Hosteleros

Muchos ciudadanos se han solidarizado con ellos por más que entiendan que debe contemplarse el posible riesgo que entrañan estos locales. Reconocen con ese apoyo su situación económica en este momento prolongada en el tiempo, pero también su trabajo, las condiciones laborales en las que lo desarrollan, sus horarios. Los clientes perciben su esfuerzo por sacar adelante su negocio.

Porque pocos trabajos más expuestos al público que el relacionado con la hostelería. Al riesgo y la incertidumbre de todo negocio se une la sobreexposición, el trabajar de cara a un público, exigente por lo general, intransigente muchas veces, que amenaza con huir a la competencia al menor desliz del camarero. El buen hostelero, con su cafetería, bar o restaurante, cuando consigue fidelizar al cliente, se siente contento. Al mismo tiempo, éste sabe agradecer el trato recibido y por eso se convierte en habitual.

En Torrelavega hemos tenido verdaderos profesionales de la hostelería que a lo largo de su trayectoria contaron con el justo reconocimiento de la clientela. Ahora que la pandemia nos ha provocado echar en falta los cafés, los vinos, las tertulias en bares y cafeterías, puede ser el momento de recordar a algunos de ellos, felizmente jubilados. Chemaro al frente de su emblemático Chema, Paco Mancebo en su pub A gogó, Jesús Bueno con el Baviera; los mellizos Luis y Serafín, primero, Guillermo después en el Brasil, Luis Miguel en la Villa de Santillana, José en el Mundial... Todos ellos símbolo de las buenas prácticas.