Arrimadas elige a Félix Álvarez para liderar de nuevo Ciudadanos Cantabria

Inés Arrimadas ha confiado en Félix Álvarez para que vuelva a liderar Ciudadanos Cantabria. El diputado regional, tras su dimisión en diciembre de 2019, volverá a ejercer como coordinador autonómico en una segunda etapa tras los meses de transición en los que Javier Soberón llevó las riendas de forma temporal.

Como ya avanzó El Diario Montañés, Álvarez y su entorno eran los mejor situados para recuperar el control del partido en Cantabria. No solo por la ascendencia del portavoz parlamentario en Madrid tras una legislatura en el Congreso, sino también por el paso adelante que han dado dos de sus hombres de confianza: Rubén Gómez y Diego Marañón. Ambos forman parte del Consejo General nacional, y el segundo, además de diputado regional, es miembro de la Comisión de Transparencia y Control Financiero del partido para todo el país.

No en vano, Gómez será el nuevo secretario de Organización del partido en sustitución de Esteban Martínez, que fue el enviado de Albert Rivera para poner en marcha Ciudadanos en la región hace más de cinco años. Martínez, que también fue candidato a la Alcaldía de Torrelavega, nunca ha mantenido buena sintonía con Álvarez y desaparece de la dirección del partido.

Ciudadanos Cantabria vivía en una calma tensa por la situación de interinidad que sufría desde finales del año pasado, mientras esperaba que Inés Arrimadas renovara las direcciones autonómicas del partido a finales de agosto, aunque finalmente la decisión se ha demorado un mes.

La desilusión electoral y la marcha de Albert Rivera se solaparon casi en el tiempo con la dimisión de Álvarez por no haber reconocido que hizo un contrato de un día al exdiputado regional Rubén Gómez como asesor del Parlamento. El parlamentario cántabro se echó un lado de manera voluntaria y Madrid apostó entonces por Soberón como cabeza visible.

Precisamente, Álvarez ha tenido el camino aún más allanado para su vuelta por la negativa de Soberón a pugnar por el liderazgo autonómico de Ciudadanos. Desde el primer minuto aseguró que su atención estaba puesta en el Ayuntamiento y no entraba en sus planes ocupar el máximo cargo de responsabilidad en el partido. «Mi prioridad es trabajar incansablemente por mejorar Astillero y Guarnizo. Ser alcalde requiere una gran dedicación, compromiso y trabajo, pero seguiré colaborando con Cs», insistió a este periódico hace solo un mes.

Además del número uno, la reforma orgánica afectará a la junta directiva y al comité autonómico. La primera será el máximo órgano de decisión del partido en la región. La formarán ocho miembros. Además de Álvarez y Gómez, estarán el diputado Diego Marañón como secretario de Acción Institucional y Esther Merino -la exalcaldesa de Cabezón de la Sal con el PP- como secretaria de Comunicación. A las otras tres personas tendrá que designarlas el comité autonómico, una asamblea de menor rango de la que formarán parte, además de los ya citados, Javier Ceruti (concejal de Santander), Miguel Ángel Laso (concejal de Camargo), Rosa Palacio (concejala de Castro Urdiales), África Álvarez (concejala de San Vicente de la Barquera), Javier Fernández Soberón (alcalde de El Astillero), Nacho Hernando (concejal de Bezana), Julio Ricciardello (concejal de Torrelavega) y los coordinadores de las treinta agrupaciones locales.

Ciudadanos se acerca así al modelo organizativo de los otros grandes partidos nacionales como parte de ese intento de Arrimadas de descentralizar las decisiones y que haya más comunicación entre las autonomías y Madrid. La mayoría del núcleo fuerte de Rivera no ocupa ya cargos de responsabilidad, pero las personas de confianza de Arrimadas son heredadas de la anterior Ejecutiva, como Carlos Cuadrado y José María Espejo, entre otros. Por eso, la revolución -si es que se le puede llamar así- no es tanto en los nombres como en la estrategia política. Un acercamiento al PSOE para aprobar los presupuestos era impensable hace solo un año cuando la orden en Cs era atacar sin descanso a Pedro Sánchez, por ejemplo. Arrimadas, por aquel entonces, era la más vehemente con esas críticas.