El «alto precio» del alquiler en el centro «estrangula» al comercio minorista
La calle más cara es Calvo Sotelo, donde se paga 60 euros el metro cuadrado, mientras que el Paseo de Pereda tiene más tirón para la hostelería
Hace unos días volvió a suceder. El comercio 'El piso' de textil de hogar, ropa de cama y bebé, situado en la calle Juan de ... Herrera, tras unos años luchando por mantenerse, finalmente se rindió. No logró obtener un equilibrio entre el pago del alquiler y las ventas, ante un consumo que se mantiene frío en Santander. Su dueño, abatido, echaba el cierre entre cientos de cajas de cartón y sin ningún ánimo de hablar. Sí lo hizo uno de sus proveedores, que acababa de llegar desde Barcelona a recoger su género: «Nos ha comentado que le acaban de subir la renta y que ya no puede seguir adelante».
Esta historia se repite en el centro de la ciudad, donde en primavera se han abierto nuevos comercios, llenos de ilusión, pero «tristemente algunos de ellos no llegarán a cumplir los nueve meses de vida y cerrarán antes, como viene ocurriendo los últimos años», apunta Gonzalo Cayón, secretario general de Coercan, Federación del Comercio de Cantabria.
Solo en la calle San Francisco, la peatonal entre el Paseo de Pereda y Juan de Herrera, que fue referente del comercio, existen diez locales cerrados desde hace meses y años.
«Hay que ofrecer cosas nuevas al cliente de manera continua para que no se aburra»
Iván Barranco Colmado | Doña Tomasa (Paseo Pereda)
El principal problema al que se enfrenta el minorista -según los propios comerciantes y las inmobiliarias- son «unos altos alquileres, que están sobredimensionados» en el centro, ya que «no se corresponden con las ventas ni la afluencia de gente».
«Están estrangulando a los pequeños comerciantes», lamenta Agustín Ordejón, presidente de la Federación de las Pymes del Comercio de Cantabria, Fepycan.
«Hay casos en los que se pone de avalista a padres o suegros y aunque presenta pérdidas, no puede cerrar porque deja sin casa a los familiares», continúa Ordejón. «Los propietarios de los grandes locales prefieren no negociar y esperar a que llegue una franquicia que paga más renta, pero no hay franquicias para todos y los comercios no pueden competir con estos precios», explica. «Se necesitan ayudas a los comercios en pérdidas, igual que se ayuda a la industria o a los bancos. Que no nos dejen morir porque el comercio es la vida de las ciudades», destaca.
«Los alquileres de las calles principales son impagables y las vías secundarias se quedan muy olvidadas»
Patricia Castaño | Tienda de Moda (calle Rualasal)
Fepycan ha presentado un plan de ayuda al comercio -'Que no cierre ni uno más'- que plantea facilitar auditorías externas a los negocios para encarrilarlos. «Las pymes somos el 93% de la economía del país, creamos trabajo, pero no se nos tiene en cuenta», lamenta Ordejón.
«Los elevados alquileres han dado lugar al nuevo fenómeno de alquileres por temporada de verano», informa Enrique Mier, presidente de Afilia inmobiliarias, que representa a 24 agencias asociadas. «El precio de muchos locales es irreal, no es acorde con el mercado ni con las ventas y los comerciantes, para no arriesgarse a cerrar, alquilan sólo los meses que se aseguran público».
Desde otra inmobiliaria afirmaron que «si bien son muy elevados los alquileres comerciales, estos bajan de los 1.000 euros cuando se sientan a hablar, pero esto el cliente no lo sabe y al ver el precio anunciado se echa para atrás».
«Ha surgido un nuevo fenómeno, el comerciante minorista que se pone solo en temporada de verano»
Enrique Mier | Pte. Afilia inmobiliarias
Miguel San Emeterio, de 'Joyería Italiana', establecido en la calle San Francisco desde los noventa, señala que «esta vía ahora ha bajado un poquito y los alquileres también han caído un 50%. De 3.000 euros que pagaban por el local de al lado antes de la crisis, hoy piden 1.800 y no lo alquilan».
Por su parte, Salva Preyezo, al frente de uno de los negocios más antiguos de la ciudad, 'Calzado Ocharan' en Juan de Herrera, señala que «las franquicias suben los precios de la calle, pero también mueven a la gente». «En mi etapa ya me tocó la subida del alquiler, pero resisto porque no tengo empleados».
