La juventud frente a la pandemia
Ocasionalmente veo cuando puedo algún programa de La 2 de TVE, y de forma especial la evolución de los animales al salir de su huevo. ... Reciben a sus padres, que les alimentan, y de forma inmediata aletean, saltan del nido para quedarse en su lugar, hasta que adquieren fuerza para alejarse y ser libres. Es una historia de búsqueda de libertad, de madurez.
Esto me hizo reflexionar sobre nuestros jóvenes, desorientados, sin rumbo fijo, controlados por las normas y sus padres, carentes de algo tan esencial para su formación como la libertad. Sin contactos, sin confidencias ni complicidades de amigos, sin sentirse cercanos, sin un abrazo o un beso tierno de afecto, sin un abrazo de agradecimiento, solos, fríos, ausentes y, además, acusados, criticados por casi todos como los culpables de los contagios. Su amargura, frustración, tristeza y soledad es, en algunos casos, infinita. Porque requieren del vuelo, en principio corto, para iniciar su acercamiento a la vida normal. Necesitan de contrastes, de criterios, de confrontaciones, de encuentros cercanos que les proporcionen el calor y la esperanza de la vida. Discusiones, comentarios al anochecer o en la madrugada, vivir en grupos, compartir, participar. Implicarse, que es aprender y seguir. Esta, nuestra injusta sociedad, les ha amputado, de un lado, la libertad tan necesaria, incluso diría esencial en su formación como personas. No es de extrañar la búsqueda de compañía en momentos extemporáneos. Y, por otra parte, les ha robado el futuro, siempre incierto, inseguro y muy lejano, sin que impresione que a nadie le preocupe. Libertad y futuro son el binomio que propicia felicidad, ganas de luchar, ganas de implicarse en la vida, permite vivir con esperanza. Ante una situación tan frustrante, tan nada atractiva, es normal que traten de olvidarla, buscando formas robadas a las normas, de encuentros que propicien liberación y grata fantasía.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión