violencia tal que compromete gravemente el prestigio de nuestra democracia, incluso corroe nuestra creencia básica en el sistema democrático mismo. No estará de más, por esto, mencionar de paso la conocida frase que pronunciara Churchill en el Parlamento inglés el 11 de noviembre del 47, mientras defendía la soberanía popular: «Se ha dicho que la democracia es el peor sistema de gobierno, excepto por todos los demás que se han probado de tiempo en tiempo».
Lo grave de los casos de corrupción que están saliendo a la luz radica en sus protagonistas; pues vinculan esa lacra con el líder y el partido político que se auparon al poder en junio de 2018 mediante una moción de censura en nombre de la regeneración democrática. A tal fin, trenzaron lazos con la izquierda radical y se orientaron al soberanismo. Atrás creyeron dejar el viejo sistema bipartidista corrupto, representado por el partido sentenciado por el 'caso Gürtel'. Por cierto, los periodistas que destaparon este caso recibieron el premio Ortega y Gasset de Periodismo de Denuncia en 2010.
Día tras día, desde hace meses, los medios de comunicación informan de los avances en la investigación de delitos en los que están imputados la esposa y el hermano del líder regenerador, y también estrechos colaboradores suyos en el partido y en el Gobierno. Su fiscal general (del Estado) está imputado por revelar secretos procesales de un ciudadano, formando parte de una estrategia de acoso y derribo contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Son de dominio público hasta los burdos intentos de miembros del partido regenerador por burlar la acción de la Justicia, acosando a los jueces y a la UCO. Para no hablar del indecente blanqueo, en el Tribunal Constitucional, de la corrupción socialista en Andalucía y de los graves delitos políticos de sus socios catalanes de gobierno.
La trama de corrupción Koldo, Ábalos y Santos Cerdán anidaba en la entraña misma de la voluntad del procès(o) de transformación del Estado español, al margen de la Constitución del 78, que está protagonizando el sanchismo desde el PSOE y el Gobierno de España con su coalición y sus socios. A lo que se añade la connivencia de todos ellos con lo que se va conociendo de esa trama. Un presunto delincuente, investigado como imputado en ella, fue el artífice y conseguidor de los pactos de investidura PSOE-Junts que hicieron posible ese gobierno de coalición y la autoamnistía del procès. A pesar de esa lacra, la presidenta de Sumar no dudó en mantener su apoyo al Gobierno en el Parlamento, mientras aseguraba, con contundencia, ser una «persona ética».
Está claro que a las filas del líder regenerador se extiende su ejemplo y su máxima, «resistir y hacer de la necesidad virtud», es decir, mantener e incrementar el poder a toda costa. ¿Se creerán príncipes del Renacimiento? Tengo para mí, que a fuerza de gobernar a golpe de decreto y negociación con sus socios, han dado en pensar que lo vigente y real es su relato de la República federal igualitaria, y que tan democrático fin legitima en sus estrategias la adopción de cualquier medio, incluso subvertir el ordenamiento jurídico español y desvirtuar el poder judicial que lo aplica. ¿A dónde se cree que va toda esta corrupción presente?
Nuestras frágiles democracias son el menos malo de los sistemas políticos entre otras razones porque el soberano es el pueblo y hay alternancia en el poder, porque la prensa libre puede destapar la corrupción y los jueces independientes sentenciarla, y porque la falta de veracidad, honestidad y responsabilidad política pasa factura en poco tiempo.
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