El Cid triunfa, Damián emociona y el toro desluce
La Feria de Santiago recién finalizada saca adelante el exigente examen que supone completar con éxito siete días de festejos gracias al ambiente, a los cuatro días de llenos, que eso es algo impensable en muchas plazas de toros
Entre 4,5 y el aprobado raspado. La Feria de Santiago recién finalizada saca adelante el exigente examen que supone completar con éxito siete días ... de festejos gracias al ambiente, a los cuatro días de llenos, que eso es algo impensable en muchas plazas de toros, y a un señor, con mayúsculas, que por mucho que pasen los años seguirá siendo un torero superlativo. La faena de El Cid a Vengativo ha sido lo mejor de un serial marcado por la falta de materia prima, el toro, por la emoción del enfrentamiento de Damián Castaño con el tercer Miura y porque el mal estado del ruedo, muy mejorado durante la semana, a punto estuvo de dar al traste con lo que pasaba sobre el piso.
Vayamos poco a poco. De entrada, una consideración general: el escalafón vive momentos de apuro. Ni Roca Rey, ni Talavante, ni Juan Ortega, por poner tres ejemplos, están en su mejor época artística, algo que ha repercutido, en parte, a que la consideración de Santiago sea menor. Sin embargo, el mayor debe de los últimos días ha sido el toro, o mejor dicho, la falta de él. Que sí, que el trapío de las reses ha caído en casi todos los cosos, pero eso no es excusa para que ni siquiera la corrida de Victorino Martín llegase con hechuras de una plaza que aspira a ser la mejor del norte.
El ciclo ha contado con los tendidos llenos en cuatro tardes, la de rejones y los días 23, 25 y 26
El torismo ha salvado, en parte, los problemas de encierros con poca presencia, escasos de pitones y que, en algún caso, tenían más aspecto de novillo que de cuatreño. A menudo se habla del toro de Santander, pero animales como el tercero de Domingo Hernández o los dos de El Pilar en el mano a mano del miércoles 23 no son toros para ninguna plaza. Era el debe principal de Lances de Futuro en su primera etapa y, en el inicio de la segunda, no se ha corregido el respeto por la seriedad animal que debe tener Cuatro Caminos, con la excepción de la corrida de Miura, que no se dejó nada atrás.
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A nivel de comportamiento, la feria tampoco ha sido para tirar cohetes. Un goterón de Miura (Granujito) por aquí, el segundo de Domingo Hernández por allá, un chispazo de La Ventana y un encierro de Victorino que tuvo algo más que el resto sin llegar a notas altas más allá de Vengativo. La tarde de El Puerto y La Ventana se dejó sin maldad, mientras que tanto a la novillada de El Parralejo como a los animales de Juan Pedro Domecq y Domingo Hernández les faltó raza y poder. En definitiva, poco destacable.
Éxito de público
Si el toro baja la nota general considerablemente, la presencia de público equilibra la balanza en la escala superior. Porque al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios y a Garzón lo que es de Garzón. La conformación de carteles del gerente de Lances de Futuro ha hecho que todas las tardes tengan atractivo, que el día 25 no hubiera un hueco en tendidos y gradas y que en otras tres jornadas, la de rejones y los días 23 y 26, el recinto apenas tuvieses asientos vacíos. En el resto, novillada incluida, el tirón de los abonados ha poblado el sol y dejado la sombra en una presencia más discreta, pero siempre con buen ambiente.
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El Cid y Damián
Y, claro, sin pujanza y raza por parte de las reses es complicado destacar algo de los de luces, aunque cosas hay. El triunfador del ciclo tiene nombre de leyenda de los campos de batalla y rememoró sus mejores épocas en una faena rotunda y redonda. El Cid debutó con los toros de Victorino Martín en 2002 en Bayona y, a partir de ahí, construyó una carrera plagada de grises que parecía agonizar hasta su encuentro del día de Santiago con Vengativo, un animal que simplemente se dejó en varas, pero que metió la cara con bravura y humillación en el trasteo de muleta. Hubo naturales de estampa, muletazos largos y hondos en los que el Albaserrada no rozó ni una sola vez la tela pese a perseguirla a escasos centímetros. Triunfo contundente que a punto estuvo de redondear, en otra dimensión, 24 horas más tarde en la sustitución de Cayetano.
La pobre presencia y la falta de raza de los animales ha lastrado el resultado artístico
En otro orden diferente, la otra faena de la feria se la hizo Damián Castaño a Granujito, de Miura. El salmantino, mermado de facultades, le dio todas las facilidades y citó de largo a un toro de los de antes, de los que se iba al pecho, que se revolvía sabiendo lo que dejaba atrás y con emoción desbordante. Damián salió volteado, pero no se arredró hasta dibujar unos minutos con la intensidad dominando una escena que tuvo momentos angustiosos.
Salieron a hombros, en tardes de menos peso, Diego Ventura, Fernando Adrián y Marco Pérez; dejaron escapar triunfos Talavante y Juan Ortega, que no levantó el vuelo con su primer toro de la feria y que con el último recibió una bronca; y no llegaron a tiempo en mente y alma a Cuatro Caminos Morante de la Puebla y Roca Rey. Que, y ahí va otra alusión al Julio César romano, la figura, además de serlo, debe parecerlo. Dentro de las cuadrillas, saludaron Iván García y Juan Carlos Rey, mientras que la suerte de varas pasó de refilón incluso en los días de animales más duros.
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El ruedo
De menos a más durante la feria, el estado del ruedo pasó de vergonzoso a digno gracias a los trabajos nocturnos para adecentar lo que el lunes 21 fue un desastre. Las obras de instalación de la arena se han hecho mal y tarde por parte de la empresa encargada de ello, lo que ha obligado a la gerencia de la plaza a trabajar contrarreloj para arreglar el piso. Ya hay tarea para la Feria de Santiago 2026. Ya queda menos.
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