Borrar
Los alumnos sénior son expertos en el uso de las tecnologías digitales en el aula
Los sexagenarios también quieren aprender

Los sexagenarios también quieren aprender

No buscan el título, ni un puesto de trabajo, les mueve la curiosidad y las ansias de conocimiento en las aulas de la Universidad de Cantabria

José Carlos Rojo

Domingo, 18 de diciembre 2016, 13:11

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A estas alturas de la vida, ninguno busca formación para un puesto de trabajo, o el título para concurrir a una oposición del Estado. Sus motivaciones son otras, tienen que ver con la mera curiosidad, con ese hambre de conocimiento que acompaña a las mentes inquietas, incluso más allá de los sesenta. «Cuando llegas a esta edad tienes que tener una motivación para levantarte de la cama cada mañana. Si no, empiezan los problemas porque todos los días te duele algo. Si no tienes nada que hacer, nada que aprender, podrás respirar, pero ya has dejado de estar vivo». Teresa Barriuso (70 años) resuelve la cuestión así de tajante porque conoce bien la universidad. Hace dos años escasos que se jubiló de su cátedra en Física Moderna y las aulas para veteranos del Programa Sénior le ayudan a mantener un pie en el campus.

«Soy un caso particular. Hay otros como yo, pero lo bueno de esto es que aquí puedes encontrar personas con todos los perfiles. Hay médicos, profesores, ingenieros;amas de casa que siempre tuvieron ganas de estudiar pero nunca pudieron. Y todo eso es muy enriquecedor porque todos aprendemos de todos», cuenta.

Los más de 350 alumnos del plan de estudios, todos mayores de 50, cursan en diferente régimen de matrículas los cuatro años que conforman el programa: los dos primeros son comunes a todas las especialidades y los otros dos siguen un itinerario específico. Tienen asignaturas obligadas y otras optativas, pueden elegir las ramas del conocimiento que abarcan desde humanidades, idiomas, ciencias experimentales, ciencias de la salud y medio ambiente, ciencias sociales, jurídicas y económicas. Algunos, incluso, prolongan la vida académica al atreverse con varias de estas ramas.

El nuevo plan de estudios

  • curso académico

  • El plan de estudios que se pondrá en marcha en el próximo curso académico consta de cuatro años y se dirige a la obtención del diploma programa sénior. Cada curso el alumno ha de obtener 36 créditos que se lograrán con asignaturas, cursos y viajes académicos hasta completar un total de 144. Una vez cursados al completo los tres primeros años de este primer plan, o tras completar el diploma programa sénior, el alumno podrá optar por obtener el denominado programa sénior plus, que comporta matricularse del Trabajo de Fin de Programa, cuyo valor académico es 12 créditos.

«Yo llevo aquí siete años», celebra Carlos de Pablo (80 años). Su pasado universitario como estudiante de derecho dejó un poso de inquietud por los libros. «Lo único que no me gustan son los exámenes, no creo que sean la mejor manera de aprender. Me inclino mucho más por el trabajo, el análisis y la búsqueda de información que cada uno puede realizar sobre los asuntos que se imparten en clase», zanja.

Al fin y al cabo lo importante aquí es aprender, cada cual a su manera. El talante es relajado porque cada cual avanza a la velocidad que quiere. «No hay nadie que te exija una nota determinada en el examen pero eso no quita para que todos nos lo tomemos muy en serio y estudiemos como cualquier alumno de grado», explica Sonsoles Laraña (61 años). Sus antiguos estudios de Filosofía se completan ahora con otras disciplinas. «Me encanta lo que nos enseñan sobre arte paleolítico. Hay un mundo apasionante por descubrir y los profesores que nos ayudan en ese camino son muy buenos».

Perfiles diversos

Por norma, la base formativa de todos estos alumnos veteranos es sólida. Juan José Palazuelos (74 años), finalizó en su juventud la carrera de Perito Industrial en Santander. Pero su curiosidad por el conocimiento se había encendido años antes. «Cuando haces el bachiller de aquel entonces, te das cuenta de que tienes una muy buena base de conocimiento. En aquellos antiguos estudios se iniciaban muchos temas que te enseñaban a ver todo lo que se podría aprender en todas las diferentes carreras universitarias. Son curiosidades que con la vida van quedando apartadas pero que ahora podemos retomar aquí, en la UC», concreta.

Prefiere no juzgar si aquel bachiller era mejor que el actual. «Sería como querer comparar a Di Stéfano con Cristiano Ronaldo. Son cosas diferentes, pertenecen a tiempos distintos», justifica. Como la formación, que antiguamente preparaba para un tipo de sociedad y ahora busca otras competencias. «Las empresas buscan perfiles diferentes y el mismo espacio en el aula ha cambiado. Ahora las nuevas tecnologías están en todas partes», matiza.

De hecho en una de esas clases de adultos las tabletas electrónicas están generalizadas. «En este caso hacen un buen uso de ellas, no como los jóvenes de grado, que no atienden al profesor porque parece que les va la vida en esa pequeña pantalla de móvil», aclara Miguel Ángel Sánchez, artífice del Programa Sénior. Para él, como para el resto de profesores, las clases con alumnos adultos resultan más gratificantes. «Es gente que escucha, que quiere aprender de verdad», afirma otro de los docentes, el catedrático de Historia César González.

Corregir al profesor

«Aquí se juntan alumnos que son médicos, o ingenieros, abogados o científicos. Uno no está acostumbrado a que alguien desde el pupitre sepa más que tu, pero puede suceder. Recientemente, hablando de la datación por Carbono 14, un experto químico me ayudó a completar la lección», confiesa González.

Las relaciones de amistad se robustecen en el aula con el paso de los cursos. Es fácil que suceda entre personas con intereses comunes. «Aquí todos tenemos ganas de aprender. Mantenemos la curiosidad y además las ramas del conocimiento reúnen en las clases a gente que tiene inquietudes similares», explica Carmen Arribas (70 años), licenciada en Ciencias Biológicas y Enfermería. Es una de las pocas mujeres que pudieron acudir a la universidad entonces.

«Las cosas han cambiado ahora. Si vas a cualquier acto cultural a Santander, o vienes a las aulas del programa sénior, es fácil que te des cuenta de que el 80% somos mujeres. Mejor para nosotras, pero mucho peor para esos hombres que carecen de inquietudes. Porque la falta de curiosidad es el camino más directo hacia el final a estas edades», zanja Teresa Barriuso.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios