«Nos tienen abandonados, continuar cerrados y sin ayudas es insostenible»
Los empresarios del ocio nocturno no entienden la decisión de Sanidad de no levantar la restricción al sector después de que el Parlamento acordara exigir el cambio de norma
Parecía que había acuerdo. El lunes el Parlamento de Cantabria acordó exigir la modificación de la última resolución de Sanidad publicada el pasado ... 15 de agosto que impedía la apertura al público a los bares con licencia especial. Un cambio que materializaría la reclamación del sector de asimilar estos negocios a bares convencionales para poder desarrollar su actividad hasta la una de la mañana, el horario permitido para el resto de la hostelería. Sin embargo dos días después el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, anunció que no levantaría la restricción al ocio nocturno alegando que no tiene «capacidad jurídica» para ello al tratarse de una «orden ministerial». Un giro que el sector recibe como un «mazazo» y que, sobre todo, «no entendemos ni le vemos el sentido», reconoce Ángel Suárez, presidente de la Asociación de Empresas del Ocio Nocturno de Cantabria. Tampoco algunos partidos políticos. Tanto Vox como el PP acusaron al consejero de «incumplir» el acuerdo dictado por unanimidad de la Cámara. Ciudadanos incluso adelantó que pedirá la reprobación del consejero.
Lo cierto es que, a juicio del sector, el cambio en sí (poder abrir hasta la una) «llega tarde» porque, además, para el ocio nocturno sólo es un «apaño» y, sin otras ayudas, resultaba «insuficiente», pero al menos significaba dar un paso adelante para, poco a poco, «recuperar el horario normal», opina Suárez, dueño además del Rosé y el Coppola, ambos en Santander. Aunque el verano ha terminado y «el daño ya está hecho, todo lo que sea sumar» es bienvenido.
Pero en números, la medida valdría a pocos locales, «en torno a un 10%» dado que muchos de los dedicados a la noche empiezan a facturar a partir de la hora de cierre y reinventarse en un local de tarde no resulta tan sencillo. La decisión de Sanidad es «otro palo más que nos dan», dice Carlos Muñoz, propietario del Dalí, en la capital. «Ya no es cabreo, es la sensación de no saber qué va a pasar». La situación del sector es «más grave de lo que creen», señala. Él sí tenía pensado abrir su local porque cuenta con terraza. Por «responsabilidad con mis empleados» y por una «necesidad económica». El lunes recibía con «ilusión» poder recuperar parte de la actividad y lo valoraba como una oportunidad para «demostrar que con los locales abiertos hay seguridad y control», subraya Muñoz. Eso los que pueden plantearse abrir. A falta de datos concretos, entre los empresarios del sector ya hay algunos que han cerrado definitivamente sus negocios porque no han aguantado el golpe económico. Y, ante la falta de ayudas, han entregado ya las llaves del local.
El sector solicita asimilar como convencionales los bares con licencia especial y así trabajar hasta la una
«Mucho ánimo, yo me salgo del grupo porque ya he cerrado el negocio». Es uno de los mensajes que han enviado varios compañeros por el grupo de hostelería a lo largo de días. Ahora ya «no vale cubrir gastos», reconoce Sergio Gómez, propietario del Grog y el Little Bobby. «Seguir cerrados y con cero ayudas es insostenible». Para él, la sensación es de que «todo el mundo se lava las manos» y nadie «hace nada». Sobre todo en Santander, apunta, porque en otros municipios cántabros, como Reinosa o Castro, los ayuntamientos sí han aceptado la petición del sector. Y en San Vicente permitirán abrir a los pubs que cumplan «ciertos requisitos».
«Queremos trabajar»
El hecho de que todos los grupos parlamentarios se pusieran de acuerdo hacía ver que la medida avanzaría, por eso que no sea así «es un golpe», resume Gómez. También tenía pensado abrir la cafetería Siboney, en la calle Castelar, que, a pesar de servir desayunos y comidas, tuvo que cerrar por contar con una licencia especial. Uno de sus dueños, Pedro García, reconocía que poder abrir «nos iba a venir de cine». Pero ahora ha vuelto la incertidumbre: «Estamos intentando que no nos dejen abandonados», declara.
La petición del ocio nocturno es clara: «Queremos trabajar». Pero si la situación sanitaria no lo permite, reclaman al menos ayudas para aguantar. «Yo no he recibido ninguna», explica Gonzalo Cornejo, del bar Santa Fe. El miércoles se planteaba abrir, pero reconoce que hacerlo «sin el horario normal, no nos arregla nada». En su opinión, «no se ha sabido gestionar» el papel del sector. Si hay un motivo sanitario, «entiendo limitar el horario», explica, y más aún porque conforme avanza la noche la gente se relaja, «pero entonces que nos pongan a todos el mismo y no limiten por licencia», reivindica.
Miguel Rodríguez anunció que no tiene capacidad jurídica para modificar una orden ministerial
Para Ángel Marina, dueño del Dr Jekyll, lo difícil es mantener los gastos. «Si no puedo abrir el local, al menos que no paguemos la renta, los suministros y otros impuestos». Aunque el horario hasta la una «no nos soluciona nada», pensaba abrir para aprovechar las mesas que colocó en el interior del local cuando les permitieron arrancar con la actividad. Y es que en el sector insisten también en la inversión que hicieron para adaptarse a las medidas sanitarias y garantizar un «ocio responsable», recuerda Jacinto Zatarain, dueño del pub Malaspina. Si les toca estar cerrados, «perfecto, pero ayúdame». Ve como un sinsentido abrir ahora que «nos han matado el verano».
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