Calamares con garbanzos, cocina fácil, sin complicaciones
Su temporada acaba de comenzar así que hay que aprovechar para disfrutar de este producto tan nuestro
Hay temporadas en las que sabes exactamente qué te vas a encontrar en la pescadería, pero a mí me gustan las sorpresas y muchas, veces como ahora que la temporada empieza, la sorpresa te la llevas con algún calamar precioso que parece decirte: «Llévame, que algo se te ocurrirá».
Y así es, con el calamar siempre se te ocurre algo, no hace falta pensarlo demasiado porque es uno de esos productos que funcionan por pura inercia. Igual vamos a por unas almejas o a por una merluza, pero si vemos calamares bonitos… a la cesta. Y no hace falta tener una receta pensada; ya se nos ocurrirá algo, esa es la magia, casi cualquier idea funciona, a la plancha, rellenos, en su tinta, guisados, en bocadillos, cortados en anillas o simplemente salteados.
Además, es el típico producto que te perdonan los fallos, no te requiere estar encima de él para cuadrar el punto, si te entretienes cinco minutos más en el fuego, no se desploma, o si lo haces rápido, tampoco protesta, a veces parece que se cocina solo, es así de agradecido.
Pero lo mejor es cuando uno se cansa de las mismas recetas de siempre y empieza a experimentar, ahí es donde el calamar se vuelve realmente divertido, porque tiene ese punto neutro que permite llevarlo a terrenos distintos, es increíble con un curry suave, un salteado asiático, un guiso con vino blanco mucha cebolla y pimiento o un plato fresquito con ajo, limón y perejil, no hay manera de aburrirse de él.
Mi intención en estas páginas siempre es estar en una búsqueda continua para facilitaros la vida dentro de la cocina, y proponeros cosas fáciles, fáciles de verdad, de las que se cocinan mientras pones la mesa, pues en esa búsqueda terminé hace tiempo en una combinación que no sé muy bien, por qué no es más popular, calamar con garbanzos, porque funciona sorprendentemente bien.
Un día llegué a casa tarde, abrí la nevera y solo había una cebolla solitaria, un par de ajos, unos calamares que había comprado sin plan alguno y un bote de garbanzos que llevaba demasiado tiempo esperando su oportunidad. La verdad es que podría haber sido peor, tuve suerte porque decidí improvisar.
Piqué la cebolla, la puse a pochar con el ajo, añadí el calamar troceado y lo dejé sofreír hasta que empezó a coger color. Hasta aquí nada nuevo. Entonces, sin pensarlo mucho, abrí el bote de garbanzos y los añadí dentro, un poco impulsivamente, siempre escurridos como os digo cada vez. Y, para terminar, una cucharadita de pimentón dulce o picante, eso al gusto un chorrito de vinagre, que para mí es ese ingrediente que nadie menciona y que, sin embargo, levanta cualquier plato. Lo mezclé, apagué el fuego y listo.
Y lo que parecía una comida improvisada se convirtió en una receta fija en casa. El calamar queda tierno, los garbanzos aportan cuerpo y el pimentón lo envuelve todo con ese aroma tan nuestro, un toque ahumado perfecto. Además, tiene ese punto de plato de cuchara sin ser de cuchara que en esta época del año apetece muchísimo.
Lo mejor es que acepta las variaciones que más os apetezcan, como si estuviera diseñado para ello. Si te sobra un poco de caldo de pescado, lo añades; si tienes espinacas frescas, dentro; o si quieres hacerlo más contundente, un poco de arroz. Y si no tienes garbanzos, usa alubias, al final el espíritu es el mismo, cocina fácil, sin complicaciones, de las que salen adelante aunque llegues cansado, pero cocina.
Quizá por eso me gusta tanto el calamar, porque representa esa cocina cotidiana que no se complica, que no necesita horas ni técnicas complicadas y que, sin embargo, te da la sensación de haber hecho algo bien, rico y de lo que apetece repetir.
Así que, si lo ves en la pescadería estos días, ni lo dudes, compra unos cuantos, no hace falta que tengas un plan, ya veis que con el calamar los planes aparecen solos.