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Y se hizo la luz

Transcurrió un tiempo de tinieblas en el que se exacerbó la pena, en el que de nuevo hizo su presencia el ahogo y la falta de fuerzas. Y llegaron las vacunas y con ello su salvación

Jueves, 18 de febrero 2021, 07:21

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Ya habían transcurrido ocho años en una residencia de mayores, donde ingresó con 82 años, con salud y con enormes ganas de vivir, apostando ... siempre por la esperanza. Su única hija, casada y con un hijo independizado, en un momento en que su marido contrae una enfermedad irreversible, después de dos años de evolución penosa, se ve muy limitada en el ejercicio de su vida, y de acuerdo con su madre toman la decisión de que ingrese en la residencia, no sin profunda pena por parte de ambas. La madre se aleja de la hija y no la podrá ayudar en su dolor, algo esencial para ella, y la hija se separa de su madre, a la vez que la aleja de su casa, de su ambiente, en definitiva de los suyos. Le roba en contra de su voluntad parte de lo que es ella, para situarla en un lugar frío, lejano y carente de la ternura que ella siempre le ha dado.

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