Señales de estío
Mientras disfrutamos de la playa o de los cafés, hay nubes de tormenta que parecen reunirse en alguna parte con torvos designios
Una de las muchas descripciones inolvidables de 'El mundo de ayer: memorias de un europeo', cuyo manuscrito el autor vienés Stefan Zweig envió a su ... editor prácticamente en la víspera de su suicidio en Brasil en 1942, nos ofrece el contraste entre la relajación del verano y los dramas en gestación. En vísperas del estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Zweig nos sitúa en sus vacaciones estivales en Le Coq, cerca de Ostende, Bélgica: «Los felices turistas se tumbaban bajo sus tiendas de colores en la playa o iban a bañarse, los niños volaban cometas y la gente joven bailaba frente a los cafés del malecón. Todas las nacionalidades se juntaban pacíficamente (…). La única perturbación procedía del chico de los periódicos, quien, para estimular el negocio, voceaba los amenazadores titulares de la prensa de París: 'Austria provoca a Rusia', 'Alemania prepara la movilización'».
Hay historiadores (para interesados, ver el libro coordinado por David Stevenson y Holger Afflerbach) que opinan que la creencia en que una guerra general era «improbable» fue un factor que paradójicamente la provocó, ya que nadie se tomó la opción en serio hasta que resultó demasiado tarde.
No hay duda de que la gran diferencia de este verano de 2019 respecto del de 2018 son las noticias económicas preocupantes. Mientras disfrutamos de la playa o de los cafés, hay nubes de tormenta que parecen reunirse en alguna parte con torvos designios. No me refiero solamente a la ingrata noticia del principio de esta legislatura autonómica en Cantabria, un posible recorte descomunal del gasto previsto. Además de este susto doméstico, se suceden los titulares que avisan de recesión. La caída de consumo eléctrico industrial viene desde hace meses anticipando complicaciones. Alemania se resfría, usted espere la pulmonía. Pero, además, Gran Bretaña es un enorme mercado para los alemanes, y un 'Brexit' salvaje perjudicará sus exportaciones. Creo que en eso se basa el 'juego del gallina' de Boris Johnson, a ver si Berlín se acongoja.
Alemania también es nuestra compradora. Este año ya ha adquirido bienes de Cantabria por más de 200 millones, un 16% de lo que vendemos fuera. El año pasado superó los 400 'kilos'. Gran Bretaña nos ha comprado ya 70 millones, y el año pasado dejó la cifra final en 142. Francia e Italia son nuestros otros grandes clientes (entre ambos sumaron 640 millones el pasado ejercicio). Tenemos mucho que sufrir si se conjugan un mal 'Brexit' y un súbito parón en Alemania y Europa occidental.
Zweig recuerda la sorpresa de los veraneantes de Ostende al ver columnas del ejército belga en que los perros tiraban de carritos con ametralladoras. El escritor austríaco estaba tan convencido de que se respetaría la neutralidad belga, que dijo a sus amigos: «Que me cuelguen de esa farola si Alemania ataca a Bélgica». Luego les agradeció que no le hubieran tomado por la palabra. ¿Quién se atrevería hoy en Cantabria a apostarse la farola contra un topetazo económico durante los próximos doce meses? Quizá no seamos muy diferentes de aquellos turistas felices que oían titulares inquietantes sin llegar realmente a creérselos.
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