Inocente el que lo lea
SANTANDEREANDO ·
Mayúscula, y de pésimo gusto, fue la inocentada a los menesterosos de que se pasaran por el Ayuntamiento a recoger una cesta de NavidadDesde tiempo inmemorial, el 28 de diciembre se celebra el día de los Santos Inocentes. «Es inocente ocuparse de inocentadas» advierten anualmente los periódicos. Y, ... sin embargo, los mismos papeles que así lo advierten no renuncian a la costumbre de publicar inocentadas de propio cuño, en la seguridad de que a los lectores les va la marcha. Así, un gran tanto se apuntó cierto medio local al informar que el temporal nocturno, una surada del nordeste (mayúscula inocentada en la que nadie reparó) había arrastrado la Isla de Mouro hasta el Sardinero. ¡Inocente, inocente! Infinidad de crédulos peregrinaron a Piquío a contemplar tan grandioso fenómeno natural. Y mayúscula también, y de pésimo gusto, fue la inocentada (en forma de aviso) a los menesterosos de que se pasaran por el Ayuntamiento a recoger una cesta de Navidad, regalo de la Corporación. La cola llegó hasta Perines. El espíritu de la inocentada abusa de la credulidad. Un delicioso poema de autor anónimo y rima popular cuenta una sublime inocentada.
Los Reyes Magos, sabios antes que magos, así que supieron que el celoso rey Herodes mandó seguirles para conocer el lugar dónde se encontraba el Niño nacido para destronarle, herraron los camellos de revés para que los perseguidores siguieran una ruta distinta a la que llevaban. El pueblo llano se goza en la santa inocencia. De ahí que la función teatral más concurrida del año fuera, en los siglos precedentes, el Auto de los Santos Inocentes. En escena, los trasvestidos actores pregonaban tontadas, disparates y ocurrencias. Muy significativa fue la que informaba de la incorporación a la Asociación Protectora de Animales de un torancés que había arrastrado con los dientes, en el Alta, un carro con dieciocho quintales de peso, más la suegra. Quien, coronada de reina pasiega de los sobaos y las quesadas, tenía por trono un sayalín con un coloño de hierba y por cetro un rastrillo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión