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Antigua foto de la inauguración del monumento al Dr. Madrazo. 11 de septiembre de 1932. DM
Historias Pasiegas

El arte de un albañil

En el 90 aniversario del monumento al Dr. Madrazo en Vega de Pas recordamos al autor del busto original, el también exitoso decorador de cine Francisco Rodríguez Asensio

José Javier Gómez Arroyo

Vega de Pas

Lunes, 22 de agosto 2022, 19:02

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Quién sabe si su triunfo artístico vino amparado por el santo patrón de los obreros, pues él mismo era un joven peón en 1928 cuando se concluyó el nuevo pabellón del Asilo de Ancianos Desamparados de la ciudad de Santander donde trabajaba y en cuya obra, proyecto del distinguido arquitecto cántabro Deogracias Mariano Lastra, se encontraba vacía la hornacina central por no haberse encontrado aún escultor que hiciese la representación de San José prevista, pero lo cierto es que nuestra celebridad de hoy se ofreció a hacerla ante la incrédula mirada de los técnicos y, como tocado por mano divina, en pocas horas esculpió el modelo en barro dejando esta vez boquiabiertos a cuantos admiraron el resultado: «…revelación del exquisito temperamento artístico de un modesto obrero santanderino, autor de la magnífica escultura. Indudablemente se trata de un curioso caso de intuición artística que reclama la atención de cuantas personas se sienten interesadas por los temas sugestivos de las Bellas Artes. Francisco Rodríguez Asensio, que es el obrero que ha dado forma a la magnífica imagen que nos ocupa, es un muchacho de veintiún años que trabaja unas veces como obrero decorador y otras como albañil.» (La voz de Cantabria, 12 de octubre de 1928).

A partir del casual descubrimiento de este artista se le organizó una exposición en el Ateneo de Santander con las apenas siete obras que por entonces había realizado, ganó poco después el concurso de becas de la Diputación para estudiar en la Academia de San Fernando en Madrid y recibió el encargo, por parte también del Ateneo, para realizar el busto que coronase el monumento que igualmente Mariano Lastra, presidente además de esta institución cultural, erigió al insigne doctor Madrazo en la villa pasiega de Vega de Pas en 1932: «Este busto, una de sus primeras obras sobre materia dura, es algo tan estimable y acabado que nos le presenta ya a la vista del éxito decisivo. La parte arquitectónica está hecha en sillería procedente de cantera pasiega y el busto cincelado en piedra de Gerona.» (La voz de Cantabria, 13 de septiembre de 1932). Aquella evocadora obra, que simbolizó el acto de gratitud de una sociedad a un cirujano e investigador reconocido en toda la geografía española, confirió también el éxito a este joven escultor hasta ahora desconocido.

Nuestro oficial de albañilería, transfigurado ya en artista, inició una prolífica carrera también como decorador de cine y de cuyo trabajo dan fe, entre otras muchas, películas tan taquilleras como «Tómbola» y «La Violetera» o tan dignas de mención en decorados como «¿Dónde vas Alfonso XII?», codeándose además por su magnífico trabajo en «Por un puñado de dólares» con el actor Clint Eastwood y con su director Sergio Leone, manager que además dio a nuestro protagonista la oportunidad de hacer patria con la película «El coloso de Rodas», rodada en las localidades cántabras de Laredo y Santoña y sin olvidar, por supuesto, su fructífera colaboración en esa considerada obra maestra del cine que encarna «Bienvenido Mister Marshall», trabajos todos que dignificaron la profesión de la escenografía en España, como también deja constancia Jorge Gorostiza en su publicación sobre la dirección artística: «Antes se hablaba de los constructores de decorados españoles y no es caer en un triunfalismo gratuito escribir que los de nuestro país están entre los mejores del mundo, basta recordar a Francisco Rodríguez Asensio…» (Un buen trabajo para el alma, revista de cine Nickel Odeon Nº 27, año 2002).

Lo triste de esta crónica, que nada tuvo que ver con el arte y buen trabajo de Francisco Rodríguez Asensio, fue que su considerada entonces como obra maestra, este primer busto dedicado a la gran figura de la medicina que fue Enrique Diego-Madrazo y que ha dado pie al recuerdo de este gran escenógrafo, fue un ejemplo más en esa constante a lo largo de la historia de la humanidad que representa la destrucción de símbolos por ajenas cuestiones de ideología política y que, de seguir así, acabará conduciéndonos a demoler las pirámides de Egipto, algo que también en este nuestro país siempre ha ocurrido y parece seguir pasando a diestra y siniestra y sin respeto alguno por el valor artístico o genuino significado. Afortunadamente, de la mano del escultor contemporáneo Diego Mirete, la acreditada personalidad de este cirujano y pedagogo pasiego fue reconocida con un nuevo busto y con la esperanza de que nunca más se saquen réditos ideológicos fuera de su gran figura médica, carácter tolerante y gran obra que dejó a la humanidad.

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