La comunidad musulmana estrenará antes del verano una sede más amplia

La comunidad musulmana de Torrelavega resolverá su falta de espacio con una nueva sede, un local de 675 metros cuadrados que espera estrenar antes del verano. El colectivo no abandona el barrio de La Inmobiliaria, puesto que se traslada de la calle Julián Urbina a la de Ansar. Un grupo de voluntarios ha aportado el dinero y la mano de obra necesarios para hacer posible el objetivo que venía persiguiendo el Centro Social Islámico desde hace varios años.

La falta de espacio en el local de Julián Urbina en torno a 120 metros cuadrados se ponía de manifiesto especialmente durante el mes del Ramadán, en el que el colectivo se veía obligado a realizar sus rezos en las naves de La Lechera, cedidas para la ocasión por el Ayuntamiento. Este año ha vuelto a pedir las instalaciones al Consistorio por si no termina las obras de la nueva sede a tiempo el Ramadán comenzará el 6 de junio.

El Centro Social Islámico de Torrelavega tiene cerca de 200 socios, la mayoría procedentes de países africanos (Marruecos, Argelia, Túnez, Senegal, Cabo Verde, Costa de Marfil...) y residentes en la ciudad y su comarca. «Valoro de forma positiva el esfuerzo que ha realizado en los últimos años esta comunidad para disponer en nuestra ciudad de un centro de reunión para uso de este importante colectivo que forma parte de Torrelavega», ha señalado el alcalde, José Manuel Cruz Viadero.

El secretario de la asociación, el marroquí Bachir Hallaoui, dice que el nuevo local, un antiguo supermercado, les ha costado 150.000 euros, dinero procedentes de donaciones. «Los asociados pusimos al principio 1.000 euros cada uno. Gente de Asturias que vivía aquí también nos ha dado dinero, lo mismo que otros que se fueron a Francia y vienen a vernos», explica Hallaoui.

La nueva sede se distribuye, principalmente, en lugar de oración, oficinas y sala de reuniones y cursos, unos espacios «más que suficientes». La asociación quiere aprovechar para «hacer mejor las cosas» y programar nuevas actividades. Las obras están muy avanzadas y son ejecutadas por voluntarios: «Cada uno aporta su granito. La pintura nos la ha dado un chico marroquí que vive en Santander, la madera otro chico marroquí que tiene una carpintería. Somos gente que viene a trabajar en sus ratos libres».