Don luis Carvajal en Nueva York
Don Luis Carvajal había nacido en Torrelavega, provincia de Santander, y de muy niño había perdido a su padre en la guerra. Creció junto a ... su madre y su abuela en un hogar marcado por la tragedia, en una pequeña ciudad de provincia, propicia al estigma y la murmuración, y con las estrecheces propias de la posguerra. A falta de un hombre en la casa, don Luis Carvajal creció inquieto de ideas y salvaje de conducta. A los nueve años, aprovechando el paso del circo Colodrón por Torrelavega, se fugó de casa oculto en uno de los carromatos. Al día siguiente reveló su presencia y fue llevado ante el director del circo, el cual le dio un bofetón y le ordenó volver de inmediato al sitio de donde había venido. El muchacho se echó a llorar: estaba asustado, hambriento, no tenía dinero y no sabía cómo volver a casa. El director del circo llamó al Gran Benavente y le encomendó la misión de devolver al fugitivo a su casa. El Gran Benavente había actuado en el circo Colodrón como domador de leones y le dio un buen consejo: Hazme caso, chico, quédate en casa, estudia, preséntate a unas oposiciones y hazte funcionario. El señor Carvajal siguió el consejo y terminó al frente de la delegación en Nueva York de la Cámara de Comercio de España con la misma tranquilidad que si no hubiera salido nunca de Torrelavega».
Quienes hayan leído la última –y como siempre fascinante, divertida y valleinclanesca novela de Eduardo Mendoza, 'El rey recibe'– se habrán sorprendido con estos párrafos cuando en la parte en la que sitúa al protagonista –Rufo Batalla, un periodista de tres al cuarto– en el Nueva York de los años 60, se topa con el jefe de la delegación española de Comercio ocupada por el referido 'torrelaveguense' Carvajal. Quien haya ahondado en la obra del escritor barcelonés sabe que el Premio Cervantes 2016 se nutre, para poner nombres a sus personajes, de las necrológicas de los periódicos y de la publicidad de los camiones. Así nacieron, por ejemplo, personajes como Miranda, Pajarito o Lepprince en 'La verdad sobre el caso Savolta' o el inefable Onofre Bouvilla en 'La Ciudad de los Prodigios'.
Desde que Paco Cayón –corresponsal durante décadas del siglo pasado en Torrelavega de El Diario Montañés– escribiera un artículo titulado 'Cuatro torrelaveguenses en Nueva York, o el mundo es un pañuelo', narrando el casual encuentro de cuatro 'portugueses' en la Quinta Avenida, Torrelavega solo había 'viajado' al corazón de la ciudad que nunca duerme de la mano de Poty Castillo, y ahora, de nuevo, guiada por la pluma de Eduardo Mendoza.
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