La crisis del hielo llega a Cantabria: «Hay mayor demanda que producto, no damos abasto»

Los motivos por los que el sector ha llegado a tensar tanto la cuerda son fundamentalmente tres: el encarecimiento de los costes energéticos, que les obligó a retrasar la fabricación (en lugar de hacerlo en febrero arrancaron en mayo), el ansia del turismo por salir, consumir y recuperar los dos años de pandemia y las elevadas temperaturas que está registrando el país. «El consumo de hielo este verano se ha disparado un 35% en comparación con los dos años anteriores. Un 20% si analizamos las cifras de 2019. Estamos doblando frecuencias. Tenemos un pico de trabajo que no hemos experimentado en los 12 años que llevo en la empresa. Es algo histórico», señala a este periódico Jesús Gutiérrez, gerente de Hielos Cantabria, empresa con 25 trabajadores y siete cámaras frigoríficas, algunas con capacidad para 280 palés. No son fabricantes pero sí distribuyen a gran cantidad de clientes. Aunque no a todos los que les gustaría. Hay más demanda que oferta. «Son productos muy usados en hostelería, como el hielo picado para mojitos y cócteles, que ahora mismo no queda porque para hacerlo tienen que utilizar muchas piedras y con la escasez que hay no compensa», explica Gutiérrez.

Adrián Corada, encargado de Hielos Nevada en Cantabria (distribuidor y fabricante de hielo en escama, habitual en pescaderías), anda «muy liado» y sin apenas tiempo para atender la llamada de este periódico, pero no quiere dejar pasar la oportunidad para explicar la disyuntiva por la que atraviesa el sector. «Este verano tenemos el doble de trabajo. Se nota en los comercios, en los negocios de hostelería y en las fiestas y verbenas de los pueblos. Está siendo muy difícil conseguir hielo picado, uno de los productos que repartimos», señala.

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En el polígono de Los Tánagos, en Val de San Vicente, se ubica el «único fabricante de cubitos» de Cantabria, Hielos Picos de Europa. Su propietario, Sergio Ortega, parece que estaba esperando a que alguien le preguntara por el tema porque en cuestión de segundos se saca un ejemplo de la manga. «Mire, para que se haga una idea. Normalmente compro todos los veranos unos 6 o 7 tráilers con hielo -porque además de fabricar, también distribuyo- y este verano solo he podido conseguir 3 ¡y pagando tres veces más! No hay hielo. Está la cosa...».

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La tormenta perfecta de la industria del hielo no se ha formado en un día, viene cogiendo fuerza desde que las grandes superficies comenzaron a vender el producto y los consumidores se acostumbraron a tenerlo en su congelador para cuando fuera necesario. Una copa con amigos, un refresco que ahogue el calor, un chupito de crema de orujo... «Eso antes no pasaba. Tenías que ir a la gasolinera porque en los supermercados no lo vendían, pero de diez años para acá se ha revolucionado el mercado y se vende mucho hielo, sobre todo en vacaciones». Y en veranos como el presente, con olas de calor todo el día en los titulares, su consumo se dispara a datos históricos. «En invierno despacho tres palés diarios (un palé normal tiene 80 sacos) y en verano 12. ¿Qué pasa? Que las grandes distribuidoras no tienen producto. Es la ruina porque se van los clientes...», dice preocupado y pensando a corto plazo: «En agosto no haré reparto para fiestas porque corro el peligro de no poder atender a los fijos de todo el año. Pero así estamos todos. A mediados de julio he estado tres días sirviendo hielo a clientes de mi competencia porque ellos no tenían».