Publicidad en televisión
Hace unos días quise distraerme un rato viendo la televisión. El azar me llevó a una cadena que estaba emitiendo publicidad. Qué maravilla, qué ... gozada. Llevaba más de diez minutos disfrutando cuando, inesperadamente, la interrumpieron por un programa de producción propia. Qué falta de respeto. Con lo bien que lo estaba pasando con los consejos para adquirir lo que no necesitaba. Además, qué programa más malo presentaban. Me he permitido comenzar con una broma para hacer referencia a la cantidad de publicidad que las emisoras privadas emiten. Para ellas es fundamental. Claro que en muchas ocasiones es excesiva para el espectador y se introduce en medio de un programa (una película, un debate), rompiendo el ritmo, la tensión del mismo.
Pese a la broma inicial, sí quisiera destacar la calidad de los spots desde el punto de vista de la realización. Hay algunos deslumbrantes. En más de una ocasión he quedado atrapado por el poder seductor de las imágenes, la interpretación de los actores o los imaginativos guiones. Hay algunos productos cuyas campañas son de una gran belleza, por ejemplo, los de automóviles. Nada extraño cuando sabemos que algunas grandes empresas han contratado a prestigiosos directores para realizarlos.
Hace años, en Santander, un cine comercial programaba un día al año en el que proyectaba una selección procedente de un festival internacional de publicidad. Recuerdo que acudía mucho público. Los spots como una suerte de cortometrajes. Espero con curiosidad los que se verán de cara a las Navidades, especialmente condicionados por la pandemia: encuentros, celebraciones, regalos...
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