El 'no' de Revilla fuerza la máquina
El PRC, que ve más riesgos que beneficios en respaldar a Sánchez, encadena la amenaza de ruptura del PSOE y el fulminante respaldo del PP de Casado a la estabilidad del Gobierno de Cantabria
Jesús Serrera
Domingo, 5 de enero 2020, 07:57
No será porque Revilla no lo hubiera advertido reiteradamente durante las últimas semanas, en los foros más importantes de Cantabria y en las televisiones nacionales: ... que ningún tren es más importante que preservar la unidad de España consagrada en la Constitución. El aviso sonaba rotundo, aunque pocos creyeron que el líder regionalista iba en serio, que más bien se dedicaba a practicar un funambulismo 'bienqueda' con todos: primero 'españolear' un poco y luego que el voluntarioso Mazón le diera el voto a Pedro Sánchez, como en la fallida investidura de julio. Todo es posible todavía en la vertiginosa actualidad política, pero esta vez Revilla, salvo que la situación se reconduzca 'in extremis', ha anticipado el 'no' al jefe supremo de los socios del PSOE en Cantabria. El presidente fuerza la máquina del pacto de Gobierno con Pablo Zuloaga porque no le van a faltar otros pretendientes. No se había apagado el eco de la amenaza socialista cuando Pablo Casado anunciaba solemnemente en el debate de investidura que el PP garantizará al PRC la estabilidad del Gobierno de Cantabria en caso de fractura del pacto con el PSOE. Sonrisa taimada en el regionalismo, preocupación entre los socialistas por si se han pasado de frenada. Incertidumbre general.
Desde la izquierda le reprochan al PRC de Revilla que se haya alineado con la triple derecha de PP, Ciudadanos y Vox, pero al otro lado recoge sonoros aplausos por renunciar a enrolarse como último grumete en la procelosa travesía que Sánchez está dispuesto a emprender con los enemigos de la Constitución, Unidas Podemos, ERC, PNV o Bildu, como pasajeros de primera clase.
A medida que avanzaba la opaca negociación para la investidura de Sánchez, en el PRC se instalaba la idea de que en este multipacto tiene poco que ganar desde una posición subordinada frente a catalanes, vascos e incluso valencianos, y peleando por las migajas de las compensaciones del Estado con gallegos, canarios o turolenses. Y a Revilla le dice su olfato que hay mucho capital político en riesgo por contaminarse con el populismo de izquierdas y con el independentismo, máxime si la previsible inestabilidad política desemboca en unas nuevas elecciones en el corto o el medio plazo.
La cúpula regionalista entiende que el núcleo esencial de su militancia y electorado es centrista, moderado, alejado del nacionalismo y de la izquierda radical. Bien es verdad que en un partido muy transversal en lo ideológico tampoco falta el sector no españolista, minoritario, que ahora se siente defraudado al ver a Revilla envolverse en la bandera rojigualda en vez de vender el voto a Sánchez a cambio de una buena recompensa, como los demás negociadores periféricos.
El PRC cree jugar sus cartas desde una posición de ventaja. Suyo ha sido el estandarte de la reivindicación del Estado que le ha proporcionado tres éxitos electorales consecutivos y suyo el compromiso arrancado al Gobierno central para que satisfaga la deuda histórica con Cantabria. Si a Sánchez se le ocurre castigar a Revilla con el incumplimiento de sus promesas, será el PSOE el que pague la ofensa.
El 'no' del PRC a Sánchez, si se verifica hasta el final del debate de investidura, entraña riesgos. El primero, claro, la estabilidad del Gobierno regional. El PSOE ha reaccionado como una pantera acusando al socio de dinamitar el pacto con el rechazo al candidato socialista. El PRC prefiere creer que el acuerdo bipartito sigue en vigor, pero otea el horizonte por si acaso hay que cambiar de planes.
Pactar con el PP es factible para el PRC, ya tienen el aval de Casado y de Buruaga. También con Ciudadanos es posible el apaño, aunque sin una confortable mayoría parlamentaria. Y puede también que la sangre no llegue al río con el PSOE. Pelillos a la mar si finalmente Pedro Sánchez se acomoda en La Moncloa con los votos que le lleguen de aquí y allá.
El PSOE cántabro ha seguido las instrucciones de Madrid para presionar a Revilla, pero a la hora de la verdad la ruptura del pacto sería un asunto muy serio. Es el socio menor y más débil del negocio común con el PRC y el PP está como loco por ejercer de salvavidas de Revilla si se confirma el naufragio. Para el PSOE, renunciar a la gestión de la sanidad, la cultura, la economía, el empleo o la acción social, abdicar de su compromiso con el estado del bienestar, perder los recursos del poder y de paso también el nicho laboral que supone la Administración para los militantes más fieles, más la guinda de poner en peligro un buen puñado de alcaldías importantes que se sostienen con respaldo regionalista tiene tanto calado político que, llegado el momento, merecería una reflexión detenida de la cúpula que lidera Zuloaga. Ahora bien, si se trata de responder con coraje, dignidad y sacrificio a los agravios de un PRC de Revilla tan soberbio y tan escorado a la derecha como le perciben, esta sería una buena oportunidad para el PSOE. Pero hace tanto frío en las trincheras de la oposición…
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