Un viaje por los géneros
CRÍTICA MÚSICA/CICLO RAQUEROS DEL JAZZ ·
AMarco Mezquida le gusta jugar con su público. Improvisar cuando está solo al piano; amagar la disonancia. Cambiar la melodía cuando ya están en la ... punta de la lengua las 'Lágrimas negras', el 'Love Me Tender' o el 'Palomitas de maíz', que todo sirve. El martes los Raqueros del Jazz trajeron a Mezquida en doble sesión. Solo en la primera y acompañado por Aleix Tobías a la percusión y Martín Meléndez al chelo en la segunda.
Solo al piano, Mezquida es capaz de evocar el expresionismo de Murnau o el club de jazz clásico con tempos acelerados a ritmo de atleta combinados con improvisaciones. Porque en su música mucho es repentista, pero nada casual, y viaja por el jazz clásico y los ritmos canónicos hacia propuestas evocadoras y complejas mientras crea ritmos que rompe de pronto para suceder melodías que se atropellan a un ritmo frenéticamente perfecto. Un viaje combinado y alterno del desasosiego a la euforia que exige esfuerzo hasta entrar en ambiente para experimentar después un constante crecimiento en medio de una precisión de cirujano al teclado.
El dominio de un músico con formación clásica que la trasciende le permite pasar por el blues, abrir ventanas desacomplejadas a las raíces tribales y hacer guiños al pop en un paseo guiado por todos géneros sin perder el estilo propio; transitando de uno a otro como si no existieran fronteras. Un viaje, de paso, con muchas referencias.
Marco Mezquida con su Dreams Trío es otra cosa. Es una aleación de sonidos más colorida, como necesariamente debe serlo, pero con el mismo carácter. Aleix Tobías se apoya no solo en la batería, sino también en otras percusiones y un bombo legüero que devuelve de nuevo a la tribu entre composiciones propias de Mezquida, adaptaciones e improvisaciones.
Porque el arranque del trío es como el del solista: la evocación de un ambiente; la creación de una atmósfera. En este caso, la lluvia en la percusión; la música más atávica y meteorológica en el piano de Mezquida. Como un prólogo primitivo que adelanta el viaje por los tiempos y las sensaciones. Una recreación compacta que toma más cuerpo conforme la audiencia se sumerge en la propuesta en un contenido in crescendo.
Esa sonoridad más amplia, como corresponde a la propuesta en trío, es ese chelo casi eléctrico de Meléndez. Un sonido que se ilumina en 'Carpe Diem' y viaja por los 'Vientos Elíseos' en homenaje a Eliseo Parra en una propuesta cada vez más alegre e incluso festiva sin olvidar la base jazzísticas al ritmo frenético de Mezquida, casi tan contagioso como su simpatía sobre el escenario y su capacidad para conectar con el público
Todo para recorrer un disco, 'Talismán', que bebe de innumerables fuentes. También del folklore argentino, como lo presentó el propio Mezquida, contagiado de zamba cuando viajó a Buenos Aires para una serie de conciertos de la que salió 'Alfajor', una pieza que estrenó hace tres años también en el Rvbicón y en la que invita a participar al público en un derroche empático.
Y así, entre improvisaciones, repertorio propio y versiones, pasaron la noche Marco Mezquida y sus compinches en una doble sesión que de nuevo llenó la sala, como antes lo hicieron Carles Benavent, Jorge Pardo y Tino di Geraldo en el exitoso regreso de los Raqueros del Jazz.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión