Los 10 lugares más visitados de Santander
La península de La Magdalena es «la referencia» para los turistas, si bien las cifras oficiales dan como número uno al Museo Marítimo
Violeta santiago | juan carlos flores-gispert
Santander
Domingo, 16 de diciembre 2018, 07:53
Si hay que atender a una cifra oficial, el lugar más visitado de Santander es el Museo Marítimo del Cantábrico, que en 2017 recibió a ... casi 132.000 personas. Pero a veces un dato oficial no se corresponde nada con la realidad: este, en concreto, contabiliza a los miles de santanderinos que -aprovechando que en la tarde del domingo la entrada es gratuita- se acercan para llenar las horas de los niños, que se quedan hipnotizados ante su espectacular acuario. La realidad dice, sin embargo, que el punto más visitado en la capital es la Península de la Magdalena, un recinto en el que entran un millón de almas al año aunque no existe el dato registrado como tal. Desde luego que no son todo turistas, porque al parque se acercan a diario lugareños a pasear, corredores o padres con niños y, en verano, bañistas o profesores y alumnos de la UIMP.
Cuando este periódico se propuso hacer un ranking con los 10 lugares más visitados de Santander (fueran monumentos, museos o paisajes) se encontró con que el Ayuntamiento de Santander no tiene los números necesarios para hacerlo, ni aun tirando de su condición de 'smart city' (ciudad inteligente y procesadora de datos). El Consistorio se limita a dar dos cifras: por el Palacio de la Magdalena (el edificio) pasan al año más de 48.000 personas que pagan una entrada de tres euros (más de 50.000 si se cuenta a los menores de 10 años) y por el 'anillo cultural' (que engloba varios puntos históricos) pasan 25.000.
Por este motivo, hay que recurrir a la voz de la experiencia. A la presidenta de la Asociación de Guías Profesionales de Santander y Cantabria, Patricia Loro, le sale una lista de lugares que coincide con la que hace otra profesional, Inmaculada Bueno, que lleva más de 30 años pateando las calles de la ciudad con grupos de toda índole. Ambas están de acuerdo en que si no hay números oficiales es porque ésta es «una ciudad de paisaje» (y cuesta dar una cifra con las visitas) y que se nota un menor interés por los «sitios culturales», que son los que llevan un registro por medio del pago de entrada.
Aunque, persona a persona y grupo a grupo, el Centro Botín (inaugurado el 23 de junio de 2017) atrapó la atención de 227.000 personas, de las que 214.000 habrían visitado las exposiciones. Este dato fue facilitado por la Fundación Botín al cerrar el año pasado y correspondería a la mitad del año, por lo que hay que ponerlo en cuarentena, ya que refleja «el tirón de la novedad» y el de las actividades que se hicieron para difundirlo, que arrastraron a miles de curiosos.
Loro y Bueno tienen claro que cualquier que llegue a Santander se dirigirá a la Península de la Magdalena y al Palacio, por este orden, que si ya eran muy visitados porque «son la referencia, la imagen de Santander», desde que se emitió la serie de televisión Gran Hotel se hicieron aún más populares. Después, «impactan» el faro y Mataleñas «por las vistas espectaculares» y El Sardinero, tanto la «famosísima playa» como el recorrido entre Piquío y la Plaza de Italia. «Sobre todo los hombres» preguntan por el estadio de fútbol.
En el centro, el 'hit' actual es el Centro Botín, que se valora «más por fuera y por su ubicación que por las exposiciones, a las que muchos no entran». Va unido a la «ruta Paseo Pereda y bahía, hasta Puertochico». Detrás irían el Mercado de la Esperanza, «que le encanta a todo el mundo» y una actividad que se ha disparado: un paseo por la bahía, en el formato que sea. En los puestos siguientes, colocan la catedral, la Plaza Porticada y Cañadío-el Ensanche, «muy atractivo» por las tiendas y por el gran ambiente gastronómico con decenas de bares y restaurantes. «Todos quieren probar la gastronomía (las rabas, las anchoas...)». «Con las anchoas se nota la labor de promoción de Revilla», dice Loro. Muchísimo más abajo quedan el Mupac, el MAS o la Biblioteca Menéndez Pelayo, «solo para entendidos».
