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Paquita acudía al Balneario de Liérganes todos los años desde hace al menos una década. Daniel Pedriza
«El balneario no nos dio la opción de decidir lo mejor para mi madre»

«El balneario no nos dio la opción de decidir lo mejor para mi madre»

Cantabria ·

La hija de la mujer fallecida en Liérganes por un brote de legionela asegura que la dirección «nunca nos explicó lo que estaba pasando»

NACHO GONZÁLEZ UCELAY

SANTANDER.

Sábado, 23 de septiembre 2017, 12:23

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La víctima mortal que se cobró el brote de legionela detectado en el Balneario de Liérganes hace un mes y medio se llamaba Paquita, tenía 83 años y nació en San Vicente de la Barquera, aunque residía en la vecina Gijón por cambiar de aires y no de mares. «Si la dirección del balneario me hubiera explicado lo que estaba pasando allí cuando nosotras llegamos, hubiéramos dado la media vuelta, porque sé muy bien de qué va esto, y hoy mi madre aún estaría viva», dice su única hija.

«Pero no nos dieron esa opción», añade Yolanda Palacios, este viernes todavía conmocionada por lo ocurrido. «No dos dieron la posibilidad de decidir si se quedaba o no».

Asidua en los viajes del Imserso, Paquita había encontrado en el programa de termalismo social una excelente propuesta de ocio y en el Balneario de Liérganes el lugar indicado para llevarlo a la práctica. «Tenía familiares en San Vicente, estaba cerca de su casa en Gijón... Era perfecto», reconoce Yolanda, que incide en que su madre no era un cliente ocasional del Gran Hotel. «Que yo recuerde, llevaba yendo diez años consecutivos»

«No tengo más llamadas que la suya. Ni del Gobierno, ni de la Consejería, ni del Balneario».

El lunes día 4 de septiembre, deseosa de iniciar su tratamiento, la mujer cogió la maleta, salió de casa, se subió al 'supra' de las siete y cuarto de la mañana y se presentó en el balneario acompañada por su hija, que se encargó de realizar los trámites de admisión y acompañarla hasta su habitación.

«Llegamos sobre las doce y pico», recuerda Yolanda, que asegura que «ni en la recepción del hotel ni en la posterior consulta que mi madre tuvo con uno de los doctores del servicio para programar su terapia» se les advirtió de que veinte días antes de su llegada se habían detectado al menos cinco casos de afección por legionela.

Ignorando pues aquel incidente, por el que la dirección del establecimiento había ordenado el cierre de una parte de sus instalaciones, y tras de despedirse de su madre, que tenía un problema de diabetes, Yolanda regresó a Gijón.

Los días posteriores, madre e hija hablaron varias veces por teléfono. «La llamaba a diario», dice Yolanda, que el sábado día 9 de septiembre perdió toda comunicación con ella. «La llamé al móvil y no contestó. No le di ninguna importancia porque me lo había hecho otras veces. Bloqueaba el teléfono sin querer y luego no tenía manera de desbloquearlo ella sola».

Que tampoco contestara el domingo, ni el lunes por la mañana, «me hizo pensar que algo iba mal», explica la mujer, que cuando estaba buscando el teléfono del hotel recibió una llamada.

Era precisamente del Balneario. «Me llamaban para comunicarme que habían encontrado a mi madre en su habitación», explica Yolanda, que no aclara en qué circunstancias porque asegura que las desconoce, «y que se la llevaban en una ambulancia a Valdecilla».

Desinformación

Soltando lo que tenía entre manos, la mujer cogió el primer autobús hacia Santander y, ya en la estación, un taxi hasta el hospital, donde encontró a su madre «desorientada» en un box de Urgencias.

«Al día siguiente, el martes, cuando iban a subir a mi madre a planta, recibí una llamada del Balneario para preguntarme por sus pertenencias», recuerda Yolanda, que asegura que tampoco durante esa comunicación se le insinuó siquiera la posibilidad de que Paquita pudiera estar afectada por un brote de legionela.

«No. A mí nunca me dijeron nada. Yo me enteré unas horas después, cuando pasaron los doctores y me explicaron que mi madre había dado positivo en legionela. Bueno, ella, y otras dos personas que habían trasladado del mismo balneario que todavía tenían abajo».

Yolanda, que se vino abajo cuando en la madrugada del miércoles supo que el pronóstico de su madre no era el mejor, acabó por hundirse cuando en la del domingo conoció que Paquita había fallecido a consecuencia de su afección.

«Esto que le ha pasado a mi madre no puede volver a pasar más», reflexionaba Yolanda en alta voz. «No puede volver a pasar más que un balneario oculte a sus clientes una información tan importante. Yo entiendo que estas cosas son perjudiciales para ellos y sus negocios, que no les interesa que se sepan, pero por encima de todo eso está la vida de las personas, ¿no le parece? No. No puede volver a pasar más», decía y repetía la hija de Paquita, desolada por la muerte de su madre y disgustada con el trato recibido. «No tengo más llamada que la suya. Ni del Gobierno, ni de la Consejería, ni del Balneario de Liérganes... Aunque, si le digo la verdad, no espero nada de esa gente y mucho menos ahora».

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