Ya sé que no se estilan. En los primeros años del siglo XX Emilia Pardo Bazán ya presentía que eso de las cartas tenía mala ... pinta. Echaba las culpas a las postales, al teléfono y al telégrafo, y sin conocer el correo electrónico ni el WhatsApp, aseguraba que la carta iba a convertirse en un «recuerdo histórico, un cachivache de antaño». Y no le ha faltado razón a la gran escritora gallega.
Pero imagínense que abren el buzón de su casa y, entre los anodinos sobres mecanografiados con ventana de plástico que hace las veces de encabezamiento, hete aquí que llega una carta escrita a mano, con tinta de antigua pluma y caligrafía casi artística. Qué ilusión. Con algo más de fantasía me recreo leyendo el remite: José María de Pereda. Y si creo que es un sueño poder leer una carta del genio de la literatura montañesa, agárrense bien que ya tenemos 1.353 de ellas a las que podemos acceder gracias al laborioso trabajo del profesor Salvador García Castañeda y al atrevimiento de la Sociedad Menéndez Pelayo (SMP), que en estos tiempos ha editado la monstruosidad de 2.400 páginas repartidas en tres volúmenes.
Las cartas, dirigidas a casi trescientos destinatarios, entre ellos grandes celebridades de las letras, suponen una aportación fundamental para el estudio más íntimo del novelista de Polanco, y los índices onomásticos y cronológicos que lo acompañan convierten la obra en una excelente base para continuar las investigaciones sobre el autor de 'Sotileza', al que en su época le dedicaron esta octavilla: «Montañés sencillo y franco/ que no cesa de correr/ de Santander a Polanco/ de Polanco a Santander/ Con lápiz inteligente/ dibuja del natural/ y ha adquirido justamente/ un renombre universal».
Y no habrá dudas, con las cartas y el trabajo de García Castañeda que pueden leerse y descargarse gratis en la web de la SMP, Pereda correrá más lejos que de Polanco a Santander.
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