«La escuela está obsesionada en fomentar la igualdad en lugar de la equidad»
Javier Tourón, considerado uno de los mayores expertos del mundo en el ámbito de los alumnos de alta capacidad, ofrece hoy una conferencia en la Universidad de Cantabria
Aboga por 'jubilar' el «caducado» modelo educativo que impera en España y apostar, de la mano de las nuevas tecnologías, por una enseñanza «individualizada y ... diferenciada» que estimule «plenamente» el talento de los alumnos con altas capacidades, que son los que contribuirán «de forma más significativa» al desarrollo.
«La escuela está obsesionada en fomentar la igualdad en vez de la equidad», señala Javier Tourón, vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, que hoy viernes compartirá sus conocimientos en Santander con motivo de la apertura del ciclo de conferencias que organiza la Asociación Cántabra de Apoyo a las Altas Capacidades Intelectuales (Acaaci). La cita será en el Aula Magna de la Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria, a las 18.30 horas.
«Los niños con altas capacidades son las grandes víctimas de un sistema educativo caducado: sufren cognitiva y afectivamente»
Considerado uno de los mayores expertos del mundo en el ámbito de los alumnos de alta capacidad, campo que le ha llevado a ser miembro e incluso dirigir varios centros de investigación, Tourón defiende que «los superdotados no existen, lo que existe es la capacidad, que hay que ponerla a trabajar, en la escuela, en la familia y en la sociedad, porque si el talento no se cultiva, se pierde».
En su ponencia disertará sobre 'Los alumnos de alta capacidad: ¿Quiénes son y dónde están?', denominación con la que quiere incidir en que este tipo de niños «son aquellos que tienen una especial capacidad o aptitud natural en cualquier ámbito que se pueda considerar valioso -ya sea intelectual, físico, artístico...- y que los hace generalmente precoces y con necesidades educativas claramente distintas de otras personas de su edad que hayan tenido las mismas oportunidades educativas», un matiz importante «porque a veces las diferencias se establecen por las distintas condiciones en que se han formado».
«Hay que apostar por un aprendizaje personalizado, que trate al alumno en función de sus necesidades. Y la tecnología lo permite»
Tourón insiste que la capacidad «es una cuestión de grado, hay personas que tienen más y personas que tienen menos, por lo que la diversidad existe», razón por la cual no entiende que la escuela actual esté «obsesionada en fomentar la igualdad en lugar de fomentar la equidad. Cuando tenemos personas distintas que reciben el mismo tratamiento educativo tenemos un problema, que los más capaces no desarrollan plenamente su talento». Por ello, apuesta por itinerarios de aprendizaje personalizados, a la altura de los alumnos. «Si realmente tuviéramos una escuela personalizada, el problema de los niños de alta capacidad desaparecería, como también el de los niños con déficit de aprendizaje, porque cada uno tendría un plan personal e iría a su ritmo óptimo», señala. ¿Y cuál es el problema de no hacerlo? «Pues una pérdida de talento muy importante, que dificulta o ralentiza el desarrollo social, porque las personas de altas capacidades son las que contribuirán de forma más significativa al desarrollo social, científico, artístico, deportivo...».
Javier Tourón considera que «no es imposible» aplicar hoy en día este modelo de escuela personalizada y justifica que la masificación de alumnos en las clases o la falta de recursos «no son excusa» porque «tenemos tecnología educativa y digital suficiente para poder hacerlo», por lo que cree que el problema «es de voluntad». «Me parece que hay falta de decisión por cambiar un modelo de escuela que está caducado», asevera.
Voluntad que también interpreta «clave» para identificar esos talentos precoces en los centros educativos. «Disponemos de instrumentos para medir las capacidades intelectuales, las físicas, las motóricas, así que no me valen los argumentos de muchos profesores que llegan a decir que no creen en las altas capacidades porque en su clase no hay ninguna y luego resulta que no es así, que no han sabido verlas». Para él, estos alumnos, que son tan diversos como el resto de estudiantes, son «las grandes víctimas del sistema educativo» porque «no parece que haya una voluntad muy firme de identificarlos para darles la ayuda diferenciada que necesitan».
En este contexto, Tourón reconoce con rotundidad que tener un hijo con altas capacidades «es un problema, y de proporciones bastante importantes, porque muchas escuelas (o todas) niegan la mayor. Y cuando los estudiantes no tienen un nivel de estímulo adecuado a su capacidad, se aburren, se desmotivan, pierden el interés y terminan convirtiéndose en casos de fracaso escolar. A lo que hay que añadir los problemas personales, ya que sufren afectivamente, se sienten bichos raros, personas descolocadas...». En definitiva, «sufren cognitiva y afectivamente». El especialista concluye que es «una tragedia» que una persona, «pudiendo destacar en cualquier campo valioso de la actividad humana, no lo haga porque la educación se obstina en hacer que todos seamos iguales cuando realmente no lo somos».
Las nuevas tecnologías
Colaborador de algunas de las revistas extranjeras más prestigiosas en este ámbito, Tourón es un firme defensor del uso de la tecnología en la transformación de la enseñanza y el aprendizaje escolar y universitario. «Muchos colegios están avanzando mucho en innovación y en el uso de herramientas de tecnología digital, ahora hace falta cambiar el diseño pedagógico, porque si no, lo que estamos haciendo es inundar las clases de tablets y nada más. Si aplicamos la tecnología en un mismo modelo uniformante, seguiremos igual, no daremos pasos adelante; hay que utilizarla como herramienta para personalizar el aprendizaje, como ayuda a un proceso de enseñanza guiado por las necesidades de cada escolar; es decir, al servicio de una educación adaptativa en la que, de una vez por todas, nos tomemos en serio las diferencias personales».
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