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Entre el barrio más rico y el más pobre de Santander existe una diferencia de renta bruta media anual de más de 14.000 euros. ... Podría decirse que es lo que distancia el sueldo medio del vecino más rico respecto del más pobre de la capital cántabra. Es una brecha profunda, o muy superficial, según se mire; porque en la comparativa nacional se observa un agujero de hasta 100.000 euros. Exactamente lo que separa al barrio más adinerado de España, La Moraleja, en Madrid (113.642 euros) del Carrús-Plaza Barcelona (Elche, Alicante), con 13.286 euros. El Ministerio de Hacienda hace posible estas comparativas tras publicar, por primera vez, su estadística de IRPF por códigos postales, en la que recoge datos de 2016 de barrios de los grandes municipios -aquellos con más de 200.000 habitantes-.
«Cualquier observador lo comprueba fácilmente: los ricos y los pobres viven en barrios distintos. Ocurre en Santander y en todas las ciudades del mundo. Las clases más pudientes viven en los espacios con mejores condiciones medioambientales, y después esos grupos socioeconómicos más poderosos tienen recursos e influencias para que esos espacios sean más cuidados. Habitualmente son también los que posean mayores y mejores equipamientos», desgrana Juan Carlos Zubieta, sociólogo de la Universidad de Cantabria. La meta del Consistorio en todo esto es, obviamente, buscar políticas que ayuden a minimizar las diferencias.
«Es algo que tenemos muy en cuenta pero es que forma parte de nuestra forma de hacer. Siempre, absolutamente siempre, hemos tratado a todos los vecinos por igual», sentencia la concejala de barrios, Carmen Ruiz. «Todas las obras se realizan por igual en cada lugar. Y cuando digo esto es que cuando se cambian los adoquinados o las baldosas, se trata del mismo modelo para toda la ciudad. Todas las demandas son atendidas de la misma manera, vengan de donde vengan y no se realiza ninguna distinción por ningún motivo. Lo pueden certificar los propios vecinos con los que hablo todos los días en la calle o los que vienen al Ayuntamiento a que se les escuche». Es su premisa para abordar este asunto.
Carmen Ruiz | Concejala de Barrios
Un vistazo rápido a los datos dibuja un mapa claro de la ciudad para definir las calles donde residen los vecinos con mayor poder adquisitivo y los menos prósperos. Comenzando por la zona alta, el código postal 39002 reúne a los vecindarios más adinerados. Es un ámbito que comprende a una amplia zona del centro de la ciudad, alrededor del Ayuntamiento.
Son las calles Amos De Escalante, Alfonso XIII, la plaza de la Asunción, Calderón de la Barca, Calle Cádiz, Isabel II, plaza de la Esperanza, Juan de Herrera, Lealtad, Miguel Artigas o Méndez Nuñez. Los residentes en estos portales se encuentran en esta renta de 38.686 euros brutos medios anuales, la máxima registrada por Hacienda en esta ciudad. Datos que se corresponden con la media de todos los IRPF registrados en ese código postal. Como segunda zona mejor posicionada se encuentra El Sardinero y Los Pinares, con 38.156 euros brutos anuales. Y la tercera sería Puertochico, con 34.084 euros.
En el otro lado de la balanza están los entornos más desfavorecidos. Sucede con Cuatro Caminos, Numancia y San Fernando, con 23.923 euros de renta bruta media anual. Muy cerca, con apenas 380 euros más, se encuentra el entorno del Barrio Pesquero, con 24.304 euros brutos anuales. Zona, esta última, que ha ocupado buena parte de las intervenciones de rehabilitación y reurbanización de espacios en las políticas del Consistorio. Y en tercera posición por la parte baja de esta clasificación, aparece Peñacastillo y El Alisal (24.907 euros).
Juan Carlos Zubieta | Sociólogo
«Recientemente hemos trabajado y trabajamos en la bajada de Polio, en el barrio San Francisco, en el barrio San Juan, en el Gurugú, Entrehuertas, San Simón... Se han construido escaleras mecánicas, se han peatonalizado o semipeatonalizado calles y se han instalado decenas de huertos que junto con el trabajo en los centros cívicos son intervenciones fundamentales para crear ciudad, sacar a la gente a la calle, generar vida en torno al vecindario e integrar los barrios», cuenta la concejala.
Son, al fin y al cabo, servicios que mejoran la calidad de vida de los vecinos. «Si todos los residentes cuentan con servicios culturales, sanitarios... y viven interconectados, con independencia de que cada uno tenga su identidad y su idiosincrasia como barrio, lograremos tener una ciudad más amable para vivir y redundará en el bien de todos».
Aunque no siempre es suficiente, según Ramón Carrancio, presidente de la Asociación Vecinal Ciudad de Santander y Cantabria. «Podría decirse que el 80% de la ladera norte de la ciudad, que comprende desde General Dávila a Fernando de los Ríos, más o menos, necesita mucha atención aún». Esas zonas reúnen las características para que les sobrevuele el riesgo de exclusión social.
Son viviendas antiguas y deterioradas, en barrios mal construidos y sin planificación, que se levantaron a mitad del pasado siglo para acoger una clase obrera que ahora, jubilada, sobrevive como puede con pensiones a veces exiguas. «Es población que está especialmente envejecida y, en relación con este dato, un problema es la ausencia de ascensores en los edificios más modestos, lo que dificulta especialmente la movilidad de esta población de mayor edad», aclara el sociólogo de la UC. Una idea que le sirve al representante vecinal para formular su petición: «Precisamos de una mayor asistencia social para aquellos barrios más desfavorecidos», demanda Carrancio.
Ramón Carrancio | A. Vecinos de Santander
«Hay muchas personas mayores que tienen un poder adquisitivo muy bajo y no tienen ascensor en sus edificios. Algo tan sencillo como bajar a hacer la compra diaria se convierte en algo imposible y para todo eso hace falta ayuda». La solución, según dice, está en la actuación del Consistorio. «Tiene que ser una prioridad en la política municipal. El Ayuntamiento debería implicarse pero de forma directa, no dejándolo en manos de ONGs, como ha hecho otras veces, que en ocasiones no funcionan con toda la eficacia deseable», matiza.
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