Ludovico Rodríguez Liaño
Su libro 'Poesía, prehistoria y pensamiento en la cueva de El Castillo' ofrece una visión «íntima» de la conocida gruta cántabra
Ludovico Rodríguez Liaño pasó más de treinta años en la oscuridad de las cuevas con arte prehistórico de Cantabria y siempre ha reconocido que «llega ... un momento que te absorbe y acaba siendo más importante lo que ves dentro que lo que te rodea». Cuantos han tenido la suerte de tenerlo como guía recuerdan ese día, jugando con la luz de una linterna y sus manos para dar vida a las sombras, recreando el momento en el que se plasmaron las pinturas que mostraba, recuperando la creatividad del hombre del Paleolítico, con la única luz del tuétano de la médula de los animales ardiendo. Ahora lo ha trasladado al libro 'Poesía, prehistoria y pensamiento en la cueva de El Castillo', que ha presentado en Puente Viesgo y San Felices de Buelna.
-¿Su libro no es una guía más de la cueva de El Castillo?
-No, es una visión íntima de un paseo por una cueva magnífica, siguiendo la estela de la que escribí sobre otra de mis favoritas, la cueva de Hornos de la Peña, dos guías muy distintas a las habituales, más para sentir que para ver.
-¿Qué las hace distintas?
-Que es un recorrido poético que se aleja de la mera explicación del arte que se puede ver en este caso en la gran cueva del monte Castillo de Puente Viesgo; es transmitir el misterio, el sentimiento de estar en un lugar mágico.
-Y eso, ¿cómo se consigue?
-Hay que dejarse llevar. Yo mismo cierro los ojos para sentir lo que quiero trasladar a las personas que visitan una cueva. Hay que estar abrigado pero cómodo, preparados para dejar los sentidos en manos de la imaginación.
-Nadie mejor que usted, que lo ha sentido tres décadas.
-Cuando uno ha estado tanto tiempo enseñando la cueva, cuando ha estado muchas veces solo, siente la magia, la presencia de esos brujos, chamanes, gente que estuvo ahí pintando, viviendo y disfrutando de ese ambiente de silencio, todo se ve distinto, y eso es lo que he querido trasmitir, ese viaje íntimo a la prehistoria.
-Este es su sexto libro en solitario, todos ellos relacionados con el arte prehistórico de alguna forma.
-El sexto más otros cuatro colectivos, pero este último me hace especial ilusión. Las ilustraciones son de una pintora internacional de Puente Viesgo como es Verónica Bueno y el prólogo es del director de Cuevas Prehistóricas de Cantabria, Roberto Ontañón. Es para leer y guardar, porque la edición es una maravilla.
-Por eso y por ser de una cueva que le encanta, ¿no?
-La cueva de El Castillo ha tenido en mí un alumno que ha aprendido de esa gruta la sencillez, la ternura, la aventura, la paz, el amor por todo lo humano y todo el misterio que guarda, al igual que otras cuevas mágicas como Hornos de la Peña, que han hecho que salga este poemario como un espacio vital de mi existencia.
-En San Felices, como en Puente Viesgo, hubo mucha gente en la presentación.
-Estoy feliz por el interés por un libro que, como los anteriores, conecta directamente con lo que ha sido mi vida profesional y mi pasión personal y artística por las cuevas prehistóricas. Poder trasmitir la experiencia de entrar en una cueva más allá de los vestigios del arte prehistórico a través de la poesía, conectar con lo que yo sentía cada vez que entraba y entro en una cueva.
-Y para todo ello está claro que prefiere la poesía.
-Sí, como expresión perfecta de los sentimientos que tenía y tengo cada vez que atravieso el umbral de una cueva.
-Poesía y prehistoria.
-Poesía como expresión y prehistoria como situación, situación de un momento único, hombres pintando su mundo, algo que no se puede imaginar si no se ha sentido esa magia, si no has estado metido en el mismo hueco donde ellos expresaban sus creencias.
-Y del título del libro nos queda lo del pensamiento.
-Pensamiento porque hablamos de recuerdos, de historia, de la necesidad humana de sentirse nuevo y eterno cada día, pensamos desde lo profundo y oscuro de la noche de la cueva hasta llegar a la luz clara y abierta del día, el misterio de la creación.
-Su otra 'niña' es la cueva de Hornos de la Peña.
-La cueva de Hornos de la Peña es una cavidad maravillosa, de las más interesantes del paleolítico en Europa. Es una cueva pequeña y quizá la visita más complicada, pero es esencial para adentrarnos en la prehistoria.
-Esa pasión le viene desde joven.
-Desde siempre. Uno de los primeros trabajos que tuve para costear mis estudios ya fue como guía de arte rupestre, un trabajo que me entró en la sangre y que se convirtió en una vivencia, en complicidad con el hombre paleolítico. Me ha permitido respirar el misterio de las cuevas y transmitirlo, como mejor bandera para que ese arte se conserve.
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