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Dori Cámara en el mercadillo solidario navideño. A. C.

La solidaridad hecha persona

La asociación La Mar Solidaria de Santoña, que preside Dori Cámara, ha organizado otro año más el mercadillo navideño para recaudar fondos para ayudar a las personas más necesitadas

Ana Cobo

Santoña

Jueves, 17 de diciembre 2020, 16:04

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Este año, reconoce que no estaba muy animada a organizar el tradicional mercadillo navideño. «Con la pandemia no sabía si al final iba a poder abrir o no, si la gente iba a estar reacia a venir y a eso, se suma que la situación de la asociación es mala porque no puedo hacer frente a los gastos de la sede habitual», cuenta Dori Cámara. Estos obstáculos la invitaban a desistir de organizar el evento solidario, pero, al final, sus infinitas ganas de ayudar y de estar al lado de quienes más lo necesitan han superado a todos los miedos e incertidumbres.

Cumpliendo con todas las medidas sanitarias, la presidenta de la Asociación La Mar Solidaria abrió a principios de diciembre las puertas del mercadillo. En esta ocasión, está ubicado en un local de la calle Rentería Reyes, 16 (junto a la terraza del Nuevo Mundo). Como viene siendo habitual, cuando se acerca final de año, Dori realiza un llamamiento por sus redes sociales solicitando un espacio en el que poder desarrollar esta iniciativa sin que se disparen los gastos. «Me ofrecieron este local a un precio muy económico y también he recibido muchos donativos para poder pagar el alquiler. Estoy muy agradecida a todas las personas que han tenido ese gesto».

Gracias a ello, lo que se recaude en el evento se destinará tanto a los gastos de la asociación como a ayudar a las familias que pasen por una situación precaria. Dori explica que a raíz de la pandemia cada vez son más las personas que recurren a ella para solicitarle principalmente alimentos y ropa. «Ahora hay muchas más familias que pasan por necesidades. Gente que nunca se había puesto en contacto conmigo, pero al perder su trabajo en la hostelería o en el sector del comercio de repente han tenido un bajo económico y necesitan ayuda. Sobre todo, piden comida y también que se les eche una mano para regalar algún juguete a sus hijos en Navidad o Reyes».

A todas esas personas, esta vecina siempre les tiende su mano. Aunque estos últimos meses confiesa que se siente «desbordada», no le importa mover cielo y tierra para ayudar tanto a santoñeses como a personas de municipios cercanos. «Si no puedo yo, intento contactar con otros grupos o asociaciones para poder solucionar los problemas». A la memoria le viene un caso reciente de un vecina de Ramales que le llamó porque no podía afrontar las facturas del gas. Al final moviendo hilos y contactos, se le pudo echar una mano para que no perdería este servicio. «Aunque estoy lejos, me emociona saber que he podido contribuir a resolverlo».

Estos días Dori está volcada en el mercadillo que se celebrará hasta el 5 de enero. El local abre sus puertas todas las tardes, de 17.00 a 20.00 horas, y algunos sábados por la mañana. Como en anteriores ediciones, junto a Dori está Beky Portilla, secretaria de la asociación, y la hija de esta, la pequeña Sofía, que, a sus ocho años, desborda solidaridad. En las baldas y mesas han puesto a la venta una gran variedad artículos tanto nuevos como de segunda mano a un precio anticrisis. «Este año tenemos prácticamente todo a 2 y 3 euros». Predominan los juguetes pero también hay gran variedad de ropa, menaje del hogar, libros, peluches o enseres para bebé. Todo lo que está a la venta ha sido desinfectado previamente y se pide al público que si quiere ver o tocar algún producto, se lo soliciten previamente a ellas. «Estamos teniendo un cuidado extremo. No dejo que abran nada y limpio constantemente». El balance de las dos primeras semanas es «muy positivo». El goteo de clientes es continuo. Además, renuevan prácticamente todos los días porque lo que aconsejan acercarse cada tiempo y echar un ojo. Y es que como dice en el cartel promocional seguro que «encuentra algo que no sabías que te faltaba».

Precios simbólicos

Este mercadillo cumple una doble función. Por un lado, es una buena manera de ser generosos y ayudar a quienes peor lo están pasando por culpa de esta crisis sanitaria pero también es una alternativa para que familias, con recursos limitados, pueda comprar regalos estas fechas sin gastarse mucho dinero. «Estas semanas han venido varias abuelas a comprar algún juguete a sus nietos. Me cuentan que como están ayudando económicamente a su hijos se ven mal para ir a una tienda y gastarse 50 euros. Entonces, optan por comprarlo aquí a un precio simbólico y yo siempre les doy algún juguete más de regalo».

Todo lo que está a la venta procede de donaciones que realizan los santoñeses y vecinos de localidades cercanas. Gran parte de los juguetes donados se destinarán a cumplir los deseos de los niños en Reyes Magos. Dori ayudará tanto a las familias que recurran a la asociación como a las que le deriven desde Cáritas Santoña. «Intentaremos cumplir las preferencias en la medida de lo posible. Si hay algún juguete de los que está en venta que algún crío lo pida en su carta, se apartará para entregarlo a la familia».

Aquellos que lo deseen aún están a tiempo de acercarse al mercadillo y donar juguetes que estén en buenas condiciones. Es el único requisito que se pide. «Este año también nos viene bien que nos traigan pilas porque tenemos bastantes juguetes didácticos que las necesitan para funcionar». En este sentido, la presidenta de la asociación destaca que Santoña es «siempre muy solidaria». Cualquier llamamiento urgente que realiza por las redes siempre obtiene la mejor respuesta por parte los vecinos. Hace poco, recuerda, un chico que acababa de llegar a Santoña me pidió comida y nada más comentarlo en facebook la gente se volcó. Con el dinero que donaron, Dori compró la comida y dio cuenta de ello colgando una fotografía del tíquet del supermercado. Cuando le entregué los alimentos se emocionó y me dijo: «gracias a Dios que ha puesto en mi camino al pueblo de Santoña y a la Mar Solidaria, me habéis salvado la vida». Son esas palabras la que alientan a Dori a mirar hacia adelante a pesar de las piedras que encuentra en el camino.

Su principal y única reclamación es que le cedan un local para llevar a cabo la labor humanitaria de la asociación. «Llevo cinco años reclamando ayuntamiento que me deje un local y me dicen que no hay. El Ayuntamiento debería implicarse más porque se ve la labor que estoy haciendo. Muchas veces sopeso dejarlo todo porque no tengo ninguna ayuda municipal y tengo que gastar mi dinero personal para pagar el alquiler de la sede».

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