La importancia de saber sufrir
El Racing vence una dura contienda en Burgos con un oportuno gol de Pumpido y sigue a la caza del líder
Sergio Herrero
Domingo, 27 de marzo 2016, 16:27
Cuatro tipos en una habitación. Sentados alrededor de una mesa. Y sobre el tapete verde, un revólver. Ya se han cansado de jugar al póquer. En el cilindro, una sola bala. Ruleta rusa. El riojano probó el jueves. Tuvo suerte. El navarro esperó hasta el sábado. Agua. Yel gallego salvó el pellejo en la mañana de este domingo. Así, toda la presión quedó para el cántabro en el último intento de la semana. A jugarse el pellejo en El Plantío. El Racing empuñó la pistola, se la colocó en la sien y... Tras mucho sufrimiento, salió indemne de la partida. La vida sigue igual. El próximo domingo, otra ronda.
El saber no ocupa lugar. Tampoco en el fútbol. Hay que saber ganar y saber perder... También saber sufrir. Es importante. «Hace falta más valor para sufrir que para morir», dijo Napoleón Bonaparte. El militar corso habría disfrutado este domingo en Burgos, porque el encuentro fue una auténtica batalla. Dura. Pétrea. Noventa minutos tras los que, después de mucho padecimiento, el racinguismo plantó su bandera y salió victorioso. Con una lección aprendida y con las tropas motivadísimas. Los tres puntos valen lo mismo pero, con sufrimiento, saben mucho mejor.
El pitido inicial del colegiado abrió el enfrentamiento entre dos rachas positivas. Jugadores al alza. El Burgos apenas tiene aspiraciones en este campeonato. Por eso, ya no van de farol. A por todas. Al líder ya le había ganado la mano dos semanas atrás. Todo eso añadido al aliciente en el banquillo, donde reside el cántabro Ángel Viadero. «No me gustaría morirme sin haber entrenado al Racing», afirmó la pasada semana a este periódico. Ayer, el destino y los caprichos del fútbol le pusieron en la tesitura de tratar de asestar un duro golpe al club de su corazón por el bien de su equipo. Todos los ingredientes degeneraron en un patente respeto inicial entre ambos contendientes. Las cartas, de momento, boca abajo.
A Pedro Munitis le gustó la opción tomada la semana anterior frente a la Cultural Leonesa. A él, y prácticamente a toda la grada de El Sardinero. Presión adelantada. Por eso, volvió a dar la titularidad a Coulibaly en lugar de a Facundo Pumpido. El problema es que el Burgos no era el timorato rival de siete días antes. El Racing dominó bien el juego en los primeros compases, pero solo hasta el mediocampo. Viadero, absoluto conocedor de las propuestas verdiblancas, desvió por el centro del terreno de juego de El Plantío la Operación Retorno de Semana Santa. Tráfico y más tráfico. Y los cántabros quedaron atascados y sin GPS.
Al final, de tanto madurar el encuentro, a los de Munitis estuvo a punto de fermentárseles el cocido. Porque en un duelo muy igualado entre dos equipos rocosos, el Racing no dispuso de una sola ocasión en los primeros 45 minutos. Pero el Burgos se fue encontrando cómodo y tuvo sus opciones. Ambas con Ander Vitoria como protagonista. En la primera, el remate de cabeza del delantero lo atrapó con muchos apuros y en dos tiempos Óscar Santiago. Cuando al meta se le escapó la pelota en primera instancia fue inevitable recordar el error de Dani Sotres en el choque de la primera vuelta, que le costó el puesto al meta de Santiago de Cudeyo. Seis minutos después, en el 32, el propio Ander Vitoria conectó una volea de espaldas y en caída, que se estrelló en la cruceta del arco racinguista. Los jugadores locales pidieron penalti en esa acción. La verdad es que sí lo pareció.
En Burgos el Racing quiso mantener su evolución, pero el equipo local, como un martillo pilón en el centro del campo, acabó por aplacar el ímpetu cántabro, devolviendo a los de Munitis a sus dubitativos orígenes. Cercenado el plan A, la pizarra racinguista se quedó sin alternativas. Emborronada. Porque ni siquiera la entrada de Facundo Pumpido cambió el desarrollo de la partida. El juego horizontal era inútil y el directo el Racing aún no lo tiene bien interiorizado. Todo ventajas para un rival que no le hacía ascos al empate y que si tenía la ocasión no iba a perdonar.
Bendito error
Sin ideas, solo un destello individual que no están abundando demasiado esta temporada en el equipo verdiblanco o un error burgalés podían hacer ganar la apuesta al Racing. Cualquiera de las dos vías era válida. Y los cántabros aprovecharon la menos vistosa. El central Carlos la lío parda. Le complicó la vida a su portero con un pase horrible. Toni Lechuga hizo lo que pudo para que la pelota no se colase en su portería, pero el forzado control se le marchó largo y Pumpido, listo, se la arrebató. Un ligero toque, autopase y gol. El argentino sigue justificando su fichaje invernal. Ha venido a buscarse la vida a Europa y eso es lo que hace en el área. Abrelatas. La efectividad del Racing, máxima. Una ocasión y un tanto que, a la postre, podían ser decisivos. All in.
En desventaja, el Burgos ya no se encontraba tan cómodo. La obligación de atacar le agobiaba. Mientras, en el otro bando empezaban a fallar las piernas. Migue García pedía el cambio con los gemelos en las rodillas. Dioni, fundido, no llegaba a la presión. Y el doble pivote se veía desbordado. A pesar de todos esos condicionantes, los castellanos fueron incapaces de inquietar a Óscar Santiago. Para más presión, cada vez que los blanquinegros desistían por un lado y volvían el balón atrás, la grada se mosqueaba. Pitos y tembleque en las piernas. El Racing solo respiró cuando el Burgos se quedó con un jugador menos por lesión de Odei.
En el descuento, a la desesperada, los de Viadero jugaron sus últimas cartas. Toni subió a rematar un córner y, como suele ser habitual, la acción acabó en contraataque. Cuatro para dos. Sin embargo, Artiles decidió mal y su disparo final lo sacó un defensa cuando se colaba en la portería. Pudo ser la sentencia. Tampoco hizo falta, porque el Burgos estaba ya muerto.
El Racing cogió el revólver en El Plantío. Giró el cilindro y miró a su alrededor. El riojano, el navarro y el gallego sonreían, sabedores de que tendrán unos días más de vida. Su rival, pasadas las seis de la tarde, aún no sabía qué iba a ser de él. El cántabro tragó saliva, cerró los ojos y apretó el gatillo con el cañón sobre la sien. Ruleta rusa. No había bala. Carcajada. A los otros tres ls cambió la cara. Los más de 2.000 racinguistas desplazados hasta Burgos lo celebraron desatados en el graderío. «Esta victoria es de campeonato», comentaba el presidente verdiblanco, Manolo Higuera, a su salida del estadio. Él también había sufrido en el palco, pero considera que este triunfo puede hacer imparable al conjunto montañés. El Racing soltó la pistola y tomó la escopeta. La caza al líder continúa.