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Santoña, con cientos de hectáreas ganadas a la marisma, es una localidad potencialmente inundable. Antonio 'Sane'
El cambio climático amenaza las marismas de Santoña

El cambio climático amenaza las marismas de Santoña

Un estudio revela que la subida del nivel del mar para finales de siglo puede inundar el 17% de la localidad | Es la concluisón a la que han llegado investigadores del Instituto de Hidráulica, que consideran que se verán afectadas las zonas más bajas del estuario

José Carlos Rojo

Santander

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Miércoles, 10 de octubre 2018, 07:15

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No es el peor de los escenarios planteados en el horizonte cántabro de cambio climático y pese a eso tendrá serias implicaciones económicas, sociológicas y medioambientales. «Hemos calculado que de aquí a cien años el nivel del mar podría subir algo más de medio metro en el estuario de Santoña», explica Cristina Galván, una de las investigadoras del Instituto de Hidráulica implicadas en el estudio que ha relevado este dato.

El problema no es tanto ese incremento como el modo en que afectará a un estuario de praderas bajas, muchas de ellas ganadas al agua tras décadas de rellenos artificiales. Según los cálculos de este mismo informe, se inundarán cerca de 200 hectáreas hoy dedicadas a la agricultura, la ganadería, el marisqueo y el turismo. Es una superficie equivalente al 17% del territorio del municipio –si se tiene en cuenta que alcanza hasta 1.153 hectáreas–.

Son los datos que centran las conclusiones del proyecto Mares, un estudio puesto en marcha el pasado año para predecir lo que está por venir en la costa cántabra. «Por el momento nos hemos centrado en cuatro estuarios de la cornisa cantábrica: Txingudi (País Vasco), Villaviciosa (Asturias), Ribadeo (Galicia)y las Marismas de Santoña», explica Galván, que junto a Elvira Ramos ha completado la investigación dirigida por la catedrática Araceli Puente.

El 47% de la actividad económica del municipio se verá afectada

Según las previsiones, el impacto de esta alteración de los usos de los terrenos inundados podría afectar hasta a un 47% de la actividad económica de la localidad cántabra, sea ganadera, marisquera, agrícola o turística, entre otras. «Lo que hemos hecho con este estudio ha sido desarrollar una metodología de modelos informáticos y aplicarla a cuatro estuarios de las cuatro comunidades autónomas que se encuentran en la costa norte española. De ahora en adelante la investigación continuará con otras zonas, incluidas otras de Cantabria», aclaran las expertas. Una vez hecho esto, el trabajo será más sencillo. «Es cuestión de extrapolar el método científico a otros ecosistemas, siempre con alguna pequeña adaptación a cada caso concreto», matiza Ramos.

Adaptarse a la nueva realidad

No se le pueden poner puertas al mar. El cambio climático es inevitable y tratar de frenarlo obligaría a grandes inversiones en mastodónticas obras de ingeniería. No tiene sentido. «Por eso cada territorio debe valorar qué efectos va a tener este impacto del incremento del mar para adaptarse de la manera más racional», aclaran las investigadoras. «En Santoña, por ejemplo, el uso económico predominante es el turístico, por eso habría que planificar desde ya cómo ir adaptando todos estos negocios a la nueva realidad».

Sobre todo se inundarán las zonas de relleno de las marismas, pero también muchos de los actuales diques quedarán sumergidos. Espacios que se encuentran muy bajos, muy cercanos al nivel marino. Hay ocupaciones ganaderas y agrícolas que van a quedar bajo el agua. «Lo mismo ocurrirá con la actividad marisquera. No van a desaparecer, pero va a haber consecuencias», cuenta Galván, que al tiempo trata de restar dramatismo a estos vaticinios.

«No todo van a ser pérdidas. No todo el terreno se va a perder. En algunos casos hablaremos de transformaciones de los usos». Habrá una migración progresiva a cotas más altas. «Un espacio de relleno hoy destinado a la ganadería podría albergar tras su inundación un uso pesquero, por ejemplo», aclaran las investigadoras. Y lo más importante de todo: «No va a ser un cambio drástico, de hoy para mañana, sino que estamos hablando de cerca de 100 años. Va a haber tiempo para reaccionar».

Santander, próximo examen

El análisis de Santoña ha alumbrado una metodología que se podrá extrapolar a partir de ahora a otros escenarios. «Siempre con pequeñas matizaciones propias de cada zona, pero de forma muy similar a como lo hemos hecho con Santoña, podremos sacar conclusiones de lo que va a pasar en otras zonas costeras como Santander», avanza Ramos sobre un plan apoyado por la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca y que continuará ahora en varias vertientes para analizar otros ecosistemas, también con fondos europeos.

«Se transformarán los usos y habrá migración a zonas altas»

Son consecuencias inevitables tras la subida del mar:«Se transformarán los usos y habrá migración a zonas altas», aclaran las investigadoras del proyecto Mares. «Lo importante es que se tomen medidas para paliar los efectos negativos que esto tendrá sobre las poblaciones y la economía», aseguran las científicas. Por ello se ha redactado un anexo al estudio que contempla medidas paliativas y que va dirigido a los gestores.

Se habla primero de atajar las emisiones de CO2 a la atmósfera, algo clave para frenar la inercia del calentamiento global. Luego existen otras encaminadas a paliar los efectos que ya son irreversibles, porque cierta inercia que ha tomado el incremento de la temperatura del planeta es ya difícil de detener.

Se habla de restringir las actividades que han degradado los ecosistemas, de restaurar procesos naturales, fomentar la concienciación social sobre los efectos del cambio climático... «No se le pueden poner puertas al mar», aclaran las expertas del Instituto de Hidráulica. Por eso lo mejor es prevenir a la población para que asuma la obligada migración a zonas más altas, o la necesaria reconversión de los usos que habrá que dar a otros terrenos. «Habrá que habilitar una legislación que permita el cambio de régimen del terreno y el movimiento de la gente a zonas protegidas de la inundación, etcétera». Yde poner barreras, siempre mejor que tengan un enfoque natural: «Regeneración de playas y sistemas dunares degradados, restauración de estuarios y marismas y creación de playas y dunas artificiales», resaltan las expertas en el informe.

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