La oposición selectiva
PP y Ciudadanos insisten en su estrategia de centrar la crítica en la parcela socialista del Gobierno y en reclamar a Revilla que rompa con Pedro Sánchez y su partido en Cantabria
Al consejero regionalista de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, le brindan todo el apoyo que necesite en su cruzada contra la superprotección del lobo que ... consagran la ministra Ribera y sus asesores ecologistas. Al consejero socialista de Sanidad. Miguel Rodríguez, le hacen comparecer tres veces por semana en el Parlamento para pedir su cabeza. Un trato tirando a indulgente al presidente Revilla y un escrutinio severo al vicepresidente Zuloaga. Es la oposición selectiva que PP y Ciudadanos proyectan desde hace mucho tiempo esperando en vano la ruptura de Revilla con Pedro Sánchez y con el PSOE cántabro, y que mantienen todavía en muchos momentos del debate político. Los socialistas intentan resistir la ofensiva e interpretan la estrategia como un síntoma de debilidad de sus líderes, María José Sáenz de Buruaga y Félix Álvarez, que buscan en Revilla un refugio para su supervivencia.
No es que PP y Ciudadanos renuncien a censurar al PRC y a Revilla, pues al fin y al cabo es el responsable máximo de todo el Ejecutivo, pero a menudo se trata de una oposición de baja intensidad. Nada que ver con la presión sobre la parcela socialista del Gobierno. Por ejemplo, la Consejería de Sanidad de Miguel Rodríguez en el controvertido proceso de vacunación del covid 19, pero ahora que la tercera ola de la pandemia parece contenida, que en abril pueden estar inmunizados dos de cada tres cántabros si llegan dosis suficientes, dice el consejero, y que las restricciones se suavizan en la sufrida hostelería, hay que diversificar los objetivos. En primer lugar aparece el líder socialista Pablo Zuloaga, que hace algunas semanas recibió muchas críticas por organizar una comida de doce personas para cumplimentar al entonces ministro Illa, y al que ahora se acusa de colocar en la Administración a militantes y gente próxima al PSOE para reforzar su liderazgo interno en el partido.
Es una batalla contra el PSOE de Cantabria, pero también y sobre todo contra el Gobierno Sánchez, como lo demuestra el debate sobre la protección del lobo frente a los ganaderos que lo sufren. El argumentario esencial de PP y Ciudadanos cuando ofrecen su apoyo a Revilla frente a las medidas de Ribera es que rompa con Sánchez porque en esta materia y en tantas otras ir de la mano con el presidente del Gobierno central y con el PSOE siempre resulta un 'mal negocio' para Cantabria. En lo que concierne al asunto del lobo, los socialistas cántabros no quieren pillarse los dedos. Seis diputados votan en consenso con los demás grupos en defensa de la Cantabria rural y ganadera, y el séptimo, Javier García-Oliva, se pronuncia a la contra en nombre de los conservacionistas del partido y de la ministra Ribera. Todos los flancos cubiertos, dicen los malpensados de la oposición.
Las vicisitudes de la pandemia, el conflicto del lobo, las colocaciones de los partidarios de Zuloaga, la defensa de las empresas electrointensivas…Toda la artillería del centro-derecha persigue la ruptura de Revilla con Pedro Sánchez y con el PSOE, eso que han acariciado durante todo el año 2020 y que nunca se ha materializado. Vox no comulga con la oposición selectiva, porque subrayan que Revilla es el jefe y no se puede ir de rositas. Hasta en el PP hay a quien le parece una estrategia inservible el trato deferente al líder regionalista después de tirar un año largo de oposición a la basura.
En efecto, el tiempo pasa y la oferta de garantizarle la gobernabilidad a Revilla si rompe con el PSOE no fructifica y además cada vez tiene menos sentido a medida que avanza la legislatura hacia el horizonte electoral de 2023.
Revilla siempre se ha dejado querer por el PP y Ciudadanos, ha agradecido su buena disposición, les ha ofrecido consenso presupuestaria, pero hasta ahí. Desde el ruidoso voto en contra del PRC a la investidura de Pedro Sánchez hasta el momento, la coalición con el PSOE en Cantabria ha sobrevivido a las situaciones de crisis y, en general, el apoyo regionalista a Sánchez en las Cortes se ha mantenido en los asuntos importantes.
La prueba de fuego en esas relaciones serán los fondos europeos, y muy especialmente, la financiación de La Pasiega, emblema eterno del regionalismo gobernante. El 'superconsejero' Javier López Marcano acaba de aterrizar, pero ya tiene claras dos cosas: que La Pasiega tendrá una gran acogida en el tejido empresarial y que el proyecto es complejo y difícil de sacar adelante, como lo prueban los escasos avances logrados en todos estos años. Pese a las buenas palabras de Sánchez, no faltan tampoco las dudas sobre encaje de La Pasiega en las estrictas directrices de Europa sobre la naturaleza y el limitado tiempo de ejecución que se exigen a los proyectos para los que se reclama financiación.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión