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Dibujo de una fragata en construcción. Colección Marqués de la Victoria.
Los carpinteros de los astilleros de Guarnizo

Los carpinteros de los astilleros de Guarnizo

La existencia de buenos trabajadores hizo que la Corona situase en la costa cantábrica los principales astilleros en la construcción de galeones y navíos

Jesús maría rivas

Martes, 12 de septiembre 2017, 07:24

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En artículos anteriores que se han venido publicando en este suplemento de El Diario hemos hecho mención al emplazamiento de las gradas de los Reales Astilleros de Guarnizo; a los personajes ilustres y políticos que influyeron para que estas gradas se instalaran en las laderas de Guarnizo o La Planchada y no en otro lugar; a los asentadores, promotores, constructores y directivos del proceso de construcción naval; a los nombres de los barcos construidos para la armada real, que dejaron su huella en la historia de España y los de aquellos avezados marinos, que con su sabiduría, los llevaron a conseguir importantes victorias navales.

Hoy vamos a intentar realizar un leve acercamiento a los trabajadores de los astilleros: artesanos, carpinteros de ribera, aprendices y peones, que pusieron los cualificados conocimientos de su oficio para construir, al servicio de la corona española, los mejores barcos de su época. Hay que tener en cuenta que, hasta el siglo XVIII, no se crean unas normas escritas y unificadas para la construcción de fragatas y navíos, así que, los carpinteros dependían, en su totalidad, de los conocimientos alcanzados a través de su propia experiencia.

Precisamente, la existencia de buenos trabajadores artesanos en la carpintería de ribera, a lo largo de la costa cantábrica (Guipúzcoa, Vizcaya y Cantabria) donde se construían barcos de pesca y cabotaje, -recordemos las naos que llevó Colón- fue una de las diversas razones que impulsaron, a los asesores de la Corona, a situar, en la costa Cantábrica, los astilleros más importantes en la construcción de galeones y navíos.

Comenzaremos con los maestres que dirigían la construcción de los barcos, uno de los oficios más cotizados por sus conocimientos y experiencia en la construcción naval y que tenían su «librillo» de técnicas y medidas; bajo su dirección estaban los contramaestres que dirigían cuadrillas de carpinteros, serradores, ferreros, etc.; estas cuadrillas, a su vez, estaban compuestas por los distintos oficiales con sus aprendices, y peones.

El número de trabajadores que movía la construcción naval era enorme para su época, según hemos podido saber de datos tomados de Santiago Mendiola Gil, en un cuadernillo que publicó para la Expo de Sevilla. Así, según esta información, cuando Fernández de Isla construye en los astilleros de La Planchada, un asiento de cuatro navíos para el rey Fernando VI, que se llamaron 'Poderoso' ,'Serio', 'Soberbio' y 'Arrogante', trabajaban en el astillero 1.259 hombres y para comprender la dimensión del dato, recordaremos que Santander tenía entonces 2.800 habitantes.

No es de extrañar, por tanto, que tanto Antonio de Gaztañeta como el Marqués de la Ensenada, durante su tarea al frente de los Reales Astilleros de Guarnizo, construyeran diversas edificaciones en torno a las gradas de los astilleros como residencias y almacenes, formando el embrión del núcleo urbano que terminaría siendo el pueblo de Astillero.

Los astilleros que, como el de Guarnizo, trabajaban mucho para la armada real, estaban sujetos a los avatares políticos, las alianzas estratégicas de la monarquía reinante, las luchas constantes por el dominio del mar entre ingleses, franceses y españoles e intereses económicos varios, de manera, que trabajaban con continuidad en la actividad constructora unos años y estaban al pairo otros; esta circunstancia obligaba a los carpinteros, maestres y otros oficiales a ir rotando por los astilleros en los que conseguían los contratos.

Esta rotación de trabajadores queda descrita al finalizar la dirección del Astillero de Guarnizo de José Campillo, con la botadura del Real Felipe, en 1732, y como los operarios del astillero se reparten por los departamentos de Ferrol, Cádiz y Cartagena. Comenzaba a potenciarse en aquellos momentos el astillero y arsenal de Ferrol, como gran rival que fue del Real Astillero de Guarnizo.

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