«No empecé a jugar antes a los bolos porque no tenía mujeres referentes»
La deportista, vecina de Sarón, participó en el reciente concurso de bolos femenino de La Concha y es una de las ocho árbitras que hay en Cantabria
Blanca Gandarillas (Santander, 1992), residente en Sarón, iba a las boleras acompañando a su padre «desde que estaba en el carricoche», pero pese a crecer en ese mundo y admirarlo, no tuvo referentes femeninas en las que poner el ojo. Por eso, tardó en caer en la cuenta de que ser mujer no era ningún impedimento para entrenar. «Hasta los 14 años no vi a ninguna jugadora, así que no se me pasó por la cabeza hasta entonces», recuerda. Fue entonces cuando se adentró en los bolos, aunque «viéndolo ahora me hubiera gustado empezar antes», apostilla. Hoy en día es jugadora de la división de Honor de la Peña Bolística Peñacastillo Anievas Mayba y también es una de las ocho árbitras que hay en la región, frente al centenar de hombres que se cuentan en Cantabria desempeñando la misma función. Todo un muro que persiste en los bolos y que la trayectoria de deportistas femeninas como Gandarillas se está encargando de tumbar con sus buenos lanzamientos. Un buen hacer que tanto ella como siete de las otras mejores jugadoras de la región y de España demostraron el pasado 30 de agosto en el 'I Concurso de Bolos Femenino Los Santos Mártires' de La Concha de Villaescusa.
–¿Qué sensación se llevó del concurso que organizó la Junta Vecinal de La Concha?
–Tanto mis compañeras como yo coincidimos en que estaba todo muy cuidado y la organización nos trató de lujo.
–No se llevó la victoria...
–Así es, ganó Iris Cagigas, de la Peña Bolística Torrelavega. La verdad que las que no nos clasificamos nos quedamos a muy poca diferencia entre nosotras, pero las que quedaron en los tres primeros puestos nos lo pusieron muy difícil, cuando salen bien las cosas al contrario también hay que decirlo.
–¿Al cabo del año hay muchas competiciones de mujeres?
–Oficiales para el campeonato suele haber entre 12 o 15 cada temporada, luego llegan puntualmente invitaciones para partidos como la del otro día en La Concha. Hay que tener en cuenta que en la categoría femenina, al ser tan pocas, no nos dividen por edades, como sí ocurre con los hombres, que hay Benjamines, Alevines, Adultos por niveles... nosotras en cambio pasamos de la liga escolar a la general, en la que alguien de mi edad o mayor compite contra una chiquilla de 13 o 14 años.
–¿Y eso supone un problema?
–No, para nada. De hecho, nos gusta que haya niñas en otros equipos no por el hecho de que tú seas más mayor y puedas tener más experiencia, sino porque ves que hay cantera, que hay futuro y que no se nos van a acabar los bolos. Cada vez van surgiendo más chicas que se apuntan y en la escuela de Peñacastillo, en el equipo que yo estoy, este año ya había diez niñas, que es un número bastante grande
–En junio fue una de las profesoras de las 'I Jornadas Bolísticas Escolares' de La Concha, ¿cómo fue la experiencia?
–A los chavales se los veía muy entusiasmados, que es lo que nos gusta, que les apetezca jugar, incluso tenían muchas ganas por plantar, que eso no es habitual. Ojalá les enganche esto y se animen a apuntarse a una escuela de bolos o a ir con sus abuelos o sus padres los domingos a ver partidos.
–¿Dónde está el problema para que no se animen antes a practicar a los bolos por su cuenta?
–Influye mucho si en el entorno hay alguien vinculado, pero lo curioso es que en casi todos los pueblos hay boleras, o sea que lo tienen ahí;pero, claro, lo que me decía un niño de La Concha es que no tiene bolos ni bolas, así que para ellos es mucho más fácil coger un balón y dar cuatro patadas. Estaría muy bien que los ayuntamientos pusieran el material más a su disposición, aunque entiendo que no es tan fácil porque un balón no tiene tanta fuerza como el golpe que te puede dar una bola de madera, que parecen pequeñitas pero hay que tener cuidado.
–¿Vio más entusiasmadas a las niñas que a los niños en las charlas de junio?
–No, por igual. Creo que en ese sentido ya no hay tantas diferencias, ya está más normalizado que nosotras podemos jugar a cualquier deporte. Había las mismas posibilidades de que en las jornadas destacase una niña o que hubiéramos ido a hacer patinaje y que un niño hubiera dicho que le encanta. Las etiquetas para de deportes para mujeres y para hombres se están desdibujando.
–¿Se sentía rara de pequeña cuando decía que entrenaba a los bolos?
–Claro, porque ni los chicos jugaban a este deporte, así que fuera una mujer les parecía todavía mucho más inusual.
–En esas jornadas escolares su labor fue sobre todo abordar la figura de la mujer en el mundo de los bolos.
–Eso es, que vean que una niña la pueden encontrar plantando, jugando o arbitrando, que no porque vayan un día a una bolera y no nos vean no piensen como yo que decía: «pues será que ellas no juegan». De hecho, también muchas veces conciben que las mujeres solamente arbitramos a las mujeres y categorías de niñas, y no, nosotras podemos arbitrar exactamente igual que un hombre.
–¿Arbitrar en un partido masculino le resulta más complicado de gestionar?
–Cuando empecé hace cinco años sí que pensé que por ser mujer y joven a lo mejor tenía todas las papeletas para que no me mostrasen ese respeto. Sin embargo yo desde el primer día me he mantenido firme en que hay que cumplir el reglamento, y da igual que yo sea una mujer, un hombre, que tenga 25 años o que tenga 40. Hasta la fecha, vamos a tocar madera, no he tenido nunca ese problema.
–¿La competitividad dentro de los bolos suele ser sana?
–Sí, siempre; y entre nosotras todavía más, porque al ser poquitas procuramos llevarnos bien. Incluso diría que nos encanta sobre todo apoyar a la categoría escolar, porque sabemos que ese es nuestro futuro y que las tenemos que ayudar y motivarlas, y si un día no les sale bien o todavía no llegan a nuestros metros, que no se preocupen, ya que todas hemos pasado por ahí.