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josé montes
Lunes, 10 de agosto 2015, 10:03
Después de descansar el día de ayer, hoy hemos hecho 100 km. yendo hacia el nordeste y entrando en una nueva región de Hungría: Nograd, donde se encuentra nuestro destino.
El perfil de hoy no ha sido muy dificultoso pero sí con cortas pero abundantes bajadas y subidas, 351 m. de altitud máxima, 103 m. mínima, 903 m. de ascensión y 761 m. de descenso. Aunque la última del 10 % para acceder a Holloko, nos ha matado. Lo peor es que para mañana lo que hemos bajado hemos de subirlo porque recorreremos el mismo camino de vuelta unos 9 Km.
Al poco de salir de Budapestlos termómetros a las 9.30 marcaban ya 35º. Después nos hemos encontrado con la ciudad de Kistarcsa donde se ubicó un campo de concentración nazi para judíos y presos políticos, aunque al principio los funcionarios húngaros se negaron a deportar a los judíos, más tarde una nueva administración comenzó a llevarlos a otros campos tristemente famosos por su atrocidad. De aquella tragedia queda un memorial.
la ruta
la ruta
A unos 30 km. de Budapest, Gödöllö nos saluda: es una pequeña villa hermanada con el pueblo de Valdemoro en Madrid. Lo que primero destaca es un gran palacio rodeado de un parque enorme, lugar favorito de la reina Isabel de Hungría. Se construyó en 1733 y viene a ser uno de los más importantes y más grandes monumentos palaciegos húngaros.
Rumbo a Holloko
Finalmente hemos llegado a Holloko, un pueblecito Patrimonio de la Humanidad desde 1987, considerado como el pueblo más bello de Hungría donde parece que el tiempo se hubiera detenido. Las mujeres aún visten unas faldas muy coloridas y voluminosas con blusas infladas. Los hombres visten botas altas y negras con chalecos como de fieltro y sombreros redondeados. Las casas son blancas inmaculadas con tejados de madera.
En Semana Santa se celebra una fiesta donde riegan a las mujeres con un cubo de agua fría para favorece la fertilidad y la juventud eterna. Una broma de mal gusto si me lo hicieran a mí.
La historia de Holloko comienza en el siglo XII con la construcción de un castillo, actualmente muy bien conservado, con un casco antiguo que aparece como un auténtico museo al aire libre de la cultura 'Palóc' (ver en internet). La belleza de las casas, la conservación, la cultura propia del lugar, entre otras cosas, hace que Holloko sea reconocida por la UNESCO.
Nuestro itinerario comenzó saliendo del hotel Fortuna que recomendamos porque tiene un precio muy asequible y está muy bien. Las dos chicas de recepción hablan español.
La salida de Budapest fue muy cómoda gracias a sus carriles bici, anchos y rectos. Ya en Kistarcsa fotografiamos el monumento que recuerda el tratado de Trianon tras la Primera Guerra Mundial por el que el imperio húngaro, que salió derrotado, perdía buena parte de su imperio
Los supermercados más numerosos en Hungria y también en Chequia son los Coop, le siguen los mini markets asiáticos que se centran sobre todo en Chequia en la venta de alimentos.
Pan y fruta
Paramos un poco antes de Godollo para comprar pan en una panadería-pizzería. Fue muy gracioso porque las dos dependientas, una mayor y la otra de nuestra edad, de 20 a 25 años más o menos hacían esfuerzos por entender a Tomás que les explicaba que quería un pan, tipo baguette, al tiempo que lo dibujaba con las manos expresando su grosor y su largura. La dependienta mayor comenzó a carcajearse e increpar a la joven dándola golpes en sus hombros mientras que la lanzaba miradas pícaras.
La siguiente parada la hicimos en una frutería que nos aportó el frescor de un buen trozo de sandía, unos plátanos, melocotones y unas ciruelas muy jugosas.
Y entramos en una zona como si de Castilla se tratara. En uno de los pueblecitos que vimos entramos en un bar a tomas unas cervezas. Por cierto ni Tomas ni yo nos acordamos de haber bebido medio litro de cerveza en un plis plas y sin embargo no hemos parado de hacerlo día sí y otro también.
Imaginemos que estamos en 'villateempujoynosubes', en la provincia de Palencia y en un día de calor en que el vecindario está en el bar adorando el aire acondicionado aparecen dos húngaros en bicicleta. Pues la misma impresión la tuvimos nosotros y los parroquianos.
Comimos el bocata que nos hicimos en el hotel desayunando, con dos cervezas de medio litro y mientras Tomás acababa la faena con un helado y yo con un sofisticado café con hielo, dos bolas de helado y el aguardiente Pálinka que los de aquí dicen de él que en pequeñas cantidades es una medicina y en grandes un remedio, la cosa se puso muy comunicativa. Hablamos de España y de Hungría con pasión y todos quedamos contentos porque nadie entendió nada hasta que la cámara comenzó a hacer fotos de unos y de otras con la promesa de verse en un periódico de España. Sólo las chicas condicionaron su publicación si previamente veían que habían salido bien. Por supuesto que sí, potenciadas por mí que me puse en medio para que la foto valiera la pena. Esperemos que mañana o pasado no nos sigan por toda Hungría para ponernos finos.
Calor insoportable
Y por fin aparece ya Holloko en los carteles de tráfico. Las proximidades están repletas de anuncios de la cultura Paloc con tótems y otras figuras que lo representan y como regalo final a un día de calor insoportable una señal con un 10% nos indica que se acabó el recreo. Mi cuentakms ha marcado durante los 3 Km. de ascensión una media de 4-5 km./h. Yo siempre creí que a esa velocidad uno no se mantendría en equilibrio, pero sí, lo juro, aunque tuviera que zigzaguear de derecha a izquierda de la carretera.
Llegados a Holloko y cuando el GPS nos informaba que habíamos llegado a nuestro destino desde un chalet un tipo muy amable nos saluda ofreciéndonos una bebida fresca, dentro, su esposa nos sonríe. Nos manda pasar y entendemos que ya hemos llegado. ¡Que gusto! Nos sentamos fuera hablamos como podemos y sonreímos todos muy felices. Se ve que son una pareja de mundo, como nosotros, porque entre todos chapurreamos siete idiomas aunque no conseguimos comunicarnos.
Bueno, en realidad sí que interactuamos hasta que nos empeñamos en entrar ya en nuestra habitación para ducharnos, cosa que nos niegan. ¿Qué pasa aquí, Tomás? Pues que simplemente eran unos bienintencionados vecinos y que donde debíamos pasar la noche era en el chalet contiguo. ¡Qué risas cuando destapamos las cartas! A nosotros nos extrañaba que no nos acomodaran y a ellos les extrañaba que no nos fuéramos porque seguíamos chupando del frasco de aquella deliciosa bebida. Muchas gracias Sziebig y Kovacs.
Aclaradas las cosas nos fuimos al chalet donde alquilaban la habitación que habíamos reservado. Chalet habitado por cerdos, perros y otros animales.
Tras la ducha, visitamos Holloko y escuchamos hablar en español, era una familia de Monzón (Huesca) con la que nos fotografiamos y nos deseamos un viaje perfecto.
Y así, cenando en la calle un poco de pasta y otro poco de chorizo con agua fresca, melocotones y ciruelas más unas peras que hemos mangado de los muchos árboles frutales que hay por aquí, nos despedimos de todos vosotros hasta mañana.
Que decaiga la temperatura es todo os que pedimos, bueno, yo más que Tomás.
Saludetes
Tomás y José
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