Canciones para un genocidio
En las películas, cuando se pretende describir el carácter despiadado y grotesco del personaje malvado, se le presenta en un ambiente lujoso comiendo en una ... mesa con sabrosas viandas, mientras amenaza a una víctima desaliñada ordenando instrucciones a sus vasallos. La reciente edición del Festival de Eurovisión, con la participación de Israel, me ha recordado esa grotesca y pantagruélica escena mientras la ruina, la muerte y la desolación asolaban Gaza.
Durante los días en los que los cantantes de los países participantes afinaban sus voces, el Gobierno de Israel bombardeaba a la población civil de Gaza causando cerca de un centenar de muertes al día. El argumento es que los terroristas de Hamas se refugian en los colegios, en los hospitales y en los campos de refugiados. Pero la realidad es otra. Israel mantiene su plan de exterminio, palabra que dejará de ser exclusiva del régimen de Hitler. Las bombas han arrasado ciudades y han asesinado a unos 53.000 palestinos (aproximadamente la población de Torrelavega). Y si las bombas no son suficientes, Israel mantiene la evidencia del genocidio con su bloqueo humanitario, porque también se mata con hambre, el arma más execrable, que sobre todo afecta a los más débiles. Casi 60 niños han muerto de hambre en los dos últimos meses, según la Organización Mundial de la Salud, que calcula que 71.000 menores de 5 años podrían sufrir desnutrición aguda en las próximas semanas, con secuelas importantes en toda una generación, si llega a sobrevivir.
El canto de Yuval Raphael y su exhibición internacional mientras se masacra a miles de inocentes es una crueldad más. No es casualidad que Yuval Raphael fuera una superviviente de la no menos criminal matanza de Hamas en el festival de música de Nova. Con este mensaje, Eurovisión ha retransmitido la música del genocidio y también la de la burla de un país poderoso y despiadado con una mentalidad medieval y vengativa.
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