Las mejores calles para estar
Las tres calles con más tirón comercial son Calvo Sotelo, la primera opción de las grandes firmas, a 60 euros el metro cuadrado -por el local que dejó libre 'Springfield' se pide 11.000 euros al mes-. La segunda calle más cara de la ciudad es Lealtad, donde el alquiler ronda los 50-55 euros el metro cuadrado. Por último, Jesús de Monasterio, que «gracias a las franquicias se ha revalorizado» a 40-60 euros el metro cuadrado, según datos facilitados por Inmobiliaria José Antonio Rodríguez. «Los alquileres han bajado y las franquicias no pagan lo que pagaban antes», señalan desde esta Inmobiliaria. Isabel II «ha pegado un bajón, al no tener grandes firmas», ronda los 25-35 euros el metro cuadrado; y en el Paseo de Pereda, que está más enfocado a hostelería, el alquiler se paga a 35-40 euros el metro cuadrado.
«Las franquicias suben el precio del alquiler pero también mueven a la gente y se nota en las ventas»
Salva Preyezo | Calzados Ocharan (calle Juan de Herrera)
La nueva tendencia del comercio minorista es emigrar hacia el casco viejo de la ciudad, desde la calle Arrabal a Puertochico, en busca de «el 'mix' de comercio y hostelería, que es el perfecto. Del Ayuntamiento hacia San Fernando se queda muerto al salir de trabajar», apunta Ordejón. A pesar de los riesgos, algunos comerciantes rebosan esperanza y optimismo. «Las cosas salen con ilusión y presentando novedades al cliente para que no se aburra», opina Iván Barranco, que acaba de inaugurar una segunda tienda de 'Doña Tomasa' en el Paseo de Pereda 33. El local que ahora ocupa este colmado gourmet de anchoas, productos de la región y una selección de vinos, fue durante 25 años un estanco y, en la última etapa, una tienda de moda italiana.
Otra apertura reciente ha sido 'Coliseum Fruit's', en la calle Rualasal, entre Juan de Herrera y San José. En esta calle también se ha establecido la Confitería María Luisa de Liérganes, conocida por sus pastas artesanas; y las tiendas de moda 'Cuplé' o 'El Cuarto de tu ropa'.
«En esta calle hay diez tiendas cerradas, es una barbaridad y no se alquilan desde hace meses»
Miguel San Emeterio | Joyería Italiana (calle San Francisco)
Patricia Castaño, que acaba de trasladar su tienda a Rualasal, considera que «los alquileres en las calles principales son impagables y nos tenemos que instalar en vías secundarias que están olvidadas y los turistas aquí no llegan. Rualasal está venida a menos, eclipsada por Juan de Herrera».
En la misma calle, Simón D'arcangelo abrió en 2015 'Via Condotti', y asegura que «están felices», pero que «está claro que el público quiere pasear con el carrito, tomar algo y comprar a la vez. La peatonalización del centro le devolvería la vida».
«Las calles peatonales dan vida a la ciudad, a la gente le gusta tomar algo y pasear al tiempo que va de compras»
Simón d'Arcangelo | Vía Condotti (calle Rualasal)
La zapatería 'Azul', que ocupaba desde hace décadas la gran esquina de Rualasal con Santa Clara, ha cerrado y mantiene su tienda de la calle Lealtad. Y la tienda de 'Lewis', en Lealtad esquina Juan de Herrera, que lleva desde 1995 en esa ubicación, va a introducir la firma Dockers. «Ni cierro, ni me traslado, seguiré trabajando como he hecho siempre, con todo lo que creo que he dado a Santander, sin ninguna incidencia y cuatro empleados desde hace 20 años», indica Susana Zárraga, también propietaria de 'Carnaby', situada en frente. Por otro lado, una franquicia de 'Lewis' de un empresario portugués se establecerá próximamente en la Jesús del Monasterio, junto al túnel de Pasaje de Peña, donde se han unido dos locales.
«Los locales vacíos dan muy mala imagen a la ciudad»
Tres años lleva con las persianas bajadas el establecimiento que ocupó la joyería Salamanca durante décadas y que salió a la venta por tres millones de euros sin encontrar todavía comprador, aunque con varios interesados. Para Miguel Rincón, presidente de Apemecac, «hay locales que trascienden su fin comercial porque son carta de presentación de la ciudad». Estos locales vacíos «dan la sensación de ruina y sus persianas bajadas transmiten que Santander no es una plaza atractiva para los inversores». Rincón plantea que «en caso de locales que afecten a la imagen de la ciudad habría que buscar una intermediación del Ayuntamiento y el Gobierno con el propietario por el bien común».
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