Invasión de anglicismos
AL HILO DE LOS DÍAS ·
No se le puede poner puertas al campo. Ni agricultores y ganaderos, ni carpinteros, ni ingenieros agrónomos lo pueden conseguir. Suele acudirse a esta frase ... para referirse a los intentos imposibles que están condenados al fracaso. Y no me estoy refiriendo a la invasión de los plumeros, que lleva camino de convertirse en otro esfuerzo de improbable solución. Tampoco a la deseada medida para acabar con los botellones. Quería hablar de la invasión que sufrimos de anglicismos en todos los frentes.
Es cierto que siempre los ha habido, pero en los últimos años tengo la impresión que de un modo más acusado. Los medios de comunicación, la publicidad, las redes, han multiplicado, sí, exponencialmente, su presencia en el habla cotidiana. Hay una mezcla de esnobismo, pretenciosidad, prestigio, falsa cultura que se extiende como las manchas de aceite. Y, paradójicamente, esto sucede en un país en el que es sabido la poca gente que habla inglés (qué pensar de otros idiomas), las bromas que se han hecho incluso de los dirigentes políticos que apenas conocen los tópicos de un curso de iniciación. Hay ámbitos de la vida social en los que el colonialismo verbal es abrasivo: deporte, publicidad, moda, lenguaje digital, comercial y empresarial y cultural (música, cine, teatro, arte...).
Como dice Álex Grijelmo, 'mejor algo en inglés, que en ese idioma todo se puede vender más caro'. Encontrar soluciones para detener esta invasión, educar en el uso del idioma español y utilizarlo correctamente, es una tarea de todos. En casa en primer lugar, en los centros escolares después. En los medios de comunicación, al mismo tiempo. Y, finalmente, con una vigilancia atenta y con normas precisas de la Real Academia Española (RAE) . Por supuesto, no con actuaciones como la campaña Kiss & Go para facilitar dejar y recoger a los alumnos en los colegios. Un anglicismo innecesario.
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