1. La Magdalena
Península y Palacio, por este orden. La península de La Magdalena es «la referencia» de la ciudad. En el Palacio manejan la cifra oficiosa de un millón de personas que recorren el parque a lo largo del año, aunque aquí se incluyen turistas y santanderinos asiduos que se acercan a entrenar, pasear y disfrutar de la playa o la cafetería de Caballerizas. El Palacio, además, acoge todo tipo de eventos mes tras mes y, contándolo todo, sumó casi 82.000 visitas en 2017. De ellas, algo menos de 50.000 fueron de quienes pagan una entrada por conocer las instalaciones de la que fuera residencia de vacaciones de Alfonso XIII. Desde 2005 se visita con un guía que explica todos los pormenores. El edificio se hizo muy popular en toda España debido al rodaje de la serie Gran Hotel, lo que aumentó significativamente el número de interesados en conocerlo.
2. Museo Marítimo
El gran acuario es su principal atractivo. A un paso de la playa de La Magdalena y no tan lejos del centro, el Museo Marítimo del Cantábrico cuenta con un atractivo que deja la boca abierta a niños y mayores: el gran acuario. En 2017, lo visitaron 131.828 personas, de las que aproximadamente 12.000 fueron grupos de estudiantes. Pero la cifra oficial tiene truco, porque también suma a los miles de santanderinos que repiten visita para distraer a sus hijos los domingos por la tarde –momento en que la visita es gratuita– y hay otros puntos que no tienen un conteo porque son paisajes, y no un museo con entrada y, por tanto, no tienen cifras altas oficialmente pese a ser mucho más populares. Los guías recomiendan visitar este museo «por el tirón del acuario y porque es comprensible: no requiere de gran conocimiento previo para disfrutarlo».
3. El faro y Mataleñas
Una visita imprescindible «por las vistas». Si hay «una vista que nadie quiere perderse» cuando llega a Santander por vez primera es la de Cabo Mayor desde el faro y la de Mataleñas. «La gran mayoría de los grupos han oído hablar ya antes de venir de que este es un circuito que hay que hacer y se disfruta mucho», dice Inmaculada Bueno, guía profesional durante tres décadas. «Les impacta», añade Patricia Loro. Son «muchísimos menos» los que se muestran interesados por el museo del faro, aunque la coleccion que allí se muestra es digna de una visita detenida. A los turistas les asombran por igual las mañanas que las puestas de sol, únicas en Santander, dicen las guías. «Tomar un refresco en la terraza al caer la tarde es un momento de placer único». También tiene su aquel la leyenda que dice que, desde allí, se cometieron tropelías en la Guerra Civil.
4. El Sardinero
La playa famosa, Piquío y Plaza de Italia. «Nadie se va de Santander sin darse un paseo por El Sardinero» que se puede resumir en el tramo que va de Piquío a la Plaza de Italia o viceversa para tomar fotografías tanto del centenario Casino como de la famosa playa, de la que todo el mundo conoce el nombre antes de llegar. «Aquí es donde se ve que estamos en una ciudad pequeña en la que prima el ambiente, el paisaje...» Los hombres, sobre todo, preguntan por el estadio de fútbol del mismo nombre. Piquío es, para los turistas, un espectáculo único, una lengua de roca que separa las dos grandes playas de Santander, la Primera y la Segunda de El Sardinero. La fama de Piquío es tal que durante uno de sus viajes a Santander, la reina Sofía paró en el lugar con su comitiva para admirar las dos playas, con Mataleñas a un lado y el Palacio Real al otro.
5. La bahía en barco
Una actividad que gusta «muchísimo». ¿Un plan que vuelva locos a los visitantes? «Un paseo en barco por la bahía, en cualquiera de los formatos que se ofrecen ahora». Da igual que el turista venga solo que dentro de un grupo grande de jubilados o en otro de congresistas de nuevas tecnologías. «Es un gran atractivo para todos, porque la gente asocia Santander al mar, se la tiene por ciudad muy marítima». Así, les parece que, al subirse a una pedreñera, están haciendo algo muy genuino. En Los Reginas, con décadas de experiencia a sus espaldas en navegación por la bahía, destacan que, en especial, los extranjeros se quedan extasiados cuando ven todo el frente marítimo de Santander desde el otro lado, desde Somo yPedreña. Han notado en 2017 mucho viaje de peregrinos y recomiendan el trayecto por la ría de Cubas, que es todo un espéctáculo.
