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Ibón de Batisielles
Aragón, mejor rincón 2013

Aragón, mejor rincón 2013

Batisielles, con su ibonet o laguito cristalino engastado en una verde pradera y su arroyo que baja haciendo eses entre rododendros, pinos negros y montañas tan altas y afiladas como las tucas de Ixeia y la agujas de Perramó, no sólo es la postal definitiva del Pirineo oscense. También es una de las rutas de montaña más apetecidas y frecuentadas, que no tiene pérdida posible

guía repsol

Domingo, 24 de abril 2016, 01:48

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Tras dos horas de caminata, primero por pista forestal y luego por senda pedregosa y empinada, se arriba al ibonet, donde hay un ambientazo de alta montaña y unas vistas que quitan el sentido y reducen drásticamente la memoria de las cámaras, porque para los fotógrafos Batisielles es un vicio, casi una droga.

Desde el ibonet, la ruta se puede prolongar hasta el ibón grande de Batisielles (una hora) o hasta los de Escarpinosa (tres cuartos). Ambas opciones están señalizadas con letreros. Las palabras del conde francés Henry Russell, que recorrió en la segunda mitad del siglo XIX estas soledades de piedra, agua y cielo, siguen valiendo para expresar lo que siente hoy el montañero: ¡Qué paraísos terrenales, los ibones de Escarpinosa, los inmensos bosques que los rodean y el encanto irresistible de estos lagos perdidos en los lejanos desiertos de los Pirineos, escondidos entre los abetos, desconocidos por la masa, en los que se reflejan pirámides salvajes de 3.000 metros, campos de nieve inmensos y el mundo misterioso de las estrellas! Ojalá pueda la naturaleza conservar aquí durante mucho tiempo, e incluso siempre, su manto de flores, su gracia y su virginidad.

Espectaculares paisajes

Nos transportan a otra dimensión

Antes o después de subir a Batisielles, hay que visitar la villa de Benasque, que conserva un coqueto núcleo antiguo de callejas angostas, casas de piedra gris y tejados de pizarra gruesa cual pavimento de calzada romana. Allí descuellan la iglesia renacentista de Santa María la Mayor, el palacio de los condes de Ribagorza (siglo XVI), la casa de Marcial Río (siglo XVII), la solariega casa pirenaica de Fauye y la infanzona de Juste (siglo XV), esta última con gran torreón almenado. En los restaurantes de Benasque abundan la caza, las truchas y las setas, como abundan en el monte.

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