El tira y afloja del consenso
El debate político alterna los buenos propósitos de unidad ante la crisis y los agrios enfrentamientos por la desconfianza entre enemigos irreconciliables
Jesús Serrera
Domingo, 5 de julio 2020, 07:55
La búsqueda de un gran acuerdo político para la reconstrucción de Cantabria, que ha explorado esta semana el debate sobre el estado de la región, ... resulta de momento un tira y afloja en el que se suceden vertiginosamente pronunciamientos de buena voluntad y gestos de desconfianza, ofertas y contraofertas, críticas, desplantes y bronca. La unidad de acción se presenta como un factor vital a la hora de enfrentar una crisis ya desatada y que se pondrá mucho peor a partir del otoño, pero a los dos grandes partidos, PRC y PP, después de 17 años de enemistad manifiesta, les cuesta mucho encontrar cauces para un buen entendimiento y al PSOE tampoco le gusta que le hagan sombra en el Gobierno.
La pandemia y sus devastadores efectos han dado lugar a un debate con planteamientos y desarrollo inéditos hasta para el principal protagonista, Miguel Ángel Revilla, que las ha visto de todos los colores en los 36 que lleva a cuestas –todos los que se han celebrado–. Destaca el hecho bastante surrealista de que el presidente, en mejor forma que en el último debate de 2018, dedicase una porción sustancial de su discurso de 121 minutos a criticar al jefe supremo de quienes son sus socios en el Gobierno, los socialistas, de cuerpo presente mientras desgranaba los agravios recibidos desde el Gobierno Sánchez.
El Ejecutivo regional PRC-PSOE dispone de una holgada mayoría parlamentaria, pero Revilla propone un acuerdo todavía más amplio en la aprobación de los Presupuestos 2021 y en la reivindicación de un mejor trato de Madrid. No es sólo lo que conviene a Cantabria para abordar la reconstrucción, supondría también un buen blindaje del presidente ante una crisis de tal magnitud que puede llevarse por delante hasta a los más acreditados supervivientes de la política.
En el debate, Partido Popular y Ciudadanos se mostraron proclives al entendimiento, pero no a hacer tabla rasa de la gestión del Gobierno antes de la explosión de la pandemia ni a dar por buena cualquier iniciativa que no concrete una hoja de ruta bien definida para alentar la reactivación. Mucho menos Vox, todavía más crítico, que ni busca apaños con el Ejecutivo ni tampoco se los ofrecen. Los populares quieren darse a valer como primera fuerza opositora. Su contraoferta de acuerdo a Revilla se extiende a toda la legislatura, lo cual le otorgaría el estatus de partido garante de la estabilidad política para que Revilla se deshaga del PSOE en cualquier momento. Esa posición quizá también ayudaría a afianzar el liderazgo de María José Sáenz de Buruaga ante las eventuales veleidades de los jefes de Génova.
El debate sobre el estado de la región ha sido una suerte de ducha escocesa que intercala calor y frío. Por un lado, algunos acuerdos relevantes propuestos por el PP como el de acometer desde el consenso un plan de recuperación económica 2020-2023 o el que insta a la retirada del recurso estatal que frena el dinero del nuevo Valdecilla, apoyada por el PRC y el PSOE en contra. Por otro, agrios enfrentamientos que introducen dudas sobre si se persigue la unidad o más bien el desgaste del rival. A veces en asuntos de fondo y en otros meramente formales a la hora de elaborar, discutir y votar las propuestas de resolución, las diferencias minan la confianza entre los grupos y menguan la fuerza del consenso y de la reivindicación al Estado.
Al final de la discusión, los socialistas de Pablo Zuloaga no podían ocultar su regocijo por la gresca del PP con los portavoces gubernamentales, porque eso enfría el peligroso acercamiento de los populares y el regionalismo particularmente visible en las quejas y reclamaciones al Gobierno Sánchez.
El PSOE festeja especialmente que Revilla, hacia el final del debate, aconsejara al PP que abandone toda esperanza de tocar poder en Madrid, lo que a su juicio significa que los populares también seguirán a la intemperie en Cantabria. Los socialistas no quieren al PP cortejando a Revilla, naturalmente prefieren verlo en la oposición pura y dura. Para combatir con éxito la pandemia y sus efectos y mirar por el futuro de la región ya está la 'parte progresista' del Gobierno regional, proclama el PSOE con desparpajo.
Bueno, el futuro también depende del desafío del 'papeluco', el compromiso del Gobierno Sánchez con Cantabria en materia de infraestructuras y dinero que deberá tener plasmación en los inminentes Presupuestos del Estado. En el debate de esta semana Revilla y el PRC alternaron las críticas a Sánchez con alguna expresión de confianza en que cumplirá sus promesas. Los regionalistas niegan haber recibido señales tranquilizadoras, más allá del acelerón al estudio informativo del tren rápido con Bilbao, y se mantienen a la expectativa con el diputado Mazón vigilante y metiendo presión en Madrid.
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