Asados y el toque mágico de la parrilla del Asador Llorente de Potes

En Potes en particular y en la comarca de Liébana en general están esperando con los brazos abiertos a los turistas que a buen seguro, con la confianza que dan las vacunas y una menor incidencia del covid, llenarán los alojamientos y restaurantes en los próximos meses como ya ocurrió el pasado verano. Entre tanto, las calles y los comedores de restaurantes como el Asador Llorente en la capital comarcal ya están animados, especialmente los fines de semana donde empieza a ser complicado encontrar una mesa sin haber reservado previamente.

Una de las casas de comidas bien acreditadas en Potes es el Asador Llorente, que dirige Eleuterio Llorente, junto con su hijo Mario, desde 2008, aunque él lleva toda la vida vinculado a la hostelería (Parrilla de Mieses, Cantur y Cafetería La Cántabra). Aquí ha conseguido un local agradable aunque se encuentre en la bajo cubierta de un edificio de piedra a orillas de calle principal de la entrada en la villa.

En su nombre ya hay una seria declaración de intenciones. Estamos en un asador en toda regla, donde Eleuterio aporta su experiencia en la parrilla con carnes rojas seleccionadas por su buena relación calidad-precio, con buena infiltración de grasa como se puede contemplar en los expositores que el cliente tiene al alcance de su vista en el comedor. Puede ser una vaca frisona vieja a 26,50 euros/kg o una vaca rubia premium a 48 euros/kg, como señala Mario. Además del chuletón también se ofrecen entrecot y solomillo y si el cliente lo desea se acompañan de una salsa de queso de Tresviso o presentan en la mesa con una piedra de gas para que el cliente pueda terminar la cocción a su gusto.

Pero por la parrilla también pasan otras especialidades de la casa como la costilla y el lomo de cerdo, el filete de ternera, las chuletillas de lechazo, el chorizo criolla o el chorizo rojo. En todos estos caso, la guarnición es de patatas -bien fritas y de calidad- y pimientos.

En el capítulo de asados, esta casa también está muy bien referenciada por la pierna de lechazo al horno, el costillar o la pierna de cochinillo, y por el cuarto de cabrito. Elaboraciones en horno que se acompañan de una guarnición de patatas y ensalada.

La mejor representación de la gastronomía lebaniega se plasma en un acreditado cocido lebaniego y en el borono con manzana. Además, en la oferta no faltan vinos, orujos y quesos de la comarca.

Como preámbulo a las recomendables carnes, el comensal puede decantarse por algún otro plato de cuchara (sopa de pescado o cocido montañés), por una ensalada como la templada de codorniz con queso fresco de Liébana y frutos secos o por alguno de los numerosos entrantes que hay en la carta, ideales la mayoría para compartir. Es el caso de la croquetas caseras de bacalao, las mollejas de cordero fritas o a la plancha, la tabla de embutidos, el pulpo, las zamburiñas, los langostinos o una parrillada de verduras variadas.

De colofón, un postre dulce salvo que sea unos quesos de Liébana. En ese caso, tres buenas opciones son el canónigo (natillas de huevo con un soufflé de caramelo, la tarta de queso al horno o la tarta de la abuela, ambos caseras.

Para 'regar' esta carta, Mario cuida y selecciona las referencias en bodega, con variedad de orígenes, donde no faltan vinos como los de Picos de Cabariezo.