6. Centro Botín
Exterior y entorno deslumbrantes. En seis meses de 2017, la Fundación Botín registró 227.000 visitantes, de los cuales unos 204.000 recorrieron las exposiciones, según difundió la propia institución al acabar el año. Pero el CB abrió el 23 de junio, lo que hace suponer que hay que descontar el 'efecto apertura' tras mucho tiempo de espera a que se inaugurara y a las numerosas actividades de todo tipo que se organizaron para facilitar que se conociera. Actualmente, las agencias de viajes lo incluyen en todos los recorridos que se programan por la ciudad («es casi la única infraestructura cultural que piden los grupos»), pero hay «gran distancia» entre el número de visitantes que lo admira como edificio que «deslumbra» sobre la bahía y el número de quienes están interesados en sus exposiciones, «que son muchos menos».
7. Mercado de la Esperanza
Monumento con planta de pescado. Es monumento histórico artístico por su estructura en hierro, poco habitual. Pero si causa sensación entre los turistas hoy en día es por su actividad comercial y por «la fiebre» y la moda de recorrer los mercados allí donde se va. Dice Ignacio Rodero, el presidente de los comerciantes, que en verano el mercado no se libra de «cinco o seis excursiones de grupos al día» y que también es muy visitado por la gente que viaja en el ferri gracias a que lo promociona el Ayuntamiento. El fenómeno lleva al alza siete u ocho años «y va a más». Rodero afirma que a los tenderos no les molestan los guiris, ni les entorpecen las ventas. «Al contrario, nos gusta que vengan. La gente es educada. Los orientales disparan a los jamones y chorizos con las cámaras como si fuera una metralleta. Y la planta del pescado les impacta».
8. El Ensanche y Cañadío
El picoteo y las compras, vitales. «La gastronomía es algo vital para el visitante porque, en general, a todo el mundo le gusta probar lo típico», indica la presidenta de una de las asociaciones de guías profesionales que asegura que, para la mayoría, hacer una ronda de picoteo por Santander «sale aquí mucho más barato que en el País Vasco y lo saben de antemano, así que aprovechan». Buscan siempre «lo no turístico» y disfrutan la zona comercial de El Ensanche y los bares, Cañadío incluído, dependiendo de la hora. «En realidad, les gusta todo lo que sea respirar ciudad: también disfrutan de la acera frente a la Estación Marítima que está llena de bares, o de los de la calle del Arrabal, que es la única zona verdaderamente antigua del centro de la ciudad. Callejear e ir comiendo pinchos es un plan que casi nadie se quiere perder».
9. La catedral
Se ve siempre, así que punto «obligado». La tradición católica manda visitar la catedral allí donde se viaja. Y en Santander se cumple. Si bien la veterana guía oficial Inmaculada Bueno señala que cada año se nota que la gente está menos interesada «porque en cuanto explicas que no es tan grandiosa como otras de España, piensan que si no entran, no se pierden nada. Se conforman con verla desde la plaza y ya no les llama mucho la atención». Patricia Loro añade que se ve «porque parece que es como obligatorio verla en todas partes». El que haya que abonar una cantidad para acceder al recinto religioso también hace que muchos turistas descarten la visita, a pesar de las características únicas del conjunto –como la iglesia de El Cristo, bajo la catedral y abierta al culto, o que la entrada haya que hacerla por el claustro, algo que no es habitual–.
10. Plaza Porticada
Una Plaza Mayor que no lo es, zona de paso. «La Plaza Porticada no es que sea la octava maravilla. Le damos valor nosotros, contando la historia de por qué se construyó», como epicentro de la nueva ciudad construida después del incendio de 1941. Pero se visita siempre porque está muy céntrica y es lugar de paso para otros destinos. Por ejemplo, tiene elementos visitables del 'Anillo cultural' que los guías de grupos recomiendan pero no pueden recorrer porque están pensados para grupos de 10 personas máximo. En el subsuelo de La Porticada están las ruinas de la antigua muralla de Santander y, a pocos metros, en la plazuela delPríncipe está el refugio antiaéreo de la Guerra Cvil, con una recreación de un bombardeo. Para quienes desde hace décadas veranean enSantander, la Porticada es el recuerdo del festival de verano de música, teatro y danza.
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