La rotura de una tubería obliga a un corte de agua de 16 horas en el polígono de Candina
El suministro se restableció al mediodía pero los vecinos protestan porque dicen que las averías suceden «cada dos por tres»
«Esto es un completo desastre. Vamos a perder un día entero de comidas y aquí nadie se hace responsable de nada». Francisco Puente, responsable ... de la cafetería Avenida, ubicada en el inicio del polígono de Candina, protestaba esta mañana por el corte de agua provocado por la rotura de una tubería que mantuvo sin servicio a todo el área industrial de las calles Nueve Valles, Gerardo Alvear y la propia Avenida de Candina, durante más de 16 horas –desde las ocho y media del martes, hasta la una del mediodía del miércoles–. «Imagínate lo que trabaja una cafetería sin agua», explicaba mientras sacaba de la despensa más y más garrafas: «Ochenta litros he tenido que ir a comprar hoy a primera hora porque a las seis de la mañana, cuando he abierto, me he dado cuenta de que no había agua. Eso sí, los operarios no han aparecido para empezar a trabajar en la avería hasta las ocho», criticó.
El reventón de una tubería antigua provocó una explosión de agua a la altura de la gasolinera Petroprix que inundó toda la calle principal del polígono, levantando lodos y la propia acera. Los vecinos cuentan que este tipo de averías son habituales en los últimos años. Que la obra del saneamiento de la bahía, realizada hace más de una década, obligó a cambiar toda la instalación «y algo han hecho mal que desde entonces las tuberías se rompen cada dos por tres». Lo cuenta Gonzalo, propietario del bar Altamira, justo frente al socavón provocado por la avería. «No sabemos cómo está la tubería ahí abajo porque no es normal que rompa cada dos por tres. Se está levantando el suelo y las grietas aparecen hasta en los edificios», relata.
La explosión de la tubería liberó tanta fuerza que el suelo se ha hundido en de forma irregular alrededor. Incluso la acera se ha inclinado en algunos puntos, como en la entrada al negocio de Juan Carlos Herrero. «El edificio está bien pilotado y no se mueve, pero todo lo que hay de aquí en adelante –comenta mientras baja el escalón de su negocio y pone un pie en la calle– se está hundiendo», lamenta. «No quiero ni pensar qué habrá limpiado el agua que se ha liberado anoche bajo el suelo, pero seguro que ha arrastrado de todo aquí abajo y lo ha dejado hueco. Quién sabe cuándo esto se hundirá y tendremos un disgusto».
En la carretera hay grietas gruesas donde caben hasta tres dedos. Casi parece que hubiera sucedido un temblor de tierra. Y entre tanto, en la gasolinera, los coches hacen viguerías para entrar y salir sin causar un colapso. «Nos han cerrado la salida porque está afectada por el reventón, entonces todos los coches están entrando y saliendo por el mismo sitio y es un poco caos», explica María José González mientras llena el depósito de uno de esos vehículos.
Protocolo especial
Los trabajos de reparación se complicaron cuando los operarios vieron que la tubería, que tenía ya unos cuantos años, estaba fabricada a base de fibrocemento de 250 milímetros de diámetro (hormigón y amianto). El protocolo obligó a que los operarios que trabajaron en su reparación retiraran el material protegidos con trajes epis, los mismos que se utilizaron en la pandemia para protegerse del coronavirus. Ya una del mediodía el servicio quedó restablecido con normalidad. «Lo que pasa es que no nos sirve de nada que lo reparen hoy y que mañana vuelva a pasar. ¿Has visto cómo está el suelo alrededor de la rotura?», preguntó el responsable del bar Altamira. «Pues es que está claro que va a volver a pasar», protestó mientras preparaba cafés con agua embotellada.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión