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El botellón y la basura de las fiestas se mudan de Cañadío a Pombo
La vigilancia policial en el primero de los puntos traslada 50 metros el problema hasta la zona de las casetas, donde no había presencia de agentes
Dependiendo de la hora, los que incluso durante la Semana Grande madrugan para dar un paseo por el centro de la ciudad podían ver en ... la plaza de Cañadío dos escenas. La primera, la de este entorno cubierto por una capa de todo tipo de plásticos generada durante una noche de fiesta. La segunda, la de los operarios del servicio de limpieza recogiendo la basura con la intención de adecentar la zona lo antes posible mientras los últimos rezagados apuran la juerga. Esa imagen, este año, se ha mudado a Pombo.
El botellón y sus consecuencias, en forma de suciedad y malos olores, se han trasladado unos 50 metros. De una plaza a la otra. En opinión de la asociación de vecinos de este barrio, la presencia de varias dotaciones de policía en Cañadío ha hecho que el personal se mueva en busca de un lugar más seguro para evitar las multas. «En Cañadío también sigue el ruido y la basura, pero lo peor ha sido en Pombo. Es que la gente no es tonta y se las apaña para hacer el botellón. Van donde no hay agentes y se entremezclan con los que están en las casetas», cuenta Ricardo Alea, presidente del colectivo, quien considera absurda esta política de mover el problema de un lugar a otro.
A su portavoz se le acaban las palabras para calificar la situación que sufren los que allí viven. «Es una vergüenza que haya que aguantar esto en una zona residencial. Lo peor es que no es sólo en las fiestas, es todo el verano», apunta Alea. Aunque reconoce que los servicios de limpieza son efectivos, recuerda que por el día los olores -se refiere al que generan quienes orinan en la calle- continúan. También, que el ruido es insoportable e incompatible con el descanso, sobre todo ahora que hace calor y que hay que abrir las ventanas para poder dormir. Eso de madrugada, pero también por la mañana el que producen las máquinas de limpieza. Ayer, este trasiego parecía no importarles al puñado de jóvenes que mientras regaban la plaza echaban una cabezada en Pombo. E insiste en que no hay que actuar por la mañana, sino poner remedio por la noche.
Muchas más tranquilas han sido las últimas noches en otro de los puntos más importantes de ocio nocturno de la capital, especialmente durante las jornadas festivas de la Semana Grande: el barrio del Río de la Pila. Allí, este año los problemas han desaparecido. «La clave está en que los bares se han concienciado y no dejan hacer lo que sí dejaban otros años», asegura Jesús Garay, de la asociación de vecinos, quien recuerda que allí, tradicionalmente, los ruidos y las peleas eran habituales.
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